Nosotros: NOS-06
Nosotros
El "jogo bonito" es argentino
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Roberto Mansilla hace tiempo que dejó de ser un ignoto de nuestro fútbol. Las muy buenas actuaciones, pero fundamentalmente los resultados logrados por sus equipos, lo han convertido en objeto casi permanente de elogios y congratulaciones. El entrenador de los seleccionados juveniles de la Liga Santafesina de Fútbol charló con Nosotros para relatar, entre otras cosas, una nueva conquista, esta vez internacional, en la vecina Brasil.


Conforme transcurre el tiempo, se solidifica aquel pensamiento acerca de la inagotable usina que representa la provincia de Santa Fe en materia de jugadores de fútbol. Es que a la serie de laureles obtenidos con gran autoridad en nuestro medio ya hace un tiempo se le han agregado aquellos triunfos en suelo extranjero, sí, a nivel internacional. El epicentro fue Camboriú y hasta allí fueron como embajadores de nuestro balompié nacional las selecciones santafesinas categoría '86, '88 y '90. Roberto Mansilla lo cuenta con lujo de detalles.

La experiencia brasileña


La competencia internacional es muy dura, y más cuando enfrentás a los brasileros. En los otros países no es tanto, ya sea las escuelas de Estados Unidos o de México, porque tienen otro concepto del fútbol a esta edad. Sí fue muy difícil la selección coreana, los uruguayos y los bolivianos.

-¿Qué tipo de fútbol mostraron tus chicos?

-La categoría '88 nos sorprendió hasta a nosotros mismos por el nivel que alcanzó. En seis partidos que jugó no recibió goles y enfrentó a Sao Paulo, Sao Caetano, Fluminense y a todos derrotó por diferencias abultadas.

Por su parte, la categoría '86 se armó con un sistema táctico muy rígido, en donde el movimiento de cada uno había que pensarlo porque la capacidad de los jugadores era buena, pero no excelente. Por eso se ideó un régimen táctico muy cerrado en la parte defensiva, con dos líneas de cuatro, un media punta y un delantero. Todo sistema tiene su validez. Cuando el jugador tiene menos calidad, se necesita más sistema táctico. Ahí entra en juego la inteligencia y concentración de cada chico.

Y finalmente la categoría '90 tiene total libertad para jugar porque son muy chicos, apenas 12 años. Por la capacidad individual de algunos jugadores y la parte colectiva que le fuimos dando con el trabajo con pelota lograron desarrollar un buen fútbol. En la final, en un partido contra el Sao Paulo que irremediablemente era empate 0 a 0, convertimos el gol en el último minuto. A estos chicos, que también tienen sus responsabilidades dentro de la cancha, sin embargo, no les hablamos de táctica sino solamente de fútbol, les pedimos que jueguen.

-Más allá de lo deportivo, ¿cómo viven la experiencia?

-Los chicos la viven bárbaro por varias cosas. El viaje es costoso pero es todo de primer nivel. Salen desde Santa Fe en excelentes coches, con la comida ocurre lo mismo, ya que es balanceada, para deportistas. El hotel en el que paramos es cuatro estrellas, con pileta climatizada y todas las comodidades y el torneo también es de lo mejor. Por ejemplo, los chicos de Sao Paulo, Sao Caetano y Flamengo llegan en avión a Camboriú, amén de las delegaciones de México y las demás extranjeras. Imaginate que los clubes brasileños son grandes, son como Boca o River y llegaban con la mejor ropa de la institución, con una utilería monstruosa. Por ejemplo, los buzos de los chicos del Flamengo tenían la inscripción "Escuela de fútbol de Zico". Y todo eso es admirado por los chicos. Además también se pasea mucho. Mientras no se juega se los lleva al centro, se va a alguna isla, se pasea en colectivo para conocer la ciudad de noche, subimos a un cerro para verla desde arriba. Los chicos, más allá del torneo de fútbol, tienen diez días de distracción.

Un hombre de éxitos


Mansilla ya es un apellido que en Santa Fe se asocia asiduamente con el éxito. Él, humilde como todas las personas que trabajan seriamente y logran cosas importantes, explica un poco la situación y reparte responsabilidades.

"Esto depende no sólo de mí sino de un cuerpo técnico y de una dirigencia. El cuerpo técnico no trabaja para tener éxitos sino para ser mejor cada día, transmitir a los chicos todo lo que uno va tomando en distintos lugares y circunstancias. Y más allá de lo que sea el fútbol en sí mismo poder contagiar un poco lo que es el deporte, la salud, para poder caminar por la vida a través de los caminos correctos".

-¿Se le facilita a un cuerpo técnico contar con la materia prima como la que posee Santa Fe?

-Los técnicos somos dependientes de la materia prima. Cuando elegimos bien es más fácil trabajar. Donde nunca tiene que equivocarse un entrenador es en la elección del jugador. Y hablo del jugador integral, no sólo del jugador técnico. Se analizan varios aspectos: la inteligencia, la parte psicológica, la condición física, su costado social, el genotipo (genética), sus resoluciones dentro y fuera de la cancha. Nosotros hacemos tests psicológicos para saber si un chico está preparado para ir a una selección. Se llevan a cabo tres o cuatro clases y luego se visita a la familia para saber si el jugador tiene los objetivos que se necesitan para preparar a un chico para resolver situaciones en otros niveles.

Para mí y para nuestro cuerpo técnico es un error elegir un chico que sólo sepa jugar de la cintura para abajo. En la actualidad hay que seleccionar a aquellos que sepan jugar pero que también estén preparados para el mundo moderno.

Un trabajo súper profesional


El relato de Roberto Mansilla no hace más que confirmar que los elogios para su grupo de trabajo no sólo son merecidos sino que también son escasos. Por la profesionalidad con que encaran la preparación de estos chicos que están en la edad más complicada para la competencia por todo lo que representa la realidad que enmarca a un partido de fútbol, aún cuando se trata de chicos jóvenes, muy jóvenes.

"La preparación psicológica es fundamental para que el chico absorba las cosas feas que puede experimentar, como nos pasó en un par de oportunidades en donde nos tiraban bombas o nos hostigaban severamente. Se les explica que dentro de la cancha solamente están ellos, un cuerpo técnico y el árbitro y no entra más nadie. Tiene que ver mucho la capacidad del jugador pero a través del psicólogo se le hace entender que cada grito que llega desde afuera, sea a favor o en contra, debe ser tomado como un aliento".

Alejandro Galetto Juan Carlos HaberkonFotos: Luis Cetraro