Opinión: OPIN-03 Desastre ecológico en las costas de España


España, Europa y el resto del mundo observan con ansiedad cómo una enorme capa de petróleo está tiñendo de negro las costas de Galicia, proveniente del tanquero Prestige hundido en el océano Atlántico.

El buque cisterna, de 26 años de antigüedad, se partió en dos y se hundió a 3,6 kilómetros de profundidad, con su carga de más de 70.000 toneladas de fueloil, el doble del volumen derramado en el desastre del Exxon Valdez, en 1989.

Si bien algunos expertos abrigaban la esperanza de que el combustible de los tanques del Prestige se endureciera por las frías temperaturas submarinas y la alta presión del fondo del océano, otros temían que, por el contrario, debido a la acción del frío y la presión, los tanques explotaran y el combustible se vertiera antes de solidificarse.

Se calcula que unas 6.000 toneladas de fueloil se derramaron ya cuando el barco entró en problemas, hace dos semanas, y han oscurecido una franja de más de 80 kilómetros de las costas de Galicia, en el noroeste de España, generando una grave emergencia ecológica y económica, ya que la actividad pesquera y el turismo son las principales fuentes de recursos de la región.

Los efectos del desastre podrían permanecer durante mucho tiempo y las autoridades estiman que la capa de petróleo en la costa ya ha dejado temporalmente sin trabajo a 4.000 pescadores y a 28.000 personas en industrias asociadas con esa actividad.

Expertos han advertido que el fueloil es un producto refinado y bastante tóxico que afectará la cadena alimentaria oceánica e incluso puede alcanzar al hombre. Otros especialistas han señalado que el tipo de embarcación -de un solo casco- y la antigüedad de la misma -más de veinte años- fueron la causa de la tragedia. Y muchos de los sectores implicados y afectados en el hundimiento del petrolero griego (con bandera de conveniencia de Bahamas) coinciden en señalar como parte responsable del desastre a la ausencia de una legislación europea en materia naviera y de un organismo que vele por la seguridad en las aguas de los estados miembro. Recién el 1° de enero de 2003 comenzará a funcionar la Agencia de Seguridad Marítima Europea, que tendrá por misión vigilar que las autoridades portuarias hagan cumplir la normativa a los barcos que transitan por aguas de la UE.

Además, el accidente del Prestige ha sacado a flote un debate acerca de las responsabilidades que caben a cada parte involucrada y todo hace pensar que no se resolverá fácilmente ni pronto. Hay quienes consideran que los principales responsables son el propietario del buque y el capitán; aunque si se comprueba la existencia de otro tipo de infracciones, podrían ampliarse las responsabilidades a otras entidades y otros países. El hecho de que el Prestige tenga bandera de conveniencia agrega una dificultad, ya que en muchas cuestiones se regiría por la legislación de Bahamas. En tanto que el accidente ha servido también para poner en evidencia la falta de medios técnicos y humanos para actuar ante una emergencia de estas características con la celeridad y la eficacia necesarias.

Mientras tanto, el fueloil ya derramado sigue desparramándose por la superficie del océano Atlántico y extendiéndose por la costa de Galicia, afectando al ecosistema y a las poblaciones de la región, y las miles de toneladas que se fueron al fondo constituyen una bomba ecológica que podría estallar en cualquier momento, lo que provocaría un desastre sin precedentes.