Por qué nos gustan tanto los Babasónicos
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(Primer paréntesis aclaratorio: Jessico siempre fue un gran disco. Aún mucho antes de que toda la prensa lo consagrara como el mejor y que la difusión ayudara a que todos creyéramos que era el mejor).
Además Jessico tiene una gran virtud. Al ser tan bueno, te lleva a que explores los anteriores discos de la banda y que indefectiblemente caigas en la cuenta de que todos sus discos son muy buenos. Lo cual viene a afirmar, esto es un simple ejercicio de pura deducción, que tenemos una de las mejores bandas de los últimos años. Sin embargo todo esto parece saberse a partir de Jessico. Lo que sucede, virtud de la que muchos de sus contemporáneos nunca llegaron a saborear, es que los Babasónicos tienen los pies sobre la tierra. O, acaso,
demasiado elevados de ésta. En cualquiera de los casos (con los Babasónicos parece muy difícil elaborar teorías), su música siempre se reveló única, fuera de anatomismos musicales prefijados y aburridos.
De los Babasónicos uno puede animarse a decir casi cualquier cosa. Su música propone eso: que arriesguemos, que no los encasillemos, que pensemos.
(Segundo paréntesis aclaratorio: los Babasónicos son la banda más exportable del mundo. Estoy seguro de que en cualquier parte del planeta se mueren por bailar Deléctrico).
La historia de su presentación es más o menos la siguiente: tienen que tocar el viernes en la playa Nativo, llueve y se suspende. Igualmente el grupo se queda a pasar el día en la ciudad antes de viajar al Cosquín Rock a juntar unos "pesitos", cómo definió su incursión en el festival su tecladista. Tocan en Cosquín y vuelven a Santa Fe el domingo. Y esta vez, si llueve ya preparamos un lugar techado para que no se suspenda.
El clima no amenaza en todo el día y cerca de la medianoche los gurúes más freaks tienen sus canciones listas una vez más para entregarlas y que la gente las destroce, las entienda como quiera, las baile o las salte.
Mucha solvencia en toda la banda. Canciones que parecen muy haute couture, Deléctrico, Pendejo, Los Calientes, se vuelven instantáneas y muy livianas, listas para el baile. La ejecución es simple en todos los sentidos y las versiones no se alejan en nada a las del disco.
Casi todo Jessico es tocado. Es muy difícil dejar a cualquiera fuera de la lista.
(Tercer paréntesis aclaratorio: piensen cuántos discos tienen el poder y la cualidad de que todas sus canciones pasen inmediatamente al vivo. Jessico está pensado de tal forma que el todo depende vitalmente de todas sus partes).
La voz de Adrián Dargelos descargó todo su repertorio de letras espesas y saltarinas. El inabarcable lenguaje que la banda utiliza para comunicarse se acopla perfectamente al look desfachatado de los integrantes en vivo. Igual de inalcanzables son los guiños que la banda descarga a través de sus canciones. Ravers, latinos, playboys decadentes, canciones que no son putas a la venta; en todos sus disfraces los Babasónicos ocupan el papel del malo en los cuentos. Igualmente dentro del set también estuvo el hard rock de 6 vírgenes descalzas, algo de Veddette, y dos lentitos impresionantes, Rubí (bolero mersa pero eficaz) y El loco; la sátira de la fe en la pista de
baile.
Mucha energía arriba y abajo del escenario y más de 300 personas felices de poder ver a la banda que siempre estuvo, pero hoy estamos seguros que está.
Maximiliano Lichtenstein