La física argentina Mariana Weissmann recibió hoy uno de los cinco Premios Unesco/L'Oreal 2003 para las Mujeres y la Ciencia, por sus brillantes intuiciones científicas y su trabajo sobre la materia condensada.
Las físicas Fang-Hua Li (China), Karimat El-Sayed (Egipto) y Ayse Erzan (Turquía) y la estadounidense Johanna Levelt Sengers, experta en termodinámica, fueron las otras galardonadas.
Dotados con 100.000 dólares cada uno, estos premios se crearon en 1998 para homenajear a grandes investigadoras de Africa, Asia y el Pacífico, Europa y Estados Unidos, Países Arabes y América latina.
La Unesco y la firma cosmética atribuyeron también quince becas, de 20.000 dólares cada una, a otras tantas jóvenes investigadoras, tres por cada región citada.
Las latinoamericanas fueron las biólogas Dionisia Gamboa Vilela, de Perú; Rocío Díaz-Benjumea Benavides, de Venezuela; y María Gabriela Palomo, de Argentina.
Mariana Weissmann, primera mujer miembro de la Academia Argentina de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, dijo a EFE sentirse "muy contenta" con este reconocimiento, y destacó el hecho de que "una empresa privada, dedicada a negocios que interesan a las mujeres, premie el trabajo de mujeres".
Hace "un poquito más visible la ciencia" y contribuye a que "se sepa que hay mujeres que hacen trabajos científicos de calidad, que lideran grupos de investigación en todas partes del mundo", añadió.
La Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y L'Oreal celebraron en particular su capacidad para "detectar sectores que tomarán importancia" y formar equipos que trabajen sobre ellos, lo que le llevó a interesarse muy pronto "por las propiedades de los materiales compuestos que luego se bautizarían como `nanomateriales' ".
Esta ciencia, explicó Weissmann, "es hoy una cosa cuantitativa", uno puede predecir propiedades de los materiales haciendo cuentas. Por ejemplo, al hacer una aleación de dos materiales con cierta composición, se puede saber a través de las ecuaciones "si eso va a ser magnético, si va a tener cierta conductividad eléctrica, lo que facilita la parte aplicada, pues ya no hay que probarlo todo".
"Todo mi trabajo es numérico, yo no soy experimental"; consiste en estudiar "cómo cambian las propiedades de la materia cuando se van reduciendo las dimensiones, mientras siga siendo solida y no se vuelva atómica. En vez de tener miles de millones, tengo nada más un millón de átomos", precisó.
Weissmann considera haber tenido "suerte" y "un poco de todo", al elegir "por casualidad, hace como unos veinte años", ese campo de investigación que "se ha ido poniendo de moda", porque la técnica ahora puede crear los nanomateriales.
El secreto de esa "visión profética" premiada es, quizá, que ante tantos materias y descubrimientos, Weissmann lee "las revistas", conversa y busca "qué es lo nuevo" y "dónde poder aportar su granito de arena" hasta que, de repente, un día lo descubre y busca contactos "para intentar entender el fenómeno un poco mejor".
La parte "más gratificante de la profesión son los pequeños descubrimientos de todos los días", lo bonito no es el gran descubrimiento, que por supuesto lo es pero a casi nadie le toca, sino "los montones de pequeñas cosas" que propone la vida diaria y que producen mucho placer, aseguró.
La científica piensa que en Buenos Aires "hay todavía una apreciable clase media, que produce gente curiosa, interesada y estudiantes que es un gusto tener".
"Diría que universidades e institutos de investigación no son la parte más castigada de la sociedad. Nuestro sector está más o menos como siempre, nunca fue extraordinariamente privilegiado y ahora tampoco", aunque, "es un poco más difícil que en otros momentos". (EFE)