Nosotros: NOS-04
Nosotros
Recordar, para no repetir
A 27 años del golpe militar que sumió en la más cruel oscuridad a la Argentina, hoy el desafío es reconstruir el pasado y "darle sentido en función del horizonte futuro". Esto será posible a partir de la recuperación de nuestra memoria histórica.


La construcción de un futuro democrático sin mirar al pasado parece imposible. La memoria es obstinada, no se resigna a quedar en el pasado e insiste en su presencia, sostiene la socióloga Elizabeth Jelin.

El análisis de la memoria en el marco de las luchas políticas por los sentidos del pasado es el tema que aborda "Los trabajos de la memoria", un texto de Jelin que forma parte de la colección de libros "Memorias de la Represión".

"Darle sentido a lo pasado en función del horizonte futuro" es el punto de partida de la investigación de Jelin, que se propone como herramienta para el debate público sobre la represión aplicada por la dictadura que devastó la Argentina tras el golpe militar del 24 de marzo de 1976.

La serie incluye tres libros: "Los trabajos de la memoria", "Del estrado a la pantalla: las imágenes del juicio a los ex comandantes en la Argentina" y "Las conmemoraciones: las disputas en las fechas `in-felices'". Y otros cuatro volúmenes en proceso de elaboración.

En entrevista con el suplemento Debates, Jelin, coordinadora de la colección, juzgó imposible encontrar una memoria, una visión y una interpretación únicas del pasado compartidas por toda la sociedad y señaló que el espacio de la memoria es de lucha política, concebida contra el olvido: recordar para no repetir.

-�Pasó ya el tiempo necesario para construir la memoria de la represión aplicada por la última dictadura militar?

-Ha pasado un cierto tiempo: el que permite establecer una mínima diferencia entre el pasado y el presente y las distintas interpretaciones de ese pasado y su memoria ocupan un lugar central en los debates políticos y culturales actuales. Es un tema público que creemos necesario para la construcción de sociedades democráticas.

-�Cómo se trabaja la memoria del pasado reciente?

-Me gusta pensar en la memoria como un trabajo en un momento dado en el presente, que consiste en darle sentido a lo pasado en función del horizonte futuro.

La memoria condensa tres tiempos: el presente, que es el momento en el que recordamos o revivimos un pasado que se nos viene aunque no lo querramos, la intencionalidad de futuro y generalmente, su asociación con algo que está ocurriendo en ese momento.

La dictadura militar, el golpe del '76 y lo que vino después generó un movimiento social, el de los derechos humanos, que tenía antes dos tareas básicas. Una era la denuncia en el país y en el exterior, y la segunda la de contener a los afectados. En una etapa posterior, con la transición y el gobierno constitucional, la denuncia fue corriéndose y cambió el sentido del movimiento que comenzó a presionar por el establecimiento de algún tipo de justicia.

El reclamo y la preocupación por la memoria no se puede perder; tenemos que transmitirlo a generaciones futuras. Hay que recordar para no repetir, son las consignas de la época. El propio Nunca Más implica que tenemos que estar recordando permanentemente para saber qué no queremos. No se trata de la memoria orientada a reivindicar, sino de una memoria orientada a decir no queremos que esto vuelva a pasar. Un operativo preventivo.

-El sentido del pasado es disímil; tiene que ver con la interpretación que vencedores y vencidos hacen de la historia. �Cómo conviven las memorias diversas sobre un pasado común?

-El sentido que se le da al pasado aparece en los diversos grupos en función de los conflictos políticos. Acá no se nota tanto, pero en Chile la versión del pasado que da el pinochetismo y la versión que da la izquierda están presentes ambos y se están peleando en la calle cada 11 de setiembre. En otros lados no hay tanta equiparación de los actores...

-En todo caso y más allá de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y las amnistías, los militares argentinos fueron juzgados y declarados culpables.

-Sí, aunque de vez en cuando largan su vocecita y quieren tener presencia en la esfera pública, pero les ha costado... En este caso, estamos hablando de memoria en la esfera pública, memorias sociales, no sé si son colectivas porque son colectivas de grupo o son de la sociedad en su conjunto. Nos gustaría que fuera hegemónica pero no es así.

Es imposible encontrar una memoria, una visión y una interpretación únicas del pasado, compartidas por toda la sociedad. Seguramente habrá momentos históricos en que el consenso sea mayor y la visión del pasado más aceptada, inclusive hegemónica. Por lo general, esas interpretaciones pertenecen a los vencedores de conflictos y batallas históricas. Pero siempre habrá otras historias, otras memorias e interpretaciones en la resistencia, en el mundo privado.

-Memorias que se confrontan...

-Hay una lucha política acerca del sentido de lo ocurrido y también del sentido de la memoria misma. El espacio de la memoria es un espacio de lucha política, muchas veces en términos de lucha contra el olvido. En realidad, las consignas esconden una oposición entre distintas memorias rivales: es memoria contra memoria.

-�Las memorias de la represión se analizan al margen de otros episodios de la historia argentina?

-El tema no es privativo de los golpes de Estado y de la represión política que hubo en el país. Hay trabajos que analizan cómo en la historiografía argentina reaparece la disputa y el lugar de Juan Manuel de Rosas en las conmemoraciones, o porque Rosas no tuvo una calle o un monumento cuando otros lo han tenido.

-�Se cruzan los carriles de la política y de la ideología?

-En algunos países hay gestos políticos de reconciliación. Hay fuertes corrientes de opinión en este sentido. Las comisiones de Verdad se llaman de Verdad y Reconciliación en Chile, en Sudáfrica y en Perú. Pero, �reconciliación entre quienes? Éste es un gran capítulo que tiene que ver con la posibilidad de elaborar diálogos y en qué nivel. Un gesto simbólico ocurrió en Chile el año pasado cuando el nieto de Salvador Allende se encontró con el nieto de Augusto Pinochet... Ésa es la teoría de los dos demonios.

-Que en la Argentina prendió en muchos sectores...

-Prendió bastante, y prendió en mucha gente porque no se habla. Somos muchos los que no hablamos de reconciliación y la teoría de los dos demonios lleva en sí la idea de que en algún momento esos dos demonios deberían juntarse.

Los dilemas son muchos y hay que asumirlos. Decir que acá no pasó nada no sirve, decir que hubo dos demonios no sirve, decir "olvidemos el pasado y miremos el futuro". Todos estamos en un camino de búsqueda y a veces los resultados de una investigación no gustan.

-�Cuál es el estado de la memoria argentina?

-Yo diría que no hay una memoria argentina. Hay una preocupación por el tema de muchos sectores y hay otros que dicen "ay, �de nuevo?"... Hay momentos en que estamos dispuestos a escuchar y otros en que ciertos sectores están dispuestos a preguntar. A veces da para debatir y a veces no.

Necesitamos darle sentido a ese pasado, porque el sentido de la memoria es constitutiva de nuestra identidad, individual y grupal. A pesar de las derrotas, resistimos. Ése es un sentido que se le está dando al pasado y a una búsqueda de identidad grupal.

Otras veces se diluyen identidades grupales y se constituyen otras que buscan otras memorias.

Tengo controversias con algunos colegas sobre pensar la acción social y la interacción social como esferas diferenciales. Me cuesta mucho ver la vida segmentada. La búsqueda de una memoria colectiva en el sentido en que todos nos identificamos con un mismo pasado es fundamental. Se puede cambiar de colectivo, pero no se puede vivir sin colectivo social al cual pertenecer. Entonces los sentimientos de pertenencia son fundantes de la condición humana.

La fragmentación social y política es una de las características fuertes de la sociedad argentina. El desafío está en cómo articularlas.

-Entonces, �no es posible una memoria común?

-Por suerte. La igualación y la homegeneización total es el autoritarismo en el que el que piensa diferente es aniquilado. La única manera en que todos vamos a pensar igual es que creer que la democracia fundamentalmente es respeto al otro, que es diferente a mí, que piensa diferente y tiene ideas diferentes.

%sRostros que nos miran


-Cómo se incorporan a esas memorias los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA o sucesos dramáticos más recientes?

-En los últimos 30 años de la política argentina, el peso de la dictadura y la conformación de la figura del desaparecido como una figura emblemática de un tipo de represión política es muy fuerte en nuestro imaginario. No es cuestión de hacer jerarquías de víctimas. Hubo exilios, cárceles, torturas, destrucciones, asesinatos, pero la figura del desaparecido tiene una fuerza emblemática que está presente, y por la modalidad de esa represión siempre queda un hueco. La sociedad argentina llegó a elaborar ciertos rituales necesarios para cerrar o para elaborar el duelo.

Una de las cuestiones es el uso de las fotografías. El movimiento de los derechos humanos estableció una manera de trabajar simbólicamente con las fotografías y es notorio si uno mira lo que ocurrió después, cómo se recuperan algunas de las formas rituales que fueron generándose alrededor de la figura del desaparecido y alrededor del movimiento. En sus reivindicaciones hay como una analogía del ritual de la forma y también una relación de sentido y de contenido.

Los jueves está el ritual de la marcha alrededor de la pirámide de Plaza de Mayo; los lunes se instaló en Buenos Aires el acto que hace Memoria Activa frente al Palacio de Justicia.

También se usan fotografías de las víctimas de la violencia policial y después están las víctimas de la represión policial del 19 y 20 de diciembre y también las de la represión en Avellaneda.

Los fenómenos sociales no están totalmente desligados. Hay quienes hacen una conexión directa y dicen que es parte del mismo plan y hay otros que encuentran más complejidad en la relación. (Télam).