Las cocinas más grandes del mundo
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En 1975 Fábrica Colón, en Entre Ríos, dejaba de ser el lugar privado que había sido desde 1903 y se convertía en Pueblo Liebig, aunque todavía faltaban algunos años para que se desmantelaran las instalaciones que había levantado la Liebig's Extract of Meat and Co., el frigorífico de capitales ingleses que llevaba el nombre del barón alemán que "inventó" el extracto de carne.
Los ingleses se fueron de la Argentina en 1979 porque ya no ganaban lo mismo, pero dejaron una historia de aciertos, esplendores y decadencia que el turismo está rescatando.
El Corned Beef -carne en lata- se enviaba en barco desde la Argentina a Europa para alimentar a los soldados de la Segunda Guerra Mundial, un período en que el frigorífico llegó a trabajar las 24 horas para cumplir con la demanda.
Considerado testimonio edilicio y social de la Argentina de la primera mitad del siglo pasado, la historia de este lugar, ahora Pueblo Liebig, comenzó a fines del siglo XIX, cuando Apolinario Benítez instaló allí un saladero, poco después que el general Urquiza fundara la cercana Villa Colón, sobre el río Uruguay.
En 1910 la expansión de Fábrica Colón era impresionante; con un total de 44 mil hectáreas en Entre Ríos, Corrientes y Misiones, ya comenzaba a ser llamada "las cocinas más grandes del mundo".
Y no era para menos, ya que desde esa década, y hasta 1950, se faenaban 1.500 animales por día, en faenas que abarcaban seis meses por año, mientras que las tareas en el frigorífico y el matadero ocupaban a 3.500 obreros en turnos diurnos y nocturnos.
Actualmente, con 750 habitantes, un tercio de ellos jubilados, Pueblo Liebig asiste a dos hechos que alteran su vida cotidiana: la llegada de turistas y la radicación de gente que busca la paz y el sosiego de la bella costa entrerriana.
Lo que más atrae de Pueblo Liebig a los turistas es la arquitectura inglesa, la cordialidad de los lugareños y la seguridad, y también conocer sus épocas de esplendor. El movimiento turístico más importante se registra durante Semana Santa: el año pasado visitaron el pueblo unas 6.500 personas.
El centro comercial es una larga y baja construcción donde, en los primeros tiempos, estuvieron el único almacén de ramos generales, la barbería y el local de un zapatero remendón. Ahora hay tres despensas y dos carnicerías, una tienda y una heladería, y hasta un kiosco con telecabinas.
Pero no hay cine, porque el que construyeron los ingleses en el Club Atlético Liebig dejó de funcionar cuando un rayo destruyó el proyector. Y ese club, de 1904, es el más viejo del departamento entrerriano de Colón y uno de los cinco más antiguos del país.
Es interesante descubrir, por el diseño de construcción que adoptaron los ingleses, cómo se reconocían las clases sociales por sus viviendas. Hay un barrio para los obreros y otro de chalets en el que residía el personal jerárquico.
Entre estos últimos, que tienen una galería techada pero abierta, ideal para el caluroso clima entrerriano, se destaca el que perteneció hasta hace cuatro años a Jacqueline Evans, esposa del último administrador del frigorífico, y donde sus nuevos dueños instalaron la Hostería Liebig.
La señorial casona recuerda el estilo de aquella en la que Karen Blixen languidecía de amor en "Africa Mía".
Ya lejos de aquel frenesí comercial, el principal paseo turístico de Pueblo Liebig es la visita al frigorífico, al barrio de los jerárquicos y a los campos de pastura.
En ese itinerario permanecen, en el más profundo de los silencios, cámaras frigoríficas, generadores de energía, calderas y hasta una planta para fabricar envases de hojalata.
Pero nada queda de la industria floreciente que comenzó en tiempos de Urquiza y que se extendió hasta la guerra de las Malvinas, en 1982, por algo más de cien años.
También está allí la Casa de Visita N° 1, propiedad de la familia Vizental, los últimos dueños del frigorífico, quienes lo compraron a los ingleses en 1980 con 2.500 empleados y lo desmantelaron poco después con apenas 100. En esa casa fue recibido en 1925 el Príncipe de Gales.
Y también es parte de aquella historia la pequeña Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, construida en 1950, la última obra de los ingleses en la Argentina. (Télam)