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Del Piemonte italiano a San Agustín
Chiaffredo Priotti vino a estas tierras procedente de Italia con 28 años de edad y muchos sueños en el bolsillo. Muchos de ellos se hicieron realidad, aunque todos logrados a base de esfuerzos personales y trabajo. Otra historia de los tantos inmigrantes que dejaron bien marcada su impronta en el país.


Cada vez son más los descendientes de inmigrantes que valoran y ansían conocer sus raíces. La búsqueda se inicia, a veces, desde las últimas generaciones y con la esperanza de conseguir la ciudadanía de sus antecesores para poder huir de un país que no les brinda mucho futuro. Otras sólo comienzan con el ánimo de saber quiénes fueron los que dieron inicio a la familia desde este lado del océano. Y en muchos casos es una forma de rendir homenaje y no sumir en el olvido la proeza de quienes, con su trabajo y esfuerzo, hicieron patria fuera de la suya.

Esta última intención es la que guió a Abel B. Periotti a armar un registro genealógico de su familia, descendiente de italianos. Lo motivó la llegada de su nieto varón, quien prolonga el apellido en el tiempo, y la necesidad de rescatar el trabajo de su abuelo -Jorge Periotti Gieco- quien guardó y recabó con paciencia los informes y documentos que le permitieron organizar esta genealogía.

La historia, como tantas otras, llegó por carta a De Raíces y Abuelos proveniente del interior de la provincia, esta vez, desde San Carlos Centro. La escribe Abel en el prólogo del registro genealógico, y comienza contando que Priotti Chiaffredo era hijo de agricultores italianos, radicados en Cavour, hermosa región del Piemonte, ubicada al pie de los Alpes. Hombre de trabajo, a los 28 años de edad y siendo soltero, decide intentar una nueva vida en la Argentina y en 1868 se embarca desde puerto Génova.

La situación de Italia y las leyes que se crearon en nuestro país para promover la inmigración fueron los dos factores que impulsaron la llegada de italianos. Según recuerda Abel, hacia 1860 Italia era un país dividido y con parte de su territorio ocupado por países extranjeros. Así, la parte noreste estaba bajo el dominio de imperio austro-húngaro, mientras que todo el sur era ocupado por los árabes. Esta situación hace que el gobierno italiano inicie un proceso de unificación para rehacer el país. Un gran trabajo político encabezado por el Conde de Cavour (canciller italiano), gestionando apoyo en otros países vecinos de Europa y la organización de un poderoso ejército al mando de Giuseppe Garibaldi dan inicio a la tarea de reorganizar Italia como el país que era antes de la caída del Imperio Romano. Pero ese proceso, que demandó varios años, sumió al país en la pobreza, la desocupación y la miseria.

Esto explica el porqué de la partida de tantos italianos debido a la difícil realidad que vivían, entre ellos, Chiaffredo Priotti.

La casa propia


En Italia quedaron sus padres y hermanos, viviendo en la chacra que era de la familia, conocida como la Cassina dei Barbettera. De ahí el apodo que la familia Priotti llevaba y que los hacía muy conocidos. Esa antigua casa aún existe y es propiedad de la familia Martina, según pudo conocer Abel en un viaje que realizó a la tierra de sus ancestros en marzo de 1993.

Llegado a la Argentina, Chiaffredo se traslada directamente a San Carlos Centro, donde se radica inicialmente y donde, por intermedio de Francesco Martina -que oficiaba como cónsul honorario y se encargaba de ayudar a los italianos que llegaban- consigue los primeros trabajos que desarrolló como peón rural en la zona oeste de San Carlos y en las estancias del entonces coronel Rodríguez.

Luego de tres años y en coincidencia con la fundación de la Colonia de San Agustín, el 20 de junio de 1871 firma el boleto de compra de cuatro concesiones de terreno. Casi inmediatamente construye su primera casa, se muda a la nueva colonia cercana a San Carlos y comienza a trabajar su propio campo. Los primeros años fueron de soledad, dificultades y esfuerzos para tratar de mejorar y laborear los suelos vírgenes, fértiles pero también enmalezados y rudos para dominarlos.

Todo esto dentro de un medio hostil, donde todavía se producían incursiones indígenas o correrías de gauchos matreros que veían a los gringos como enemigos, debido a que limitaban con su trabajo y cultivos el libre desplazamiento de los nativos.

Pero estas dificultades comienzan quizás a mejorar a partir del 24 de abril de 1874, fecha en que contrae matrimonio con Ana María Gieco Moriondo, inmigrante italiana que, acompañada de padres y hermanos, había llegado a San Carlos Centro en octubre de 1873.

El matrimonio está registrado en la parroquia de esa localidad y fue formalizado por el cura misionero de origen alemán, Federico Tewes, quien al pretender traducir al castellano el nombre de Chiaffredo Priotti lo inscribe como Alfredo Periotti. Este error, que en su momento no fue corregido, significó que todos sus hijos y descendientes porten un apellido equivocado, como tantos otros casos ocurridos en la época.

La familia y dosmuertes trágicas


Ana acompañó a su esposo en todos los quehaceres del campo y dio inicio a la familia. Jorge fue el hijo primogénito y nació el 14 de marzo de 1875. Luego le siguieron Teresa Rosa, Luis, Rosa, Teresa, José Alfredo y Francisca (mellizos), Luisa y Ana.

Junto al crecimiento de la familia también aumenta su patrimonio con la compra de otros terrenos en San Agustín, una casa en San Carlos Centro y seis concesiones en la colonia María Juana, que había sido fundada hacía pocos años.

En 1881 Chiaffredo realiza un viaje a su Italia natal para visitar a sus hermanos, puesto que sus padres ya habían fallecido. Pero su historia no sólo se nutre de alegrías (como volver a su tierra de origen), de trabajos, luchas y esfuerzos, sino también de dolor. Un 30 de noviembre de 1897 fallece su hijo Luis. Tenía 18 años de edad y, según la tradición oral, su muerte es producida por una afección cardíaca congénita.

Veinte días más tarde, Chiaffredo se encontraba caminando por el campo y, en forma accidental, es picado por una yarará. Lucha por su vida asistido por tres médicos de San Carlos Centro: los doctores Troxler, Soreth y Valles. Pero todos los esfuerzos fueron en vano y el 23 de diciembre de 1897 fallece en medio de cruentos sufrimientos.

"Tenía 57 años de edad y era aún un hombre en la plenitud de su vida. Pero todos sus sueños nacidos muchos años atrás quedaron truncos", cuenta su bisnieto Abel Periotti. La esposa de Chiaffredo y sus hijos continúan el trabajo, encabezados por Jorge -el mayor- quien se convierte en el guía de la familia.

Luego viene la etapa de los matrimonios de los hijos y los nietos, en fin, una descendencia dispuesta a hacer honor al primer Priotti (o Periotti) que puso un pie en estas tierras. De Chiaffredo aún sobreviven trece nietos, y todos superan los 80 años.

"No existen en la familia ni escudos ni blasones. Mi bisabuelo era un hombre de esfuerzo y trabajo que, como muchos inmigrantes, contribuyó a conformar este maravilloso país que es la Argentina", dice Abel para cerrar la historia que, en realidad, se prolonga con cada descendiente que viene al mundo.

Mariela Goy