Titulares de Tapa: TAPA-03 El Salado cubrió Recreo
Amancio Alem. ÉXODO. Durante las últimas horas, los pobladores de Recreo echaban mano a lo que podían para llegar a un lugar donde haya menos agua.
El pueblo entero está bajo agua. Más de 9.000 debieron salir de sus casas. Los evacuados son alojados en la estación del Belgrano, en Santa Fe.


Gris. Es el color que uniforma el paisaje de Recreo, desde que el río Salado creció desmedidamente y avanzó sobre el pueblo sin reconocer alturas ni latitudes ni clases sociales, para emparejar con 70 centímetros de agua todo su territorio.

Esta comunidad de alrededor de 13.000 habitantes no tiene registro histórico de una catástrofe similar. Ayer, cuando las últimas luces del día preludiaban una noche de drama y vigilia, las aguas del río -cuyo cauce normal está a unos 3 kilómetros de la planta urbana- desbordó todas las previsiones y en escasas dos horas ganó todos los barrios del oeste y la zona céntrica del pueblo, lo que incluyó oficinas públicas como la Comuna, el Registro Civil, el Banco de Santa Fe, la Comisaría y hasta la sede del Samco.

Pero esto no sería suficiente para la violencia de la masa hídrica. En un primer momento la ruta nacional 11 y el terraplenado de las líneas del ferrocarril actuaron como contención, pero bastaron sólo unos minutos para que -ante la perplejidad y la desesperación de los vecinos-, el agua atravesara la ruta e invadiera también el lado este de la trama urbana. Desde entonces, la población entera está en igualdad de condiciones.

Desde la intersección de la rutas nacional 11 con la provincial 70 -cuyo tránsito está interrumpido desde ayer-, en el ingreso al pueblo, sólo se ve agua y gente que grita, que llora, que corre detrás de los pocos medios de movilidad que soportan el verdadero río en que se convirtieron las calles del pueblo, para sacar sus pertenencias y poner a salvo a sus seres queridos.

Hasta el mediodía, los vecinos salían como podían con el agua arriba de las rodillas hasta el control caminero situado en la unión de las rutas. Allí, familias enteras esperaban -algunas con bolsos de ropa y muebles- poder llegar hasta un lugar menos húmedo. En canoas, lanchas, carros, caballos, bicicletas, camiones, tractores, chatas, camionetas y algunos corajudos en vehículos de pequeño porte, abandonaban Recreo.