La ciudad de Santa Fe sufrió, a partir del 28 de abril, una de las peores, si no la peor, catástrofe de que se tenga memoria. El río Salado, con una crecida sin precedentes, inundó parcialmente la planta urbana dejando un saldo de más de cincuenta mil evacuados y afectando totalmente las actividades de la ciudad y zona de influencia.
La crecida del río -que está directamente vinculada con las copiosas precipitaciones ocurridas en la cuenca baja y media desde febrero del corriente año- se vio agravada significativamente con las inusuales lluvias entre el 22 y el 29 de abril, que fueron previstas oportunamente mediante pronósticos y alertas meteorológicas por los organismos competentes.
Durante la reunión del Foro Climático para el Sudeste de Sudamérica reunido en setiembre de 2002 en Asunción del Paraguay, y del cual la UNL forma parte, ya se previeron para la región santafesina lluvias de verano por encima de lo normal, indicándose que la situación podría continuar durante el otoño de 2003. En marzo de 2003, en una nueva reunión del Foro, realizada en la sede del Servicio Meteorológico Nacional, en Buenos Aires, se confirmó la sospecha de que el otoño habría de ser una estación con más agua de lo habitual, esperándose registros por encima de los promedios mensuales regionales, existiendo la probabilidad de valores puntuales muy superiores a la media. Lamentablemente, esta modalidad de pronósticos no permite realizar mejores apreciaciones en cuanto a intensidad de los fenómenos puntuales.
Es sabido que el clima no es constante, o por lo menos se supone que así es entendido por quienes interactúan con él, sino que está afectado por variabilidades y tendencias que lo pueden perturbar en gran medida, de manera tal que experimente algún cambio.
Así el clima de una región como la de la provincia de Santa Fe, que de hecho no es lineal, puede verse afectado generando situaciones atípicas no siempre bien conocidas, especialmente por aquellos que no son profesionales de la Meteorología. Estas "irregularidades" del tiempo son debidas a no linealidades del clima que provocan las máximas modulaciones, particularmente en la precipitación, donde generan montos desusadamente grandes de agua caída en un plazo más o menos corto (desde algunos días a varios meses). Esto ocurre desde fines de los años sesenta y principios de los setenta particularmente en el nordeste de Argentina, donde está inserta la provincia de Santa Fe.
En este contexto, se producen persistencias de los sistemas de tiempo como la situación creada por el frente caliente semiestacionario que se ubicó en el centro de la Mesopotamia, entre el 22 y el 29 de abril de 2003, que afectó significativamente el sur de Corrientes, norte de la provincia de Entre Ríos y el centro de la de Santa Fe. Las lluvias fueron de gran magnitud e intensidad en la cuenca media-inferior del río Salado, con valores puntuales de hasta más de 220 mm y promedio zonal de aproximadamente 100 mm. En particular, entre los días 22 y 24 se generaron las tormentas más importantes que acumularon los mayores valores indicados, llegando en algunos casos a superar los 400 mm de agua caída. La baja evapotranspiración de estos meses hace que la misma tenga poco peso en el alivio de los niveles hídricos.
Aquí cabe acotar que los desvíos producidos en las precipitaciones del último verano no alcanzaron en términos relativos al 100%, salvo en casos puntuales. Esto no ocurre de igual manera con las lluvias de abril, donde son fuertemente positivos, habiéndose registrado casos de desvíos de más del 400%.
La figura 1 muestra el campo de precipitaciones de los días 22 al 29 de abril en el Litoral argentino y la parte sur de Brasil. En ella se observa que el núcleo de mayores lluvias (superiores a 200 mm), se encuentra sobre la provincia de Entre Ríos, sur de Corrientes y hacia el centro-oeste de Santa Fe, extendiéndose gradualmente hacia el resto del Litoral, noroeste de Uruguay y el sur de Brasil.
Los desvíos de las precipitaciones mencionadas anteriormente, que están graficados en la figura 2, muestran claramente que el desusado fenómeno afectó particularmente la cuenca media y baja del río Salado.
Desde el punto de vista meteorológico la situación sinóptica indicó la presencia de un sistema frontal caliente semiestacionario ubicado sobre el centro del Litoral, oscilando su posición sucesivamente hacia el norte o hacia el sur, cada dos días aproximadamente. Sobre dicho sistema frontal se fueron formando núcleos de nubes convectivas con gran intensidad de precipitación, visualizados por medio de imágenes satelitales. En particular entre los días 22 y 23 de abril y 25 y 26 del mismo mes.
Dichas tormentas fueron alimentadas desde el norte o noreste mediante el transporte de masas de aire cálido, húmedo e inestable, al tiempo que el avance sucesivo del sistema frontal fue sostenido por el impulso de aire fresco y húmedo desde el sudeste en superficie. La activación recurrente se produjo por la penetración de sucesivas vaguadas (ejes de mínima presión) en altura, provenientes del oeste, por encima de la cordillera de los Andes. Esta situación sinóptica, no por atípica, será única y se pueden esperar otros fenómenos similares en el futuro.
De cualquier manera, no debe perderse de vista que el sistema climático está en continuo cambio, particularmente desde los años setenta, por lo que debería ser tenido en cuenta en cualquier especulación climática que involucre decisiones a nivel de planeamiento territorial u obras civiles.
(*) El presente informe se confeccionó con información provista por el Servicio Meteorológico Nacional de Argentina.