Cultura: CULT-04 Ante una nueva versión del Zaratustra de Nietzsche
Raúl Fedele

"Así hablaba Zaratustra", de Friedrich Nietzsche. Traducción de Mario Alarcón. Longseller, Buenos Aires, 2002.


Zaratustra (VI a.C) fue un reformador religioso iraní, fundador del mazdeísmo, que con el pasar del tiempo se transformó en una figura legendaria y simbólica. Su doctrina está contenida en los himnos del Avesta. Algunos de sus principios no podían dejar de seducir a Friedrich Nietzsche, especialmente los que se referían al surgimiento del superhombre, la muerte de Dios, la voluntad de poder y el eterno retorno.

"Así hablaba Zaratustra" comienza cuando el héroe finaliza su aprendizaje de diez años de soledad en la montaña y decide bajar a reencontrarse con los hombres: "Mira que estoy harto de mi sabiduría, como la abeja que ha acumulado demasiada miel; necesito manos que hacia mí se tiendan".

Encuentra en primer lugar a un eremita, que trata de convencerlo de que desista de su propósito y permanezca en soledad adorando a Dios. Zaratustra se mofa: "�Será posible? íEse viejo santo en su bosque no se ha enterado aún que Dios ha muerto!".

Después llega a una plaza repleta de gente y les anuncia al Superhombre. No importan felicidad ni cordura ni virtud ni justicia ni compasión, les grita. "Os anuncio al Superhombre: íél es este rayo y esta locura!". La multitud se ríe de él. "No me entienden; yo no soy la boca que necesitan esos oídos".

Carga con el cadáver de un saltimbanqui que ha caído de la cuerda floja, porque había hecho del peligro su profesión y eso lo dignificaba, y lo arrastra durante toda la noche buscando dónde enterrarlo. Por la mañana abandona a su compañero inerte en el tronco hueco de un árbol para resguardarlo de los lobos: "No he de ser pastor ni sepulturero. No hablaré más a la gente; por última vez he hablado a un muerto".

Aquí comienzan "Los discursos de Zaratustra". El hombre debe cambiar: "Os señalo las tres transformaciones del espíritu: la del espíritu en camello, la del camello en león y la del león en niño". Es necesario transformarse en niño porque "el niño es inocencia y olvido, un nuevo inicio, un juego, una rueda que comienza a girar en forma espontánea, un movimiento inicial, un santo decir ísí!"

Se burla de un sabio que alaba las virtudes y el respeto a las horas de sueño. "Estar despierto para dormir bien. Por cierto que si la vida no tuviese sentido y hubiese que elegir alguna sinrazón, ésta se me aparecería también a mí como la más digna de ser elegida".

Apostrofa contra quienes sueñan transmundos y contra los detractores del cuerpo. "De todo lo escrito, sólo aprecio lo que uno ha escrito con su sangre. Escribe con sangre y sabrás que la sangre es espíritu".

"�Acaso os aconsejo mortificar vuestros sentidos? Os aconsejo la inocencia de los sentidos. �Acaso os aconsejo la castidad? La castidad es en algunos una virtud pero en muchos, poco menos que un vicio. Hay hombres que son castos por naturaleza; son más cordiales que vosotros, y su risa es más fácil y frecuente que la vuestra.

"Ahí están los tísicos del alma; no bien nacidos, ya empiezan a morir y anhelan doctrinas de cansancio y renunciamiento.

"Sólo debéis tener enemigos que odiar, no enemigos que despreciar. Debéis estar orgullosos de vuestros enemigos; así, los triunfos de vuestro enemigo serán también triunfos muy vuestros".

"Se llama Estado al más frío de todos monstruos fríos. Y miente fríamente, y su mentira es ésta: `Yo soy el Estado, soy el pueblo'.

"Tus semejantes siempre serán moscas venenosas; lo que hay de grande en tí no puede menos que hacerlos cada vez más semejantes a moscas venenosas. íRefúgiate, amigo mío, en tu soledad, y allá donde sopla un viento fuerte y frío!".

"Demasiado tiempo se han agazapado en la mujer un esclavo y un tirano. De ahí que la mujer no esté aún capacitada para amistad; sólo conoce el amor. La mujer no está aún capacitada para la amistad. Todavía las mujeres son como felinos y pájaros; o, en el mejor de los casos, como vacas. La mujer no está aún capacitada para la amistad. Pero a ver, hombres, �cuál de vosotros está capacitado para la amistad?".

"Mi concepto de la justicia es éste: los hombres no son iguales. íY no han de serlo tampoco en el futuro! �Qué sería mi amor al superhombre si yo no hablase así?".

Libro, pues, de sentencias, de órdenes, admoniciones. Algunas son lo suficientemente ambiguas como para haber seducido a teóricos de ideologías y sectas de extremos opuestos. Atenderlas con afán acrítico supone, ante todo, aceptar una sumisión incondicional de discípulo que se somete a un maestro demiurgo (dándole al Zaratustra de Nietzsche tal rango), así como otros, con la misma base de credulidad e indefensión se someten a las lecciones de tantos mercenarios de la autoayuda, orientalismo y sanaciones semejantes que pululan desde hace años en nuestra industria cultural. Para quienes se acercan a la filosofía con curiosidad más sana y racional, "Así hablaba Zaratustra" es un buen libro para entender las ideas, pasiones e importancia de Nietzsche en el espíritu de la modernidad.