El cantautor español Joaquín Sabina, impedido de cantar a causa de una grave enfermedad en sus cuerdas vocales que se le descubrió en mayo pasado, está haciéndose notar con la flamante y lujosa edición del libro "Con buena letra", en que reúne la totalidad de la producción poética que publicó en discos propios y ajenos.
Alejado de la música a causa de una sumatoria de dolencias -a la afección vocal que lo dejará sin escenario hasta finales de este año, se le había sumado una isquemia cerebral en agosto de 2001-, el artista oriundo de Jaén parece estar volcando su actividad hacia lo literario.
Primero, en octubre de 2001, fue la salida del volumen de sonetos "Ciento volando de catorce" (que en Argentina se conoció, en agosto del año pasado, a través de una entrega especial de la revista de actualidad "3 puntos") en que el trovador exhibió su veta de poeta sin melodía pero, sin embargo, recorrió los tópicos del exceso y la ironía que lo han convertido en un músico reconocido en toda hispanoamérica.
Ahora, de la mano de "Con buena letra", Sabina pone en tinta 220 composiciones que le permitieron sembrar devotos de su arte a través de 16 álbumes y miles de actuaciones en Europa y Latinoamérica.
La magnífica edición originalmente fechada en Madrid, en octubre del año pasado, compila textos que se dividen en cuatro apartados: "Discografía oficial", "Trajes a medida", "Para cine y televisión" y "Punto y seguido".
En el prólogo del libro -también introducido por un vasto y elogioso texto a cargo de Benjamín Prado- Sabina escribe, bajo el título de "Curándome en salud", una serie de autorreferencias a sus canciones que, según confiesa, datan de 1994.
Entre los apuntes que figuran en la posdata de ese relato, el guitarrista y cantante comenta que, además del obvio contenido en "Discografía oficial", en "Trajes a medida" se cuentan "textos que escribí de encargo o para amigos. No están todos, sólo los que, releídos ahora, no me sonrojan demasiado. Sabido es que los trajes a medida dependen del gusto del cliente. Igual sucede con "Para cine y televisión".
"Por fin y para que este libro tuviera una colección de inéditos -continúa el creador- he añadido unas sobras bajo el título `Punto y seguido' para que ustedes las compartan".
En el remate de esas líneas, el vocalista concluye: "Advertirá el lector, si es curioso, pequeños cambios en algunas canciones conocidas previamente. Son a propósito, es así como me gusta cantarlas hoy. Los comentarios de puño y letra, los dibujitos y las bromas, sólo pretenden añadir divertimento. Ojalá lo consiga. Gracias".
Sobre la lírica o en las márgenes de cada canción, Sabina le pone nombre y apellido a las historias de amor (cita a mujeres que se hicieron canción y se llaman Sonia, Blanca, Lucía, Cristina e Isabel) y hasta se permite aclarar que "no se llamaba Soledad" la que le dio título a la pieza "Que se llama soledad". Otras anotaciones en los suburbios de cada canción destilan pensamientos, afectos y posiciones como "escrita pensando en Paco Rabal" (en "íAl ladrón, al ladrón!"), "ojo con Le Pen. Abajo la ley de inmigración" (en "La casa por la ventana") y "Viva la República" (en "como te digo una co te digo la o").
La rica y vistosa recorrida literaria por el cancionero "sabinesco" en "Con buena letra" incluye, además, fotos, dibujos e imágenes que lo muestran en la juventud y en buenas y malas compañías como para redondear el de por sí explícito contenido de esas narraciones tormentosas y embriagadoras.
Todo Sabina en un paseo lírico que, de algún modo, sirve para mitigar el deseo de apreciarlo en directo, tal como iba a suceder a finales de 2003 cuando vendría a mostrar en directo a nuestro país su más reciente disco titulado "Dímelo en la calle".
El estrecho vínculo entre Joaquín Sabina y la Argentina queda expresado en los apuntes que el autor español realiza en el recorrido de canciones volcadas en la flamante edición de "Con buena letra".
"Baglietto tiene una versión" (escribe sobre "Doble vida", un tema que el intérprete rosarino sumó a su disco "Corazón de barco", de 1993) y advierte que "la gocé ejerciendo de Rodríguez" (en relación a "Todavía una canción de amor", que escribió especialmente para el grupo rockero hispano-argentino que comandó Andrés Calamaro).
En otros pasajes del grueso volumen, el creador indica: "Se llamaba Buenos Aires" (en "Con la frente marchita" cuya letra cita a Borges, Evita y las Madres de Plaza de Mayo) y desnuda sus gustos futboleros al anotar "para mi primo Riquelme" (en "Dieguitos y mafaldas").
En el apéndice "Punto y seguido", Sabina exhibe "Tango para Valdano" (todo un gesto tratándose de un hincha del Atlhetic como Joaquín que homenajea a un símbolo del Real Madrid, que, según asume de puño y letra, debe cantarse "con la música de `Malena"'), y también tributa a otros latinos de valía como Violeta Parra ("Violetas para Violeta", y Pablo Milanés ("Para Pablo").