Pantallas & Escenarios: PAN-04 Roman Polanski llegó a los 70


El cineasta polaco Roman Polanski, uno de los grandes autores vivos del cine mundial, cumple hoy 70 años tras haber exorcizado sus fantasmas interiores en filmes como "El inquilino", "El bebé de Rosemary" o "El pianista", en los que creó personajes inolvidables y plasmó algunas de las imágenes más inquietantes e intensas de la historia del cine.

Aunque goce de un merecido reconocimiento internacional, la existencia de este "niño terrible" -frecuentemente atraído por historias de seres solitarios, obsesivos o desesperados- puede ser considerada un infierno por el que se abre paso cargando sobre sus espaldas el dolor, los temores y las angustias de una vida repleta de dramas y sinsabores.

Nacimiento en París en 1933, infancia en un gueto judío en Cracovia, separación traumática de sus padres -su mamá murió en un campo de exterminio nazi-, persecuciones, adolescencia bajo el régimen estalinista, accidentes físicos graves, pérdida brutal de amigos y de una esposa a punto de dar a luz, problemas judiciales, mala acogida de sus filmes.

Esas y otras penurias sumergieron a Polanski en una realidad excepcional en la que, no obstante, salió adelante con una reserva de optimismo y confianza en sí mismo que le permitió concretar sus proyectos personales más felices y arriesgados, e incluso algunos actos fallidos como "Piratas" (1986), "La muerte y la doncella" (1994) o "La última puerta" (1999).

Este seductor de escasa estatura -con 1,64 metros de altura enamoró a bellísimas actrices como Bárbara Lass, Sharon Tate y su actual esposa, Emmanuelle Seigner- se formó como cineasta en los '50 en la Escuela de Cine de Lodz, donde fue compañero de Jerzy Skolimowski y se acercó a la obra de maestros del cine polaco como Wajda, Zanussi y Kawalerowicz.

Ya desde sus inicios como cortometrajista sus películas reflejaron una visión oscura y desesperanzada de la vida, con seres indefensos frente a un mundo que los avasalla y oprime con su egoísmo, sus miserias y su maldad.

Luego llegarían su opera prima, "El cuchillo bajo el agua" (1962), y obras maestras como "Repulsión" (1965), "Cul-de-sac" (1966), "La danza de los vampiros" (1967), "El bebé de Rosemary" (1968), "Barrio Chino" (1974), "El inquilino" (1976) y la reciente "El pianista" (2002), por la que ganó la Palma de Oro en Cannes y el Oscar al mejor director.