(...) Así como a quien ha sido atrapado por la pasión hacia la filosofía no es cautivo de un único particular problema, y así como los resultados no disipan la ardiente tensión especulativa, el lector de "La muerte de Virgilio" es llevado a la tensión de un movimiento que está más allá del suspenso provocado por la anécdota y que lo arrastra, como a Virgilio mismo, a través de todas sus vivencias y visiones, hasta la solución del descanso eterno.
Se cuenta con que el lector ceda a este movimiento y lea la novela como si fuera un poema. Suspendida entre la vida y la muerte, entre el "ya no" y el "no aún", la vida se revela en toda esa riqueza de significado que sólo se hace visible contra el oscuro fondo de la muerte. Al mismo tiempo, el "ya no y no aún" que impregna a la obra como tema central señala el gran cambio de la historia, la crisis entre el "ya no" de la antigüedad y el "no aún" del Cristianismo, y su evidente paralelo con nuestro presente. La relevancia filosófica de la crisis se asemeja a una situación de despedida: una época que ha perdido toda esperanza, cuestiona de antemano cada problema y clama redención ante cada necesidad.