Area Metropolitana: AREA-02 Grave deterioro del mobiliario urbano de influencia francesa
Algunas obras de hierro fundido se hicieron en el siglo XIX. Muchas esculturas de confección francesa son patrimonio común de ciudades del Mercosur. En Santa Fe ya robaron dos y todavía se desconoce su destino. El mismo fenómeno ocurre en Buenos Aires.


Muchos de los objetos de hierro que decoran los espacios verdes y edificios de la ciudad y hoy están oxidados, mutilados, escritos con grafitis banales e, incluso, olvidados, fueron fundidos en Francia, en el siglo XIX, y constituyen un patrimonio común junto a los que se encuentran en tantos otros centros urbanos del Mercosur.

La crisis económica en la que todavía está sumido nuestro país convirtió en bienes preciados para los "buscas" de toda laya a numerosas piezas escultóricas de hierro y bronce ubicadas en plazas y paseos, patrimonio artístico que motivó una seguidilla de robos que si bien se inició en Buenos Aires, no tardó en trasladarse a Santa Fe.

Este año fue sustraída con total impunidad la escultura que embellecía una de las fuentes de la plaza Pueyrredón; intentaron llevarse el cóndor que integra el pedestal del monumento al Gral. San Martín en la plaza homónima y robaron el niño empotrado en la fuente de agua que adornaba el patio delantero de la escuela N° 1190 IV Centenario. Todos tienen un denominador común: son de hierro fundido.

En el caso de la estatua que ornamentaba la plaza de barrio Candioti, estaba acompañada por una placa ubicada en su parte inferior que informaba su procedencia: "Fondiéres du Val D'Osne. Voltaire, París".

Precisamente, los primeros trabajos artísticos en hierro fundido se realizaron alrededor de 1835 en las fundiciones de Calla (París), Ducel (Pocé-sur-Cisee), Muel (Tusey) y André (Val D'Osne), todas poblaciones francesas.

Gracias a la investigación realizada y proporcionada a El Litoral por Elizabeth Robert Dehault, integrante de la Asociación para la Salvaguardia del Patrimonio Metalúrgico de Francia, se pudo saber que la gran mayoría de las piezas que embellecen las ciudades del Mercosur fueron fundidas en Val D'Osne.

Esta fundición fue "creada en 1836 por Jean Pierre Victor André para fabricar mobiliario urbano y fundiciones de tipo decorativo... se convirtió rápidamente en la casa de fundición más importante del arte francés. La reputación de esas producciones es el fruto de la unión del arte y de la industria", asevera la especialista en el informe.

Tesoros del Mercosur


Entre otros valiosos datos, señala que el Val D'Osne propone a través de las 700 planchas de su catálogo del año 1900, alrededor de 40 mil objetos, de los cuales 600 son estatuas humanas, 250 estatuas de animales, numerosas fuentes, jarrones, motivos decorativos realizados en módulos y vía crucis firmados por más de 60 escultores de los cuales hoy se encuentran centenares de reproducciones en 50 países, entre ellos, la Argentina.

Una política comercial audaz, apoyada en las exposiciones universales que acompañaron la segunda mitad del siglo XIX favoreció importantes exportaciones a todos los continentes. Varias ciudades de latinoamérica lo demuestran con fidelidad.

Entre los pioneros del arte industrial, Mathurin Moreau merece un homenaje particular. Creó para la Fundición Val D'Osne más de cien modelos de estatuas, fuentes y elementos decorativos, que fueron solicitadas por numerosas ciudades del mundo. Un ejemplo son las fuentes monumentales que se encuentran en la avenida 9 de Julio, en Buenos Aires, que creó junto al arquitecto Liénard.

La mujer es la principal protagonista de su obra fecunda, clásica y refinada. Quizás, la obra que robaron en la plaza Pueyrredón era de su autoría, aunque los datos relevados por El Litoral no pudieron confirmarlo.

Destino incierto


Ya en el siglo XX, el mercado se encontraba un tanto saturado de obras de hierro fundido. El hormigón y los materiales compuestos fueron cobrando mayor auge.

Recién en 1970 resurgió cierto interés en Francia, cuando para celebrar el bicentenario de la revolución, se devolvió su pátina dorada a los caballos alados del puente Alejandro III en París.

En tanto, en los países del Mercosur, el interés por estas piezas de gran valor llegó dos décadas más tarde. En 1992, la ciudad de Río de Janeiro realizó un inventario de sus fundiciones de arte. Luego se sumaron a esa iniciativa Santiago de Chile y, en nuestro país, Buenos AIres, La Plata y Córdoba.

Santa Fe -como en tantos otros terrenos-, tiene una deuda pendiente en esta materia. Estas obras de gran valor histórico y escultórico pasan desapercibidas para la mayoría de los ciudadanos, mientras otros se empeñan en destruirlas o en robarlas para vender el metal por unos pocos pesos. La suma de actitudes negativas: el raterismo activo, la desaprensión ciudadana, la ausencia de autoridad y la inoperancia policial se conjugan para vaciar lenta pero inexorablemente el patrimonio público urbano.