Quentin era un niño cuando se desató la moda de kung-fu, en los comienzos de la década del '70. Aquellas influencias se mezclaron en el Tarantino más crecido con el culto al animé japonés. Aunque ya su mente estaba seducida por la fuerza de una puntiaguda y polvorienta bota tejana en primer plano. La literatura pulp hizo lo suyo y añadió el realismo sucio y la estética del magazine, y los personajes delineados desde el detalle. Así, articulando estos singulares elementos, y mientras de fondo suenan alternadamente una balada cantada por Nancy Sinatra, un twist, y las percusiones electrizantes de The RZA, tenemos algo cercano a la fórmula de Kill Bill, la venganza. O al menos lo que la entrega ofrece en su Volumen 1, (la segunda parte llegará el 25 de marzo de 2004, y promete).
"La venganza es un plato que se sirve frío", reza el epígrafe de este primer capítulo, en un juego de autocontradicción frente a lo que vendrá: una historia que hierve.
Cobra Negra, así el alias de Uma Thurman, la excluyente protagonista, despierta de un estado de coma que le duró cuatro años después de ser víctima de un feroz ataque el propio día de su boda, en la fronteriza ciudad de El Paso. En blanco y negro en el comienzo, el filme podría parecer que suprime el color para evitar al espectador un exceso del efecto sanguinario. Así se ha dicho inclusive, aunque con el correr del metraje las heridas de arma blanca -sobre todo viniendo de una espada de samurai realizada especialmente en la isla de Okinawa- disparan tales chorros del rojo líquido vital que el traje amarillo y negro estilo Kung-Fu de la vengadora queda completamente ensangrentado, igual que el resto de las locaciones y extras, e incluso uno, en su butaca, tiende a pasarse la mano por el rostro para secarse, por las dudas.
Algún eco del inigualable Takeshi Beat Kitano está sonando allí, y de hecho, unos de los personajes más sórdidos es la turbia niña Gong -Chiaki Kuriyama- la protagonista de Batalla real, la película más decidida y revulsivamente gore de Takeshi.
Como es habitual en Tarantino, está también el humor satírico; así como la descripción exagerada, centrada en manías y caprichos, de los submundos mafiosos de los que se trate -ya sea en Los Angeles, o en Tokio-. La otra marca infaltable del director es su eximio manejo de los rompecabezas temporales, en este caso con un flash back memorable: una tira de animé de lujo dirigido por él mismo.
El problema comienza cuando descubrimos que, la tensión que en Reservoir Dogs, Pulp Fiction o Jackie Brown era el producto de buenas ideas, aquí es un perfeccionamiento de efectos, dobles, y direccionalidad del impacto.
No en vano Yuen Woo-Ping fue la reconocible firma de las coreografías de acción, ya bien conocido por sus diseños cinéticos en Matrix y El Tigre y el Dragón, que se repiten en Kill Bill dedicándole mucho más tiempo del necesario y haciendo que en definitiva las últimas grandes películas de acción realizadas en Hollywood, a pesar de ser lo que se dice "de autor", se estén pareciendo demasiado entre sí.
Quedan para la segunda vuelta las esperadas actuaciones de Daryl Hanna, Michael Madsen y David Carradine en el rol del mismísimo Bill, que aquí hacen prácticamente cameos, cediendo el segundo protagónico a la contrafigura encarnada por el ángel de Charly Lucy Liu.
Finalmente, otra renuncia para remarcar: no hay nada en la historia que pretenda relacionar lo que ocurre con lo que es realmente posible que ocurra; no hay sesgos de verosimilitud alguna, y, más allá de las licencias a las que lo habilita la mixtura de géneros, fantasiosos de por sí, tanta irrealidad despoja de interés a la trama y a la intriga, ambos ejes centrales del arte de la narrativa.
Idem. (Estados Unidos/2003). Guión y dirección: Quentin Tarantino. Intérpretes: Uma Thurman, Lucy Liu, Vivica A. Fox, Michael Madsen, Daryl Hannah, David Carradine, Sonny Chiba y Julie Dreyfus. Fotografía: Robert Richardson. Música: The RZA. Edición: Sally Menke. Diseño de producción: Yohei Taneda y David Wasco. Duración: 111 minutos. Para mayores de 18 años. Se presenta en sala 4 de Cinemark.
Ana Aymá