"Terrazas repletas de ropa secándose al sol" es la segunda entrega de una serie que al principio se quería novela y que se titula "Sin plan". Esta presentación incluye cuatro nuevos cuentos, y se completaría con una tercera parte, en espera de que un volumen unitario reúna a todos los cuentos del conjunto.

Distintos personajes delirantes, desopilantes y horripilantes (empresarios, escritores inéditos, funebreros, camilleros de ambulancia pública, jovencitos caprichosos e intoxicados) se mueven por paisajes anodinos (una ciudad calcinada, situada sin localismo pero fácilmente reconocible como nuestra); se enfrentan apáticamente a situaciones extremas o ínfimas, todo narrado desde el punto de vista de un observador abombado o sumamente cansino, incluso cuando esa voz sea la de una primera persona que empieza contando la llamada telefónica de un amigo desde el exterior que dice tener miedo y estar solo y que pregunta sobre la ola de suicidios de jóvenes -un tema recurrente en estos cuentos- y que enseguida se desvaría mientras el narrador se pierde en sus proyectos de escribir una novela y una crónica sobre esos suicidios, cuelga, come una lata de atún y mira televisión, cuenta de sus compañeros de casa y sus múltiples amores y raros trabajos, sube a la terraza para arreglar la señal televisiva, el piso está ardiente y tiene que hacer equilibrio sobre una cornisa, se cae, despierta en una ambulancia, le meten al lado un herido que intentó suicidarse y así en un -valga el oxímoron- vértigo inmóvil, que se prolonga hasta el paroxismo.

Nicolás Trempos nació en Santa Fe, en 1971. De los 18 a los 28 años vivió en Rosario. La afición por la literatura, que había estado en su infancia y había desaparecido en su adolescencia -dedicada a tocar golpes en una banda punk-, renace a los 20 ó 21 años, en un Taller de Redacción, mientras estudia Comunicación Social.

Es devoto de los autores norteamericanos actuales metidos en la bolsa común del "realismo sucio": Bret Easton Ellis, John Irvine, Irvine Wellsh, etc., y de los maestros de esa corriente: Cheever, Carver, Bukowski.

Vale la pena arriesgarse a absorber las tormentas astrales y sus florecientes carcinomas en estas "Terrazas repletas de ropa secándose al sol", una trágico-jocosa panorámica sobre los tropismos que nos zarandean en el mundillo presente.