La comunidad parroquial del barrio Santa Rosa de Lima conmemoró el pasado 15 de diciembre, los quince años del fallecimiento del padre Luis Quiroga. Dentro de pocos días, el 30 de enero, se recordará la fecha de su nacimiento ocurrido en la provincia de San Juan en el año 1943.
El padre Quiroga desempeñó durante diez años una gran labor cristiana y de promoción social en esa populosa barriada del oeste de la ciudad. Por eso cada año, al cumplirse un nuevo aniversario de su fallecimiento, se reaviva su recuerdo y la nostalgia de tantos momentos compartidos con intensidad y alegría.
"Pero muchos que no estaban allegados al padre no lo conocieron lo suficiente. Y los más jóvenes ni siquiera habían nacido o eran muy pequeños, por lo que es necesario que reavivemos el recuerdo de las aristas más notables de su personalidad, de su vida y su acción", dicen los vecinos de Santa Rosa.
El padre Quiroga fue ordenado sacerdote el 26 de diciembre de 1970. Era un tiempo agitado en la vida argentina, y los gobiernos democráticos no alcanzaban a consolidarse antes que los sucesivos golpes militares los derrocaran. Se desarrollaba un intenso debate y crecimiento de la conciencia social del pueblo, por lo que nada hacía suponer los tristes momentos que nuestra patria iba a sufrir a fines de los años setenta.
La Iglesia no estaba al margen de ese movimiento y, alentada por las conclusiones del Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Obispos Latinoamericanos de Medellín (1968) -que, entre otras cosas, en lo social propugnaba la opción preferencial por los pobres-, vivía intensamente esa realidad en muchos de sus grupos y congregaciones.
A poco de ser ordenado y fiel a su intención de vivir con intensidad el carisma salesiano de amor por los jóvenes y los pobres, no tardan en aparecer los primeros "chispazos" entre Quiroga y sus mismos hermanos de la orden en su ciudad natal, por lo que continúa su misión en San Nicolás.
Allí vive su experiencia de "cura obrero" trabajando en una panadería y alentando el comienzo de un centro comunitario en una villa de emergencia, llamada Cavalli.
A mediados de los setenta, el clima de turbulencia se incrementó y, luego del golpe militar de 1976 que dio comienzo al sangriento Proceso de Reconstrucción Nacional, los militares no aceptan actividades de esta naturaleza, por lo que milagrosamente el Padre Lucho escapa de las redadas que le tienden y acepta la sugerencia de sus superiores de abandonar San Nicolás y continuar en Santa Fe, donde monseñor Zazpe lo recibe con los brazos abiertos.
Se desempeñó como párroco de Santa Rosa de Lima desde 1977 a 1987. Fue preponderante su acción para la creación de los centros comunitarios Corazón de María y Cristo Rey, el comedor de ancianos de Cristo Rey, el Comedor de Niños y dispensario en el Centro Comunitario Corazón de María, la ampliación de las escuelas (desde la parroquia o desde la función de representante legal de las tres escuelas).
En 1982 fue presidente de la comisión del barrio que adecuó el local de la Ex Escuela Técnica de Mujeres, para fundar la Guardería Santa Rosa de Lima.
Fue activo impulsor de la creación de la escuela 1298, que luego llevaría el nombre de quien fuera su gran amigo, monseñor Vicente Zazpe.
También fundó el hoy desaparecido Hogar Santa Ana, para ancianas solas, y apoyó personalmente al grupo de matrimonios jóvenes que surgió luego de la Misión Juvenil Arquidiocesana.
Vivió con intensidad el carisma de amor y servicio a los jóvenes y niños más humildes legado por San Juan Bosco, fundador de la orden salesiana. Trabajador incansable, testimonió en todos sus actos su intenso amor al Señor y a sus hermanos.
Luego de diez intensísimos años de labor pastoral en Santa Rosa de Lima, pidió autorización a sus superiores para realizar cursos de capacitación, estudio y reflexión en Brasil, para servir siempre más y mejor a sus hermanos necesitados. Dejó la parroquia al final de 1987 y partió a Brasil.
En octubre de 1988 regresó, ya muy enfermo, y falleció el 12 de diciembre de ese año.
Fue velado en la parroquia de Santa Rosa de Lima, con la presencia de su familia y muchos de sus hermanos sacerdotes, rodeado del testimonio agradecido de todo el barrio.
Hoy está vivo en el recuerdo y el espíritu de quienes se nutren de su ejemplo, en el voluntario que esforzadamente sostiene la catequesis, la acción y obras parroquiales, y en todos los que trabajan por una sociedad mejor.
La vecinal del barrio Santa Rosa de Lima obtuvo en 1991 la denominación Padre Luis Quiroga para una de sus calles. También una biblioteca lleva su nombre, así como un Jardín de Infantes de gestión oficial, el grupo scout de la parroquia y, más recientemente, un Club del Trueque.
Son todos éstos hechos espontáneos que prueban la vigencia de su testimonio y ejemplo.
Y como la recuperación de su memoria es tarea cotidiana, quienes tengan fotos, datos, anécdotas, documentos o acciones del padre para compartir pueden hacerlas llegar a Silvia Arias, en Cáritas Parroquial, Santiago de Liniers 4649 de esta ciudad.