Cultura: CULT-03 Felino

Por Sara Zapata Valeije


Se desliza a mis pies debajo del escritorio

con el más gracioso de los ronroneos,

quiere ser incitante cuando avanza rozando

uno de mis tobillos

y entonces siento su pielcita de pelos suavísimos, blancos,

una y otra vez, distrayéndome de lo que escribo;

pero al fin, cansado de su propio dar vueltas,

se extiende sobre la alfombra, se despereza,

gira como un ovillo, se queda dormido. O finge,

es seguro, porque escucho el raspar de las zarpas

sobre el borde de la alfombra y el piso de madera;

sabe que oigo muy bien cómo las afila

fantaseando tal vez con una presa apetecible,

�una gacela que ha venido a beber al pie de la vertiente?

él podría sorprenderla con un golpe de colmillos

asestado en el fino cuello, hasta que la sangre deje de latir

y el olor dulce, recién derramado, corra

por el borde del agua, se disuelva

entre las raíces de los papiros y el aroma de los nenúfares.

Finjo no prestarle atención pero sé que me observa

con una mirada implacable de destellos dorados;

debería acariciarle el lomo, ese dibujo

de mariposas negras contra el denso amarillo,

la recia pelambre que disimula la tensión de los músculos.

Es tan soberbio que intento olvidar

cómo la senectud anhela la belleza,

las percepciones que habrán de morir con el que muere;

pero él, ajeno a todo, hastiado de mi inmovilidad

y de la mano que lo escribe con resignada melancolía,

se echa sobre su flanco, mira hacia la ventana,

va desvaneciéndose con la última luz del crepúsculo

y a mis pies, sobre la alfombra, quedan esparcidas

sólo las mariposas negras, un polvillo de oro.