El nadador santafesino Pedro A. Candioti unió a nado San Javier con nuestra ciudad entre el 19 y el 23 de febrero de 1939, habiendo recorrido más de 264 kilómetros.
Esta notable hazaña -una de las tantas conseguidas por el insigne deportista- fue recordada por el Prof. Juan María Hachmann, en base a los comentarios que le realizara oportunamente su tío, el Dr. Julio Hachmann, que en aquella época había sido el director del raid.
Explicó que "el Club Náutico El Quillá había sido fundado en 1938 por un grupo de amigos de Pedro Candioti con el fin de secundarlo en todos sus intentos deportivos y afiliarse a la Federación de Natación y Waterpolo, entidad que estaba autorizada a homologar sus récords".
"La comisión directiva, a instancias de Julio Hachmann, decidió hacer un recorrido en el cual no influyeran las malas condiciones climáticas que siempre lo acompañaron en todos sus intentos. La ruta a seguir sería San Javier-Santa Fe, de 264 kilómetros, itinerario que se realizaría entre ríos, lagunas y arroyos, de manera que Pedro estuviera más protegido de las inclemencias del tiempo".
"Por intermedio de Eduardo Hachmann, hermano menor de Julio, conoció a Ricardo Rugeroni, maquinista del barco Francisco Chimino de 20 toneladas, ideal para navegar entre riachos y lagunas. Dicho barco también era propiedad de Juan José Careca, un español muy aventurero".
"El Club Quillá disponía de 1.200 pesos de esa época y el gasto total del raid iba a ser de 996 pesos. El tesorero de la institución, Cocho Niklison, aprobó el gasto junto con la comisión directiva. Rugeroni le colocó al barco un motor marino, de manera que la embarcación podía marchar por varios días sin parar, con sólo controlarle el aceite. Además de los dueños, completaba la tripulación un marinero autorizado, de apellido Costilla".
El equipo que iba a hacer el intento estaba integrado por el Dr. Julio Hachmann, director, y Manuel Vera Candioti, encargado de remeros y nadadores. Como fiscalizadores iban Israel Cirelli, encargado de la alimentación y la protección de lanolina del nadador; Pedro Bayúgar, periodista, y Francisco Milcheltorena, gendarme.
Los médicos que participaron fueron Ezequiel Agudo Franco y Carlos Vera Candioti; los nadadores, R. Perazo, C. Vera, P. Acosta, J. Palma, A. Barceló, y A. Niklison; remeros, J. Niklison, A. Malone, M. Marra, R. López, A. Sánchez y J. Quiroga, pero también debieron cumplir turnos Julio Hachmann y Manuel Vera Candioti. Los técnicos para el radiotransmisor del barco eran Buso y Carlos Driau, y también se contrataron dos prácticos, uno de San Javier y otro de Helvecia.
El 18 de febrero partió el barco con la tripulación desde el atracadero que tenía El Quillá, en el Riacho Santa Fe, en un camión se llevaban dos botes a remo y Candioti se había adelantado en un auto a San Javier. Se alojó en el Hotel Internacional pero una parte del equipo paró en casas de familias que gentilmente había ofrecido alojamiento y la otra durmió en el barco.
El 19 era el día de la largada y amaneció lluvioso y se debió postergar la largada porque había llovido durante casi tres horas sin parar. Los miembros de la comisión directiva de El Quillá se habían reunido y acordaron con el director del raid largar a las 10 de la mañana. Luego de que paró de llover, Candioti se tiró al agua desde el bulevar de San Javier, que hoy se llama Pedro Candioti, en su honor. El barco -luego de abastecerse- lo alcanzó horas después.
Por la noche, con el motor parado del barco, el nadador era acompañado con canciones y gritos de aliento. Pedro tomaba su mate cocido caliente. Por zonas de bañados llegaban a canchas largas donde cambiaba la dirección del río.
Por la noche, desorientado el guía, marchaban perdidos pero después de marchas y contramarchas del esforzado Candioti (que nadaba hasta una hora contra la corriente) se dieron cuenta que estaban bien encaminados y que el río desbordado se había convertido en una gran laguna.
Embocaron en el Cayastá, donde tantas veces habría pasando navegando con su gente Hernandarias y Juan de Garay. Al poco tiempo llegaron a la Laguna La Cortada, a Helvecia (donde una de las hijas de Pedro lo saludó), siguieron a Cayastá. Al tercer día ya avistaban las barrancas de Entre Ríos.
En la cuarta noche sin dormir del nadador fue necesario darle café para reanimarlo. A la madrugada entraron en Colastiné y a las 4 de la madrugada Candioti superó su mejor marca: 87 horas, llegando a las 90 horas de nado.
Desde ese momento, todo el barco fue ruido y música para animar al nadador que se duerme. Incluso llegaron a tocarle el Himno Nacional con una armónica. Pedro seguía casi inconsciente. En una lancha que venía desde Santa Fe llegó su hijo Julio, quien se arrojó al agua y lo alentó al grito de íVamos papá!, gesto que hace reaccionar al nadador para seguir con sus brazadas.
A las 96 horas Pedro estaba en el Riacho Santa Fe e igualó el récord mundial que tenía el norteamericano Morris Kella desde hacía ocho años. La sirena del Francisco Chimino anunció las 100 horas de nado y 33 minutos. Posteriormente llegó al Club de Regatas de Santa Fe, lugar elegido por él para finalizar su raid.
En esta parte del relato, el Prof. Juan Hachmann comentó que "según la opinión de Julio Hachmann y Domingo Palvirini, el nadador estaba en condiciones de haber nadado 10 horas más pero dónde saldría, quién lo podía atender mejor que el Club de Regatas con su característica hospitalidad. Allí fue recibido por el gobernador Manuel de Iriondo y toda la ciudadanía porque Pedro, a los 46 años, cumplía con esta hazaña saliendo del agua por sus propios medios en 100 horas y 33 minutos, un nuevo récord mundial para el Club Quillá".
Agregó que "merecen ser destacados los acompañantes de Pedro Candioti, que lo hicieron en forma desinteresada contribuyendo con un trabajo en equipo, sin el cual no hubiese sido posible que consiguiera el récord. Vale también un merecido y eterno reconocimiento a Pedro Candioti y a su familia por apoyarlo siempre".
El Prof. Juan Hachmann también aportó varias anécdotas que le relataran quienes participaron del raid acuático:
Mariana RiveraFotos: gentileza Prof. Juan Hachmann