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Recuerdos de un nadador que le ganó al Paraná
Al haberse recordado el pasado 23 de febrero el 65° aniversario del récord mundial que realizara Don Pedro Antonio Candioti -al haber conseguido permanecer 100 horas y 33 minutos en el río Paraná, cuando nadó entre San Javier y Santa Fe-, el Prof. Juan María Hachmann rememoró esta hazaña.


El nadador santafesino Pedro A. Candioti unió a nado San Javier con nuestra ciudad entre el 19 y el 23 de febrero de 1939, habiendo recorrido más de 264 kilómetros.

Esta notable hazaña -una de las tantas conseguidas por el insigne deportista- fue recordada por el Prof. Juan María Hachmann, en base a los comentarios que le realizara oportunamente su tío, el Dr. Julio Hachmann, que en aquella época había sido el director del raid.

Explicó que "el Club Náutico El Quillá había sido fundado en 1938 por un grupo de amigos de Pedro Candioti con el fin de secundarlo en todos sus intentos deportivos y afiliarse a la Federación de Natación y Waterpolo, entidad que estaba autorizada a homologar sus récords".

"La comisión directiva, a instancias de Julio Hachmann, decidió hacer un recorrido en el cual no influyeran las malas condiciones climáticas que siempre lo acompañaron en todos sus intentos. La ruta a seguir sería San Javier-Santa Fe, de 264 kilómetros, itinerario que se realizaría entre ríos, lagunas y arroyos, de manera que Pedro estuviera más protegido de las inclemencias del tiempo".

"Por intermedio de Eduardo Hachmann, hermano menor de Julio, conoció a Ricardo Rugeroni, maquinista del barco Francisco Chimino de 20 toneladas, ideal para navegar entre riachos y lagunas. Dicho barco también era propiedad de Juan José Careca, un español muy aventurero".

"El Club Quillá disponía de 1.200 pesos de esa época y el gasto total del raid iba a ser de 996 pesos. El tesorero de la institución, Cocho Niklison, aprobó el gasto junto con la comisión directiva. Rugeroni le colocó al barco un motor marino, de manera que la embarcación podía marchar por varios días sin parar, con sólo controlarle el aceite. Además de los dueños, completaba la tripulación un marinero autorizado, de apellido Costilla".

Equipo y apoyo


El equipo que iba a hacer el intento estaba integrado por el Dr. Julio Hachmann, director, y Manuel Vera Candioti, encargado de remeros y nadadores. Como fiscalizadores iban Israel Cirelli, encargado de la alimentación y la protección de lanolina del nadador; Pedro Bayúgar, periodista, y Francisco Milcheltorena, gendarme.

Los médicos que participaron fueron Ezequiel Agudo Franco y Carlos Vera Candioti; los nadadores, R. Perazo, C. Vera, P. Acosta, J. Palma, A. Barceló, y A. Niklison; remeros, J. Niklison, A. Malone, M. Marra, R. López, A. Sánchez y J. Quiroga, pero también debieron cumplir turnos Julio Hachmann y Manuel Vera Candioti. Los técnicos para el radiotransmisor del barco eran Buso y Carlos Driau, y también se contrataron dos prácticos, uno de San Javier y otro de Helvecia.

El 18 de febrero partió el barco con la tripulación desde el atracadero que tenía El Quillá, en el Riacho Santa Fe, en un camión se llevaban dos botes a remo y Candioti se había adelantado en un auto a San Javier. Se alojó en el Hotel Internacional pero una parte del equipo paró en casas de familias que gentilmente había ofrecido alojamiento y la otra durmió en el barco.

El 19 era el día de la largada y amaneció lluvioso y se debió postergar la largada porque había llovido durante casi tres horas sin parar. Los miembros de la comisión directiva de El Quillá se habían reunido y acordaron con el director del raid largar a las 10 de la mañana. Luego de que paró de llover, Candioti se tiró al agua desde el bulevar de San Javier, que hoy se llama Pedro Candioti, en su honor. El barco -luego de abastecerse- lo alcanzó horas después.

El río desbordado


Por la noche, con el motor parado del barco, el nadador era acompañado con canciones y gritos de aliento. Pedro tomaba su mate cocido caliente. Por zonas de bañados llegaban a canchas largas donde cambiaba la dirección del río.

Por la noche, desorientado el guía, marchaban perdidos pero después de marchas y contramarchas del esforzado Candioti (que nadaba hasta una hora contra la corriente) se dieron cuenta que estaban bien encaminados y que el río desbordado se había convertido en una gran laguna.

Embocaron en el Cayastá, donde tantas veces habría pasando navegando con su gente Hernandarias y Juan de Garay. Al poco tiempo llegaron a la Laguna La Cortada, a Helvecia (donde una de las hijas de Pedro lo saludó), siguieron a Cayastá. Al tercer día ya avistaban las barrancas de Entre Ríos.

Récord mundial


En la cuarta noche sin dormir del nadador fue necesario darle café para reanimarlo. A la madrugada entraron en Colastiné y a las 4 de la madrugada Candioti superó su mejor marca: 87 horas, llegando a las 90 horas de nado.

Desde ese momento, todo el barco fue ruido y música para animar al nadador que se duerme. Incluso llegaron a tocarle el Himno Nacional con una armónica. Pedro seguía casi inconsciente. En una lancha que venía desde Santa Fe llegó su hijo Julio, quien se arrojó al agua y lo alentó al grito de íVamos papá!, gesto que hace reaccionar al nadador para seguir con sus brazadas.

A las 96 horas Pedro estaba en el Riacho Santa Fe e igualó el récord mundial que tenía el norteamericano Morris Kella desde hacía ocho años. La sirena del Francisco Chimino anunció las 100 horas de nado y 33 minutos. Posteriormente llegó al Club de Regatas de Santa Fe, lugar elegido por él para finalizar su raid.

En esta parte del relato, el Prof. Juan Hachmann comentó que "según la opinión de Julio Hachmann y Domingo Palvirini, el nadador estaba en condiciones de haber nadado 10 horas más pero dónde saldría, quién lo podía atender mejor que el Club de Regatas con su característica hospitalidad. Allí fue recibido por el gobernador Manuel de Iriondo y toda la ciudadanía porque Pedro, a los 46 años, cumplía con esta hazaña saliendo del agua por sus propios medios en 100 horas y 33 minutos, un nuevo récord mundial para el Club Quillá".

Agregó que "merecen ser destacados los acompañantes de Pedro Candioti, que lo hicieron en forma desinteresada contribuyendo con un trabajo en equipo, sin el cual no hubiese sido posible que consiguiera el récord. Vale también un merecido y eterno reconocimiento a Pedro Candioti y a su familia por apoyarlo siempre".

Anécdotas


El Prof. Juan Hachmann también aportó varias anécdotas que le relataran quienes participaron del raid acuático:

  • Antes de la largada de Pedro Candioti, el tirabomba oficial de San Javier llegó con un sobretodo especial, de cuyos bolsillos colgaban las mechas. Un gracioso del lugar le arrimó una brasa de un cigarro de hoja cuando pasó y las bombas comenzaron a explotar dentro del saco. Con rapidez y desesperación, el hombre logró desprenderse del saco para no quemarse.
  • Cuando Miguelito Marra -uno de los acompañantes de Pedro- tiró desde el barco una bomba de estruendo para distraer al nadador, la bomba hizo una extraña parábola descendente y cayó en el agua. Luego explotó cerca de Candioti, quien tuvo que zambullirse para no recibir el impacto.
  • Una noche del raid, el barco Chimino quedó varado en una laguna. Rogelio López (alias La Mona) pidió permiso para ir a cazar ranas, que le dio Julio Hachmann. Un rato después llegó con el cargamento de ranas y subió al barco sin darse cuenta que la tapa de la bodega estaba abierta. Cayó por su boca pero, por suerte, sobre un colchón doblado. Las ranas se desparramaron por toda la bodega y todos los acompañantes que estaban descansando -esperado sus turnos de relevo- no pudieron dormir más porque las ranas saltaban por todos lados, frías y pegajosas.
  • En horas de la mañana, cuando se repartía el café y el pan, se observaba en la proa del barco a la Mona López que soplaba el desayuno para enfriarlo. Pero uno de los tripulantes se dio cuenta que era vino negro y no café, que había sacado de una damajuana, lo que estaba prohibido para los acompañantes.
  • Días después del raid se realizó un corso en Avenida Freyre, adonde fue invitado especialmente Pedro Candioti como integrante del jurado. Todas las murgas y las comparsas hicieron su primera pasada. Luego, imprevistamente, apareció la murga de El Quillá portando un cartel desafiante que decía "Adelante". La encabezaba Aníbal Niklison, quien iba disfrazado de Candioti sólo con un slip y el cuerpo untado con vaselina y talco, los anteojos de agua y el gorro de Pedro. Hacía movimientos acompasados que simulaban las brazadas del nadador. La murga cantaba esta canción: "Estamos aquí, los que vimos al campeón, que termina de batir, el récord de natación, salimos de San Javier, con rumbo a Santa Fe, y para llegar empleamos, 100 horas y 33, que Candioti ya está viejo, que Candioti no va más, hoy le tapamos la boca, los muchachos de El Quillá".
  • Mariana RiveraFotos: gentileza Prof. Juan Hachmann