Pantallas & Escenarios: PAN-02 El gran fabulador


El gran pez, basada en la novela homónima de Daniel Wallace, expone otra vez ante el espectador el mágico universo de ese director singular que es Tim Burton (Batman, El joven manos de tijeras, La leyenda del jinete sin cabeza, Ed Wood, Marte ataca, El planeta de los simios).

Burton es un director excéntrico dentro de la maquinaria hollywoodense, por sus historias, por sus personajes y porque le gusta mezclar códigos de diversos géneros: el comic, la literatura gótica, los cuentos de hadas, el terror, la animación. Por eso logra crear un lenguaje propio, lleno de matices, a partir de una mirada bastante desprejuiciada, que se ríe, en sus obras más logradas, de dogmas y esquemas, para proponer otra realidad que transgrede las fronteras de lo verosímil en cine, pero siempre con un toque ingenuo, aun en los temas más escabrosos.

En este caso, aborda la relación entre un gran fabulador, Edward Bloom, y su hijo Will, quien aparece agobiado por la mitomanía incontenible de su progenitor y se esfuerza por descubrir su verdadera personalidad.

En el relato, Edward está ya muy enfermo y cerca de la muerte, cuando se produce el reencuentro con su joven hijo, promovido por Sandra, la madre. A partir de allí, la historia se verá salpicada de recuerdos delirantes de anécdotas que cabalgan entre la realidad y la fantasía. Cualquier excusa es un buen disparador que Edward no desaprovecha para dar rienda suelta a su prolífica imaginación, que funciona casi como un caleidoscopio. Y así, poco a poco, el hijo irá redescubriendo la historia personal de su padre, para entender finalmente, cómo funciona esa mente particular y lograr una emotiva reconciliación antes del suspiro final.

En los relatos de Edward hay grandes amores, viajes por el mundo, gigantes, gemelas siamesas artistas de music-hall, circos exóticos, pueblos encantados, raras metamorfosis, brujas capaces de predecir el futuro... cierta desmesura y una metáfora que atraviesa todo el filme: el gran pez, ése que nunca se deja atrapar, una suerte de quimera.

Se trata de una fábula, que si bien no alcanza el nivel de sorpresa y sugestión de El joven manos de tijera o La leyenda del jinete sin cabeza, lleva el sello de Burton: un ilusionismo impregnado de libertad, simbolismos, melancolía e imaginación, que se fusiona con la realidad más prosaica sólo para enriquecerla y hacerla más interesante. En este caso, el imaginativo realizador se aleja de las sombras góticas para ofrecer un mundo más luminoso y colorido -plasmado por la fotografía diáfana de Philippe Rousselot y acompañado por la hermosa música de Danny Elfman-, y exaltar los sentimientos más nobles y el amor eterno. Pero también hay que decir que el resultado es más desparejo y un tanto meloso.

En este mundo semifantástico, el reparto se mueve con solvencia, encabezado por Ewan McGregor y Albert Finney en el mismo personaje joven y viejo; Jessica Lange, como la esposa, y Billy Crudup, como el hijo; a quienes se suma el siempre eficaz Danny De Vito, entre otros.

El gran pez


"Big Fish", EE.UU./2003, color. Dirección: Tim Burton. Intérpretes: Ewan McGregor, Albert Finney, Billy Crudup, Jessica Lange, Helena Bonham-Carter, Steve Buscemi, Danny De Vito, Alison Lohman, Robert Guillaume, Marion Cotillard, Matthew McGrory. Guión: John August, basado en la novela de Daniel Wallace. Fotografía: Philippe Rousselot. Música: Danny Elfman. Edición: Chris Lebenzon. Presentada por Columbia. 120 minutos. Apta para todo público.

Laura Osti