-El español es la cuarta lengua a nivel mundial. Hay 400 millones de personas que lo hablan. Frente a esta magnitud, hay por supuesto diversidad y variedades dialectales, pero actualmente se relacionan y toman elementos unas de otras. �Estamos tendiendo hacia una lengua cada vez más heterogénea?
-Creo que la homogeneidad nunca podrá existir dentro de un sistema de lengua y además es bueno que esto no sea así. Cada mosaico del mundo en el que se hable cualquier tipo de lengua, por razones internas y externas, tiene sus características. Porque la lengua se moviliza, es dinámica y diacrónica. Es absolutamente normal y necesario que se conformen las áreas dialectales, las áreas socioculturales y sociolectos. Esto es necesario.
Nunca podemos llegar a homogeneizar una lengua, porque está reflejando la historia y mentalidad de un pueblo. Es bueno que la lengua cambie y que vengan nuevas formas. Muchas veces influye la cultura, la moda, la ciencia, las necesidades expresivas de un pueblo que va abriendo su mirada al mundo, y entonces necesita vocabularios y expresiones para la dimensión de esta mirada.
-A la hora de analizar el estado actual del español, �qué se considera prioridad: el uso o la norma?
-Un gran dialectólogo que se llamaba Pedro Rona, planteaba que una cosa es lo correcto y otra cosa es la forma que a través del uso se considera adecuada. Es decir, que puede ser una forma incorrecta a la luz de la Real Academia Española, pero es adecuada en el medio donde se use. Por lo tanto, desde el punto de vista de aquellos que estamos dentro del purismo de la normativa, vemos que hay palabras absolutamente correctas desde el punto de vista de la normativa, que no corresponden al uso.
-El 15 de enero se incluyó la palabra Internet en los diccionarios de la RAE, esto simboliza lo que está ocurriendo con la incorporación de extranjerismos o palabras relacionadas con nuevas tecnologías en nuestro sistema. Es decir, usamos la palabra por la norma �pero qué ocurre cuando se da el camino inverso?
-Yo no estoy de acuerdo con que se incluya esa palabra. En todo sistema hay una periferia, hay préstamos y extranjerismos. Pero para ingresar al sistema, tiene que aceptar las normas del sistema: en este caso, castellanizarse. Desde el nivel morfológico y sintáctico, aceptar las normas que el sistema impone. Internet no es una palabra que forme parte de nuestro sistema ni se ha castellanizado como ocurrió con la palabra fútbol, por ejemplo.
Yo no quiero que por usar estas palabras, mi lengua pierda el carácter cultural que tiene ni la identidad que me da. Para mí no lo enriquece, sino que lo perjudica. La lengua es cultura, así que está afectando mi identidad. Yo quiero que cada vez que hable mi lengua en cualquier parte del mundo, me reconozcan como un hablante del español. Y la RAE nace para eso, para cuidar el idioma.
-�Y qué hacer entonces cuando en el uso se vuelven necesarias palabras ajenas?
-O se quedan como extranjerismos o lo hacemos ingresar castellanizándolo. Pero lo que ocurre es que no siempre una palabra puede adquirir las normas del sistema. A veces se recurre a una perífrasis, por ejemplo: en España, en vez de decir el francés omelett, se dice tortilla francesa. Acá permanece como extranjerismo, como un préstamo de una lengua, y no hay por qué variarlo si no nos perjudica. De lo contrario, hay que buscar un equivalente. Pero no siempre es posible, no siempre encontramos una palabra en nuestro sistema que comparta el significado semántico de la que se quiere introducir, por eso a veces se recurre a perífrasis u otros recursos. Y si no es posible, que se la deje como extranjerismo. En todas las lenguas hay extranjerismos �por qué no lo podemos hacer nosotros?
-�Cuáles son las responsabilidades del hablante ante este fenómeno?
-Tenemos que tener mucho respeto a nuestro sistema de lengua y tener mucho cuidado con las normas, cómo las usamos. Y todo esto comienza a llevarse a cabo en el sistema formal, cuando el niño ingresa al sistema educativo. El niño viene con su lengua aprendida informalmente y con lo primero que se encuentra es con la lectoescritura.
La escritura es la máxima formalización de la lengua, yo creo que es así. Tenemos que cuidar nuestra cultura, y la lengua es parte de ella. No tenemos que manosearla, ni ser groseros al momento de usarla. Saber en qué contexto la usamos, a quién nos dirigimos, y esto tiene que ver con la adecuabilidad del acto al contexto en que se realiza. Habrá momentos en que podamos usar un lenguaje coloquial, otros formal. Pero lo que no podemos es ser groseros, no podemos desgastar a nuestro sistema, ni vulgarizarlo, porque atentamos a nuestra cultura.
Como decía Wittgenstein: "los límites de mi sistema lingüístico son los límites de mi mundo". Si yo cada vez empobrezco más mi lengua, empobrezco mi espíritu, mi mundo y mis posibilidades de acceder al conocimiento.
-Por cuestiones culturales y de comunicación, también vemos el avance de argentinismos en el mundo.
-Nuestra lengua está siendo la tercera o cuarta del mundo, entonces hay una importancia a nivel mundial. El argentinismo siempre será argentinismo y ocupará el mismo lugar que ocupa, por ejemplo, un anglicismo en el nuestro. Eso tiene que ser un orgullo para nosotros, porque quiere decir que nuestra lengua es necesaria e importante en otros sistemas. Me parece bárbaro que se expanda a manera de préstamo, es un indicador bastante importante.
-�Cuál es la relación entre el avance del inglés como lengua universal y los factores o intereses de poder?
-Llamarlo universal me parece todavía bastante grande, yo lo llamaría internacional. Y creo que sí, que es un avance político. Una vez hubo un intento de armar un sistema que se llamaría esperanto, que sería un sistema de sistemas. No fue posible. Pero hoy se ha implantado el inglés como un sistema internacional. Esto es poder político y económico.
El esperanto desaparece, a pesar de que se luchó por esta utopía durante muchos años, y se impone el inglés.
-La introducción de nuevos elementos �atenta contra la riqueza histórica de la lengua?
-No, mientras se lo cuide y respete el sistema. Mientras que no caiga en un uso que lo debilite. Porque la fuerza del sistema está en su pureza. Algunos extranjerismos no lo afectan, pero no podemos poblarlo de extranjerismos.
-El vicepresidente de la RAE sostiene que la literatura de una comunidad puede contribuir a mantener esa pureza. �Qué lugar ocupan la literatura y los medios de comunicación en el movimiento de la lengua?
-Durante muchísimos años, a principios del siglo XX y mucho antes también, quien regía los destinos del uso correcto de la lengua era la literatura, después todo eso se ha desplazado un poco.
La literatura es un ámbito bellísimo en el que la lengua es manejada de una manera maravillosa. Miremos la belleza de la metáfora, que es la sublimación de un pensamiento plasmada en una estructura lingüística hermosísima. Es el ámbito de la fantasía, en el que todo es posible.
El literato hace con la palabra lo mismo que el pintor con el pincel. Va dibujando con su mente ese mundo especial e imaginario que va estructurando con un pincel que es la palabra. Y lo mismo puede hacer el hablante, no necesita ser literato. Eso es lo que uno pretende del hablante. No necesita ser literato para usar bellamente la palabra. A cualquier hablante que usa correctamente la palabra es un placer escucharlo, porque refleja su espíritu, su mente y su alma a través del lenguaje.
En los medios de comunicación se agrede a la palabra, hay un mal uso y abuso. Hay una especie de mal ejemplo, y la responsabilidad de los medios es muy grande. Están prostituyendo la lengua. La palabra ocupa un lugar, no se la puede usar de cualquier forma. Y hay una falta de adecuabilidad de la palabra al contexto. La lengua tiene movimiento.
-Además de la responsabilidad del hablante, un rol importante juegan los congresos y convenciones para la conservación de la lengua...
-Allí nos juntamos especialistas en la lengua a debatir este área del conocimiento, y lo que debatimos es qué aspectos de la lengua investigamos y cuáles son los aportes y resultados que se pueden hacer desde esas investigaciones.
Nos conectamos e interactuamos a nivel nacional o internacional. Nos damos ideas, sugerencias, y se hace una apertura muy importante en lo referido a la lengua. Un congreso da la posibilidad a nuevos y viejos investigadores, docentes, etc... de que podamos aprender unos de otros. Es una apertura. Es parte de la formación de la academia y es absolutamente necesario. El que no puede ir a un congreso se queda a atrás.
-�Cuál es su opinión acerca del próximo congreso de la lengua a realizarse en Rosario en noviembre?
-Estoy absolutamente desilusionada. Aquellos que hemos asistido a congresos internacionales en nuestra vida, sabemos que esto no es un congreso, porque si bien es cierto que van a hablar personas que han integrado ciertas comisiones o la RAE, etc., no hay apertura. Esto no es un congreso, es una convocatoria política y cultural.
Hasta el momento no hay posibilidades de exposiciones libres ni de demostrar qué es lo que está haciendo el investigador en nuestro país y cuáles son sus intereses. Lo noto político. A nadie le ha preocupado lo que se está haciendo en nuestro país sobre la investigación de la lengua.
Van a venir grandes literatos y escritores, pero no se le da la posibilidad a aquellos que estamos trabajando desde la lengua hace tantos años, ni a nuestros alumnos, ni a nuestra juventud. No están abiertas las puertas para saber qué se está haciendo en investigación en la República Argentina.
No le quito crédito a nadie. Yo estoy dirigiendo grupos de investigación y me hubiera encantado hacer una ponencia y llevar a mis investigadores para que vivan un congreso a nivel internacional...y no me lo permiten. Eso no es lo que se espera en un congreso internacional. Muchos colegas estamos indignados. Hasta ahora veo eso; si cambia, pediré humildemente disculpas.
-Puede resumir en pocas palabras �qué es la lengua?
-Es un elemento que a mi me permite pensar, conformarme como persona, acceder al mundo del conocimiento, interaccionar con los demás, expresar mi pensamiento, ser un ser social, ser un ser desde lo antropológico.
Además, me permite crecer como persona y comprender a los demás. El mundo del conocimiento al que accedo a través de la lengua, es el que me moldea como persona y moldea mi espíritu. Nada existe si no es a través de mi lengua. A esto lo digo entre comillas. Si yo quiero ingresar en una ciencia tan abstracta como la matemática u otras áreas del conocimiento, debo hacerlo a través de la lengua: hasta el símbolo matemático lo exteriorizo a través de la lengua. Hasta la filosofía, madre de las ciencias, debe ser exteriorizada a través de la lengua. Y no es que no exista otra manera de comunicación, porque no desconocemos la importancia de lo paraligüístico, pero el sistema más rico, más flexible y que más posibilidades nos da, es la lengua.
Virginia Gutierrez
Evangelina Simón es profesora de Letras, ex directora fundadora de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España (Uned), dirige el Instituto de Investigación en Comunicación de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) y ha publicado tres libros sobre la enseñanza de la lengua