Buenos Aires (Enviado especial).- No hubo tiempo de analizar el encendido discurso político de Vignatti, el miércoles pasado, cuando confirmó su alejamiento de la presidencia el 30 de junio y su predilección por Horacio Darrás para ocupar el cargo. El partido con Banfield achicó momentáneamente el tiempo del análisis, pero comienzan a vivirse épocas intensas desde lo institucional que no se pueden soslayar.

¿Qué dejó en claro Vignatti, más allá de que se va y que postula a Darrás como sucesor?

* Que quiere un presidente empresario y no un político, un sindicalista o alguien que no provenga de aquel ámbito.

* Que utilizó con mucha astucia el momento político-institucional de Unión para señalar en forma reiterada que "hay ejemplos de división alrededor, que no debemos imitar".

* Que lo pone "loco" el hecho de pensar en que alguien está o quiere llegar a Colón para anteponer intereses personales.

* Que no le gusta que le digan "Darrás no" sin proponer un candidato, y que está dispuesto a escuchar a todos, aunque dejó en claro que pretende una continuidad de esta comisión directiva, lo cual, aunque él no lo diga, lo condiciona a elegir a alguien que sea aceptado por su actual grupo de trabajo.

A propósito de esto último, hay situaciones a definir:

* La situación de Fleming: va a resultar fundamental conocer su decisión. Primero, porque de seguir en la directiva, es el gran candidato a ser el vicepresidente primero. Segundo, porque de su continuidad depende el sí de otros, como Daniel Díaz, el actual tesorero. Y Darrás quiere que los dos sigan sí o sí.

* La de Daniel Díaz: está dicho que condicionará su decisión a lo que haga Fleming. Por lo visto, Vignatti armó un entorno muy fuerte con Darrás, Fleming y Díaz, al punto tal que las decisiones particulares de cada uno pasaron a depender de lo que decida el resto.

* La de José García: uno no se imagina a la gente de Vignatti dirigiendo el club sin García. Y tampoco se lo imagina a García afuera de Colón. Fue uno de los que mayor cautela tuvo en este proceso, como esperando que los hechos se concreten para luego decidir sobre su futuro. Darrás lo respeta y lo considera un dirigente útil.

* La del resto: como por ejemplo, Rodolfo Sacks, actual secretario, quien nunca ocultó sus deseos de ser presidente, aunque es evidente que no contó con el apoyo de Vignatti. Es otro candidato a ocupar un cargo alto dentro de la nueva dirigencia oficialista.

Queda después, para un segundo renglón en el análisis, la alternativa de que se arme una oposición. Vignatti fue claro y hasta intentó desestimarla: "¿Para qué ir a una confrontación electoral si podemos dirimir nuestras diferencias antes?", se encargó de señalar. Hay una certeza: Candioti, que el viernes estuvo en la cancha de Banfield viendo el partido, esta vez se mantendrá al margen. Por el momento no se escuchan rumores, pero hasta el 7 de junio (plazo de presentación de las listas) falta casi un mes. Vignatti aglutina casi todo el poder político en Colón, y su participación con un rol protagónico en la formación de la lista oficialista le dará garantías reales de triunfo.

Un último tema que no está ajeno a las cuestiones dirigenciales en Colón: el económico. 1) Vignatti ratificó que el que venga encontrará a un club saneado y con sus recursos intactos; 2) mientras casi el resto de los clubes (de Primera y del ascenso) gastaron a cuenta sus fondos de la TV, Colón está al día, por lo que la nueva dirigencia encontrará intacto el recurso económico más importante y seguro que tienen los clubes; 3) falta cobrar casi toda la venta de Ricchetti (se iría Vignatti a Europa para reclamar ese dinero) y hay chances ciertas de transferir a Carignano. Conclusión: el post-vignattismo puede presentar, a quienes así quieran verlo, dudas en lo político, pero nadie cuestiona que se dejará un club transparente en lo económico y administrativo.