Para no arrepentirse de nada, para volver a vivir, a luchar
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Desde su primer filme a este último opus trató desesperadamente de encontrar razones a tanto despilfarro de riquezas, a tanta injusticia y fundamentalmente por que el Hombre se niega la plenitud de su natural inteligencia, de su cuerpo. Por eso, la política y el sexo son los ejes de toda su obra, y a llevado esa interrelación a los extremos del escándalos de las almas pías, conformistas o directamente corrompidas por la moral, la ideología o la religión de turno.
El autor de obras maestras como "éltimo tango en París" y "Novecento", supo también abrevar en otras culturas para tratar de explicarse la suya, como en las discutibles "El último Emperador" o "Buda". Muchas veces nos preguntamos como seguiría la obra de un creador que no encontraba salida a la decadencia en que estaba metida nuestra sociedad, especialmente la europea. Y nos contestó con la apelación conmovedora a un amor ausente pero necesario en obras como "Refugio para el amor" y "Cautivos del amor".
Para rastrearlo, vuelve ahora sobre sus pasos para detenerse en la última explosión de ese amor de nuestra era, aquellos maravillosos años sesenta en donde todo era posible. Eran los días de la `imaginación al poder' y nadie desconfiaba del triunfo. �Nadie?, allí Bertolucci descubre a Mathew, uno de sus protagonistas, un californiano en el París del estallido. Llega con su cultura, a la vez odiada y amada por quienes lo alojan en su propia casa: los hermanos gemelos Isabelle y Théo, todavía pendientes de resolver un conflicto que no ven: despreciar la cultura burguesa de la cual viven (en casa de sus padres y con sus cheques), pero a la vez capaces de recitar a Marx y Mao completos.
"Los soñadores" entonces abandona las calles de París para meterse en el departamento de estos tres jóvenes (que lo disfrutarán el mes en que los padres permisivos de alejan), en donde la política y el sexo volverán a ser temas excluyentes.
Es el sexo, explícito, natural y hermoso, el que los une con la atracción propia de la juventud sin barreras, es el amor pervertido por la presencia de esquemas y dogmas el que trata de buscar un camino que no encuentra. Sin embargo, todas las verdades se cantan en este filme poéticamente revolucionario. En sus charlas está todo el conflicto, mientras los franceses se remiten a verdades parciales y son la ingenua encarnación de soñar un mundo mejor (�utopía?), el californiano se refugia en recetas más seguras y madura en su interior la traición final.
A pesar de las cosas pasadas, Bertolucci, siempre cercano a la revolución, vuelve a creer en ella, en los cambios, más allá de que éstos puedan ser todavía posibles. Este cronista detalla aquí simplemente todo lo que hemos perdido por no hacerlos cuando se creyeron posibles. Por eso ese aire de nostalgia que tiene un filme que hay que verlo con los ojos y sentirlo con el corazón. Para los cineastas la apuesta es doble, porque aquí el cine es un eje que desborda todo: desde el inicio con las manifestaciones para restituir en su cargo al creador de la cinemateca francesa Henry Langlois (precedente del mayo francés), hasta las citas permanentes que, más que un homenaje a los años de la nueva ola, es rendirle el tributo que testimonia que, después de 40 años, fue el único cambio visible y real del cine.
Hijo de aquellos felices, Bertolucci vuelve al final con sus protagonistas a las calles, mientras la policía invade el cuadro. El tema del otro, de los otros, vuelve a confundirse con lo más íntimo de cada uno, porque allí la ecuación que hay que resolver. La banda sonora registra entonces la voz de un símbolo, del gorrión de París cantando "Non, je ne regrette rien": No me arrepiento de nada. Así de simple y hermoso.
("The Dreamers", Estados Unidos/Francia/Italia/Gran Bretaña, 2003); Dirección: guión: Gilbert Adair; fotografía: Fabio Cianchetti; música: Janice Ginsberg y temas de los años 60; montaje: Jacopo Quadri; arte: Eric Viellerobe; vestuario: Louise Stjernward; Intérpretes: Michael Pitt, Eva Green, Louis Garrel, Anna Chancellor, Jean Pierre Kalfon, Florian Cadiou, Robin Renucci y Jean Pierre Leaud; duración: 114m. Presentada por Fox en Cinemark.
Juan Carlos Arch