Política: POLI-05 Néstor Kirchner, con capital político para un año complejo
El apoyo legislativo del PJ será fundamental para el tiempo que viene. Dificultades para definir criterios claros respecto de la sustentabilidad del crecimiento de la economía. La relación con la dirigencia justicialista y los otros factores de poder.


El presidente Néstor Kirchner arrancó su mandato con el 22 % de los votos, pero llega al primer año de gobierno con un apoyo popular que ronda el 80 %. Es una proeza que no puede ser vista como un simple dato estadístico. Al contrario, ese respaldo a la gestión del santacruceño es, hoy por hoy, el mayor capital político del presidente y la fuente en la que deberá basar la gestión de un futuro inmediato complicado, plagado de malas noticias para el conjunto de la población y que desembocará en un 2005 electoral, en el que la realidad mostrará todas las furias de la competencia por el poder dentro del Partido Justicialista.

Si el 2003 fue un año de gracia y luna de miel, muy bien aprovechado por Kirchner y el gobierno para construir un fuerte lazo con la mayoría de la población y, a partir de ahí, disparar políticas muy agresivas en frentes tan complejos como el de la relación con las Fuerzas Armadas, o la confrontación con los empresarios extranjeros, el 2004 se transformó repentinamente en el año del retorno al clima de crisis.

El presidente tiene a favor una recuperación económica vigorosa, que desde los pantanos de la peor recesión de la economía moderna argentina está devolviendo poco a poco el aliento a las empresas, generando trabajo y recuperando el optimismo de los consumidores. Sin embargo, la magnitud del daño causado por la recesión iniciada en el tercer trimestre de 1998, sumada a cierta impericia del actual gobierno que subestimó el potencial de daño del crac energético preanunciado por todos los analistas, muestran ahora nubarrones oscuros que obligarán a Kirchner a un acelerado uso de aquel capital político.

Para los segundos doce meses de mandato, el gobierno suma varios frentes muy complejos, pero entre los cuales se destacan la renegociación final con los acreedores defaulteados en diciembre de 2001, la renegociación del acuerdo stand by trianual firmado en setiembre último con el FMI, la resolución del enorme problema energético y de tarifas, la generación de políticas que pongan un freno al impacto del creciente ambiente internacional negativo sobre el ritmo de crecimiento de la economía argentina y la resolución política del creciente choque con el grueso del partido peronista, más que enojado por las intenciones presidenciales de purificación de la política.

Frentes de tormenta en dominó


Cada uno de esos frentes tiene fuerza para generar mucho más que un dolor de cabeza a un presidente como Kirchner, que enfrentó grandes temas en los primeros 12 meses de gobierno, pero que se vio beneficiado siempre por los buenos vientos del crecimiento económico. Pero el problema es que los cinco frentes mencionados tienen un profundo nivel de concatenación, lo cual actúa como un factor de multiplicación de los riesgos que la "administración K" tiene ante sus narices.

Los resultados de la renegociación de la deuda condicionarán el futuro inmediato de la economía argentina, tanto por el clima que deje el acuerdo final entre inversores internacionales como por el nivel de esfuerzo fiscal que dicho entendimiento implique para el conjunto de los argentinos.

Al mismo tiempo, la obligación de renegociar la pauta fiscal para 2005 y 2006 con el FMI tiene como trasfondo la presión del organismo a favor de los acreedores y, por si fuera poco, de los intereses de las empresas privatizadas, que pugnan por aumentos de tarifas. El gobierno está plantado en una pauta fiscal que implica un superávit primario del 3 %, pero el FMI quiere aumentar ese valor para mejorar la oferta a los acreedores. En cualquier caso, sea que se mantenga el 3 % o que aumente dicha pauta de excedentes, implica una enorme presión y un condicionante al crecimiento económico, basado fundamentalmente en el consumo interno.

Al mismo tiempo, la crisis energética no ha hecho otra cosa que disparar el peor de los fantasmas: el temor al desabastecimiento de gas y electricidad en los hogares argentinos, con el consiguiente impacto político, sumado al actual cronograma de cortes programados de energía eléctrica y gas a empresas, una pésima noticia que ya afecta a 12.000 compañías de todo el país y que repercutirá en el nivel de crecimiento de la economía durante 2004. Para el 2005, hay que agregar la certeza de aumentos tarifarios en servicios esenciales, más allá de los ya anunciados en el gas y la luz.

Justamente, el gobierno de Néstor Kirchner no termina de definir criterios claros en relación con la sustentabilidad del crecimiento de la economía, una asignatura pendiente que determinará gran parte del desarrollo del segundo año de gobierno. Si bien es cierto que la renegociación con los acreedores y la constante puja con el FMI condicionan las chances de establecer ejes claros de un programa económico de largo plazo, ya son muchas las voces que alertan que el crecimiento de la economía argentina depende en la actualidad excesivamente de condicionantes externos, como los precios de los commodities, lo cual está lejos de ser un programa económico propiamente dicho.

Desde el día mismo de su asunción, el presidente brega discursivamente por un barajar y dar de nuevo en términos de estructura económica y productiva, incluyendo en ese deseo un relanzamiento del rol del Estado. Sin embargo, más allá del "efecto político" de fortaleza estatal causado por un duro negociador como es Kirchner, no hay señales que permitan adivinar un cambio real respecto del país económico que surgió en los '90, con las privatizaciones y los planes liberalizadores de Carlos Menem.

El vínculo con el justicialismo


Finalmente, en el frente político, los desafíos de los próximos 12 meses se anotan todos en la vereda del inestable vínculo entre el presidente y los líderes principales del justicialismo, comenzando por Eduardo Duhalde. Kirchner ha desandado en los últimos meses buena parte de su envión inicial a favor de la transversalidad, pero el justicialismo ha respondido con creciente oposición a la intención del santacruceño de generar una "purificación" de la política, comenzando por el mismo peronismo.

A la hora de gobernar, Kirchner depende absolutamente del apoyo legislativo que sólo puede garantizarle el justicialismo, el cual depende esencialmente de Eduardo Duhalde y de los principales líderes peronistas de las provincias. Por eso la relación con el PJ se concatena absolutamente con los cuatro frentes antes nombrados, porque aunque el primer mandatario disponga del capital político que entrega un apoyo popular del 80 %, hay un océano de distancia entre ese apoyo en las encuestas y las necesidades concretas del gobierno. Sin el apoyo del justicialismo, difícilmente el gobierno tenga elementos sólidos para concluir la negociación con los acreedores, definir el horizonte de 24 meses que implicará el próximo acuerdo fiscal con el FMI, y dedicarse a gobernar pensando en los desafíos que implica garantizar un sostenimiento del crecimiento económico.

Los senadores del PJ avalan al presidente


El bloque justicialista de senadores nacionales reafirmó su apoyo a Néstor Kirchner, al cumplir el primer año de gestión al frente del Poder Ejecutivo.

En un documento, el sector destacó que "luego de haber asumido la responsabilidad de conducir a la Argentina, en el marco de una profunda crisis estructural, en sólo un año, el presidente Kirchner está encaminando al país en el sendero de la recuperación y la mejora institucional".

Por su parte, el presidente de la bancada oficialista de la Cámara Alta, Miguel Pichetto, afirmó que "durante el último año, desde la asunción del gobierno nacional el pasado 25 de Mayo, el bloque justicialista acompañó las políticas del presidente, y así lo seguirá haciendo, con el debate y tratamiento de las leyes claves que en los últimos meses pasaron por el Congreso de la Nación, tanto las que envió el Poder Ejecutivo como las iniciativas que se originaron en Diputados y el Senado".

Pichetto también destacó "la tarea del Congreso en tanto facilitador y generador de consenso en torno de los objetivos políticos del presidente Kirchner".

Asimismo, hizo una mención especial al resto de los bloques parlamentarios de la Cámara Alta, que "tuvieron una actitud sumamente constructiva a la hora de debatir y tratar en el recinto las iniciativas que envió el gobierno".

Finalmente, Pichetto dijo que desde el 25 de Mayo del año pasado, la Argentina está logrando superar años de estancamiento y "hoy contamos con una economía en crecimiento, que paulatinamente está recuperando trabajo para los argentinos".

Darío D'Atri