Opinión: OPIN-04 Cartas a la Dirección

¿Mediocre quién, yo?


Señores directores: Una de las cosas que siempre me preocuparon, a lo largo de mi vida y de las situaciones por las que he atravesado, es ver cómo la "mediocridad encarnada" se las ingenia para adueñarse de ciertos lugares clave para, desde allí, encargarse de poner trabas a la creación, a las ganas de hacer, a lo positivo. Cabe aquí definir al mediocre. Mediocre es aquel que quiere ser y no puede, no por falta de oportunidades sino por no saber cómo. Justamente, por ser mediocre. Y entonces, es la historia del huevo y la gallina: es mediocre porque no puede ser "más", por ser mediocre.

El mediocre, esté donde esté, es el que se encarga de poner "piedras en la rueda", el burócrata, el que siempre se opone a todo, por las dudas, no vaya a ser que si no pone obstáculos, el otro termine siendo más que él (seguramente es así). El mediocre es, también, el que gusta de la figuración, el "cholulo", el que tiene que "aparecer en la foto" (con el funcionario, con el artista, con el que es "algo" y se le cruce por el camino). Y hará lo imposible por lograrlo. Empujará con los codos y toda su humanidad para llegar adelante, no sea que el reportero gráfico del diario o el camarógrafo del canal de televisión no registren su presencia en tan importante acto.

Lamentablemente, en este proceso el mediocre no escatima esfuerzos, y le importa poco, o nada, dañar a personas o instituciones. Lo que realmente le importa es "estar" o "figurar" caiga quien caiga. Si el mediocre es hombre, seguramente tiene a su lado a una "mujercita de aquellas", que constantemente lo arengará para que no se quede atrás en sus intentos de avance (seguro que es más mediocre que él, si esto es posible).

Pero dentro de la mediocridad, hay distintas especies, como las hay en el reino animal. Y están, también, los "mediocres de alma"; que por esos avatares del destino y de las circunstancias (el apoyo de otros mediocres menos lúcidos que él, por ejemplo), "llegaron a algo". O, por lo menos, a ser "tenidos en cuenta" como si realmente valieran algo. Éstos son tanto o más peligrosos que los primeros, porque comandan y se sirven (como les convenga y según el caso) del ejército de mediocres a los que les gustaría ser un "mediocre reconocido" como él. Esta última especie descripta es un tanto más inteligente, ataca desde las sombras, "acompaña gestiones", pero se "borra" si se las ve negras, sobre todo hace que "la cara" la pongan los "idiotas útiles" que creen ser adalides en estas "cruzadas" por el bien de "las tradiciones y las buenas costumbres" (¿de qué?).

Tanto los unos como los otros, finalmente, terminarán "mostrando la hilacha" como acostumbran a decir nuestros mayores, e inmersos en el mismo balde de estiércol que intentan desparramar sobre las cabezas de quienes, realmente, hacen cosas. Ustedes, a esta altura, se preguntarán cuál es el objetivo de esta carta. Bueno, que a quien le acomode el traje, que se lo ponga. Cristina Susana Galetti de Valss. Ciudad.