En la búsqueda de los restos de Leopardi

La arqueóloga alemana Anché Wincop y el guionista de televisión Silvano Vincenti han levantado de nuevo el interés en Italia acerca del paradero de los restos del escritor del siglo XIX Giacomo Leopardi, sobre los que existen dudas de que estén en una tumba de Parco Vergiliano, cerca de Nápoles.

Ambos protagonizan ahora una nueva investigación que de momento ha chocado con la oposición de la familia Leopardi y que ha recibido críticas por parte de expertos en la obra del escritor, nacido en 1798 y fallecido en 1837 tras dejar una obra que le consagró como poeta, pero también como ensayista, traductor de clásicos y autor dramático.

Wincop y Vincenti querían el permiso de la familia para abrir la tumba de Parco Vergiliano y comprobar si está allí el cadáver del autor de "L'Infinito", pero fingieron que eran periodistas y que contaban con el respaldo del gobierno regional de Campania, dos falsedades que, descubiertas, jugaron en su contra, según revela el diario Corriere della sera.

Los descendientes de Leopardi y el presidente del Centro Nacional de Estudios dedicado al escritor, Franco Foschi, han criticado con dureza la actitud de la pareja de investigadores que, no obstante, han tenido el acierto de poner de relieve de nuevo el misterio sobre el paradero de los restos del poeta.

En 1837 una epidemia de cólera devastaba Nápoles y los vivos no tenían tiempo para entierros individualizados, por lo que muchas víctimas eran enterradas en fosas comunes.

En ese contexto murió Giacomo Leopardi y empezó la leyenda, que incluye la historia de que su amigo Antonio Ranieri consiguió llevar el cuerpo en un féretro hasta la iglesia de San Vitale.

No obstante siempre han existido dudas sobre el contenido de la caja, pese a lo cual en 1900 la tumba del poeta fue declarada monumento nacional y en aquella ocasión fue abierta.

Lo que se encontró no fue un esqueleto, sino dos fémures, uno de ellos fracturado.

Para explicar ese hecho algún autor ha insistido en que la única hipótesis creíble es que Leopardi fuera enterrado en una fosa común, como otros muertos por el cólera y que Ranieri no tuviera éxito en el traslado.

La portavoz del Centro de Estudios leopardianos, Donatella Donati, piensa lo mismo sobre el caso, ya que "para nosotros, el cuerpo acabó de manera indigna en una de las fosas comunes. La sepultura en la iglesia de San Vitale no es creíble".

Ahora los ojos de los investigadores están puestos en la casa en la que Leopardi vivió en Nápoles y así lo reconoce Donati: "Las casas napolitanas de aquella época tienen dobles fondos entre sus paredes y puede que el cuerpo esté sepultado allí", aunque no está claro que la investigación continúe. (EFE).