Guitarras de Santa Fe
Una tradición de grandes maestros que se prolonga en las nuevas generaciones y se materializa en un valioso ciclo.

La sociabilidad es una virtud reconocida de la guitarra, un instrumento con el cual se hacen amigos y se conquistan chicas. Esa característica ha determinado que los guitarristas tiendan a fraternizar a través de conductas tribales que se extienden más allá de fronteras locales. El ciclo "Guitarras del Mundo", de Juan Falú, es un buen ejemplo: el proyecto se expandió de un modo explosivo, sin distinción de géneros y nacionalidades.

En Santa Fe, por ejemplo, ya inauguró su tercera temporada "El Solar de las guitarras', el ciclo que comenzó con el nombre de "Domingos de guitarra" y que se desarrolla en El Solar de las Artes, el ámbito artístico y cultural creado por Sadop.

"Para que la carrera de un artista se desarrolle y consolide, es fundamental contar con espacios donde mostrar su arte", expresa el guitarrista Pablo Izurieta, quien coordina la muestra con la colaboración de otros colegas. "Se trata de una oportunidad, imprescindible en una tierra de buenos y aun excelentes guitarristas, que asumió el compromiso de ofrecer al público santafesino espectáculos de calidad artística irreprochable".

El mismo Izurieta es un caso que revela la atracción de "esta tierra": originario de Unquillo, Córdoba, se radicó primero en Paraná y luego en Santa Fe, atraído por los grandes maestros de la región.

En el ciclo del presente año, con frecuencia mensual se presenta un guitarrista invitado de distintos lugares del país o del extranjero, junto a un representante regional. Luego de la apertura, con la alemana Nora Buschmann y el dúo integrado por Daniel Alsúa y el propio Izurieta, en un homenaje a Carlos Guastavino, en agosto actuará el maestro Carlos Gómez, de San Nicolás, fundador de la escuela fisiológica de la guitarra. En septiembre, se recibirá la visita de Víctor Villadangos, uno de los guitarristas argentinos de mayor proyección nacional, y en octubre, se presentará Osvaldo Burucuá. El cierre estará a cargo del guitarrista y compositor Juan Falú, padrino del ciclo. Cada recital comienza con un guitarrista destacado de nuestro medio.

Debe subrayarse que una de las políticas de esta iniciativa ha consistido en brindar la oportunidad de actuar a estudiantes sobresalientes de guitarra de instituciones santafesinas de educación musical. Algunos de los participantes en ediciones anteriores ahora aparecerán como parte de la programación central.

Los Martínez Zárate

Esta ciudad de pérdidas al menos conserva su tradición guitarrística, que incluye intérpretes populares, tanto aquellos que ejecutan el instrumento para acompañarse en el canto como quienes se dedicaron a la ejecución instrumental. Esta artesanía musical se extendió por el litoral argentino y nos convirtió en un punto de referencia de la especialidad.

En el caso de la guitarra culta, su historia en la ciudad tiene orígenes más precisos y se vincula a dos músicos argentinos de relieve internacional, cuya labor pionera en los años '50 fue de una fertilidad extraordinaria, ya que los frutos se siguen cosechando hasta hoy. Se trata de Graciela "Chelita" Pomponio y Jorge Martínez Zárate, "los Martínez Zárate" quienes, desde la cátedra de guitarra del Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional del Litoral, fueron formando a una importante casta de maestros que, a su vez, se convirtieron en referentes de las nuevas generaciones de guitarristas.

Entre ellos se pueden mencionar a Walter Heinze, residente en Paraná; Enrique Núñez, profesor del citado instituto; Héctor Farías, de labor en Bahía Blanca; Eduardo Frasón, radicado en San Martín, provincia de Buenos Aires; Osvaldo Parisi, en Alemania; Raúl Maldonado, en Francia; Marta Lampelfeld y Susana Schiavazzapa.

Tal vez corresponde destacar el caso de Ernesto Bitetti, otro egresado y discípulo de los Martínez Zárate, con una brillante carrera internacional y, probablemente, el guitarrista argentino de mayor discografía, que en la actualidad vive en San Francisco, California.

El trabajo de los Martínez Zárate fue particularmente sobresaliente en lo que se relaciona con el repertorio. Amigos personales de grandes compositores europeos como Alexander Tansman y Federico Moreno Torroba, introdujeron en nuestro medio obras contemporáneas de entonces y en forma directa, sin escala previa en Buenos Aires.

Así, se produjo el notable fenómeno de que la música para guitarra de aquellos compositores tan actuales en ese momento, sumada a la del resto de músicos "segovianos" (los vinculados a Andrés Segovia, el intérprete fundamental de la guitarra del siglo XX), como Mario Castelnuovo Tedesco, Manuel Ponce y Joaquín Turina, entre otros, comenzase a ser estudiada y tocada en Santa Fe a poco de haber sido compuesta. Nuestros guitarristas, de este modo, se situaron en un plano de casi igualdad con sus colegas europeos.

En aquel tiempo, además, los guitarristas consagrados del mundo llegaban a la ciudad, como el propio Segovia, o a la Argentina, como Maria Luisa Anido, que se presentaron en el viejo cine Ocean a principios de los '60. En esa década fueron habituales los ciclos de recitales radiales, como el que ofrecía en la emisora universitaria el dúo de Walter Heinze y Héctor Farías. También fueron frecuentes las actuaciones de Enrique Núñez como solista o con orquesta, en la citada emisora o en Radio Nacional.

Debe destacarse el trabajo de Irineo Cuevas y Néstor Ausqui, discípulo directo del famoso intérprete y pedagogo Abel Carlevaro, que introdujo en la ciudad la escuela creada por el gran maestro uruguayo, y cuyo cuarteto de guitarras realiza regularmente giras por Estados Unidos.

Las dos orillas

La vecina Paraná no permaneció ajena a este foco guitarrístico tan fecundo y hoy se puede hablar de un movimiento que abarca las dos orillas. Cuando egresó del instituto santafesino, hacia 1968, el paranaense Walter Heinze se radicó en su ciudad natal, en cuya escuela de música fue nombrado profesor. Es hoy una cátedra de singular reputación y, al respecto, resulta inevitable citar al egresado más importante, y uno de los primeros alumnos de Heinze: Eduardo Isaac, de proyección internacional.

En la actualidad, varios guitarristas de ambas márgenes del río demuestran que el esfuerzo de las generaciones anteriores ha fructificado. Pueden citarse los nombres de Silvina López, Ernesto Méndez, Walter Gómez y el joven Mauricio Laferrara, en Paraná, y Luis Medina, Pablo Ascúa, Horacio Castillo, y un significativo número de jóvenes promesas, en Santa Fe. Son indicios concretos de la vigencia del arte guitarrístico en la región, que permiten augurar futuros buenos tiempos.

Es un movimiento que, desde hace años, atrae hasta Santa Fe a muchos jóvenes de toda la Argentina y países limítrofes. El santafesino común suele ignorar el fenómeno, tal vez más atraído por las vicisitudes de Unión y Colón, y sus autoridades también, en su estado natural de ignorancia, ya que parecen concentrar su atención en la promoción de trivialidades. Como suele suceder, las cosas importantes se encuentran libradas a esfuerzos silenciosos y marginados de las políticas culturales oficiales.

Seis cuerdas, de los orígenes a hoy

Los orígenes de la guitarra se remontan a muchos instrumentos semejantes de la antigüedad y existen representaciones en bajorrelieves asirios e hititas de mas de mil años anteriores a nuestra era. Su nombre provendría de instrumentos sin mango (kettarah), de lo que se ha deducido que la guitarra derivaría de las cítaras griegas y romanas, a las cuales se les agregó un mango al comienzo de la era actual.

Desde los siglos XI o XII existen dos tipos de "guitarres" o "guiternes". Una es la morisca, de forma ovalada, emparentada con la mondora de siglos XIV al XVIII y con la familia de las laúdes, así como con la mandolina. Mientras que la latina es de fondo plano, como la guitarra actual, con lados y perfiles que unen la tapa con el fondo.

La primera ratificaría la teoría de su origen oriental y sería una suerte de laúd asirio que, luego de atravesar Persia y Arabia, se extendió por España durante la dominación árabe. La segunda favorece la hipótesis de un pasado greco-latino. Uno y otro tipo están representados en las miniaturas de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el sabio (1270).

En el siglo XIV, Macheau y Eustache Deschamps hablan de la "guiterna" sin definir el tipo, aunque se trataría la guitarra "latina", ya que su hermana morisca habría derivado en la "mandora".

En siglo XVI surge una literatura muy fecunda, cuya producción principal se desarrolla en España. Es cuando aparece una guitarra de cinco cuerdas que se acredita al poeta y músico andaluz Vicente Martínez Espinel, nacido en Ronda (Málaga) en 1550.

El portugués Nicola Doici de Velasco publicó en 1630 su método por cifra para tocar la guitarra de cinco cuerdas, el más antiguo de los conocidos, donde consigna: "En Francia, Italia y demás países, a la guitarra se le llama española desde que Espinel puso la quinta cuerda, quedando tan perfecta como el laúd, al arpa, la tiorba y el clavicordio y aún más abundante que éstos".

Fue fundamental el aporte de Gaspar Sanz (1640-1710), compositor aragonés cuya obra "Instrucción de música sobre la guitarra española" representó una gran contribución a la guitarra barroca.

La gran evolución se produjo en el siglo XVIII y la modificación más trascendente fue la aparición de la sexta cuerda. En 1760, fray Miguel García, conocido como el padre Basilio, la presentó por vez primera y fue el primer músico que escribió para guitarra en notación musical moderna.

Como consecuencia del desarrollo adquirido por la guitarra de seis cuerdas, al final del siglo XVIII surgieron grandes concertistas como Fernando Carulli (1770-1849), gran clásico de la guitarra, que compuso más de trescientas obras y escribió un tratado de armonía publicado en el 1825. Otro fue Dionisio Aguado (1778-1849), un gran estudioso madrileño de la digitación, discípulo del padre Basilio. En cuanto a Fernando Sor (1778-1839), catalán, dio prestigio universal a la guitarra, por lo que fue llamado el "Beethoven" del instrumento.

Francisco Tárrega (1854-1909) nació en Castellón. Demostró por primera vez todas las posibilidades musicales de la guitarra, sus composiciones son de una armonización excelente y fue un estímulo para que los músicos más importantes escribieran para guitarra. Los conocimientos de Tárrega fueron recogidos y ampliados por Andrés Segovia (1893-1987), el maestro más ilustre de nuestra época. Oriundo de Linares (Jaén), con su talento y amor a la guitarra, la introdujo en todos los conservatorios del mundo y las grandes salas de conciertos.

Dónde estudiar

En la ciudad existen varias instituciones oficiales que se dedican a la enseñanza de la guitarra. En el Instituto Superior de Música de la UNL, la misma se imparte a nivel universitario, en tanto que el Liceo Municipal Antonio Fuentes del Arco cuenta con dos escuelas que incluyen la enseñanza del instrumento: la Escuela de Expresión Estética Infantil (Edeei) para los niveles iniciales, y la escuela de música para los niveles más avanzados. En el caso del Crei, la educación se orienta más bien a la práctica de la guitarra en la música popular.

Todos los establecimientos cuentan con docentes altamente capacitados y con frecuencia organizan talleres sobre la temática relativa a la guitarra y la música en general, con músicos y docentes locales y de otros puntos del país.

Roberto MaurerFotos: Amancio Alem, Mercedes Pardo, Danilo Birri, Angela Herrera, Edgardo Gómez y agencia Télam