Hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX las capitales de provincia se empeñaban en sus modernosos edificios gubernamentales, sus legislaturas, sólidas casas bancarias, heterogéneos templos y capillas, colegios, escuelas, hospitales, jactándose de contar con un teatro oficial.
En el transcurso de la intendencia de Sixto Sandaza (gobernación Iturraspe) y en mayo de 1903 se procede a expropiar una amplia fracción de la esquina NE de lo que es hoy San Martín y Juan de Garay (antes Córdoba), de propiedad de Angela de la Casa de Lehmann y del Dr. Manuel Gálvez. Por ambos terrenos se pagaron, en total y en cuotas, $ 57.500. Luego se aprobaron los planos presentados por el Arq. Augusto Plou, adjudicándose la obra a la empresa Juan Mai e Hijos, que inicia los trabajos el 3 de octubre de 1903.
Construido en la encomiable línea de los teatros líricos europeos, Santa Fe tuvo también el suyo el 5 de octubre de 1905, presidiendo el acto inaugural el intendente Manuel Irigoyen y el gobernador Rodolfo Freyre.
Los tres espacios fundamentales: hall, sala y escenario conforman el cuerpo central del edificio, al que se vuelcan dos alas laterales de servicios y circulación. La sala mayor es una herradura estratificada en cuatro niveles: palcos, gradas, tertulia y paraíso, además del patio de plateas, que en su origen se elevaba mediante tornos para ser utilizado como pista de baile y/o comedor de grandes banquetes.
La fachada consiste en una estructura central y dos laterales (basamento, desarrollo y coronamiento). El cuerpo central culmina con un tímpano curvo sobre el que se alza un grupo escultórico: Apolo de pie, pulsando la lira; a sus plantas las musas Euterpe y Calíope (música, poesía y canto), realizados por los escultores Juan Gagneten y Nicolás Gulli. En el hall cuelga una araña de época que perteneció al Cabildo demolido. La cúpula es una tela adosada, pintada por Nazareno Orlandi, que representa la historia de la música en ocho pasajes simbólicos. Entre 1971 y 1973, la cúpula fue restaurada por los artistas plásticos Miroslav Bardonek, Roberto Favaretto Forner y Angel Werlen, lo que exigió un andamiaje tubular que fue aprovechado para repintar la sala. Sobre el antepecho del palco oficial se modeló una escultura femenina que simboliza la República, rodeada de los escudos nacional, provincial y municipal. Los antepechos de los palcos bajos están ornamentados con motivos florales, los de los palcos altos con cartelas y la baranda de tertulia ostenta palomas y copones. En el techo de proscenio se percibían refinados motivos art-noveau pintados con colores pastel de refinado buen gusto, que fueron afectados por un incendio siendo restaurados por manos aplicadas y expertas.
La restauración de los años 1970/73, impulsada por el intendente Conrado J. Puccio con financiamiento del Fondo Nacional de las Artes incluyó la construcción de dos salas menores dentro del edificio principal: la denominada Leopoldo Marechal (250 butacas), en lo que había sido foyer de planta alta, y una de ensayo para ballet. Los mismos trabajos dotaron al Teatro Municipal de un equipo de aire acondicionado y otro luminotécnico, con asesoramiento del Gabinete de Acústica de la Universidad Nacional de Córdoba.
En la función nocturna de la fecha inaugural la compañía de óperas de Antonio Marranti puso en escena "Gioconda", de Ponchielli.
Aquella noche la espléndida nave insignia de la cultura santafesina zarpó en un noble periplo (a veces comandada por el propio intendente, como fue el caso del Dr. Edmundo J. Rosas, durante su gestión iniciada en 1910, gobernación de Ignacio Crespo).
De esa forma se retomó la tradición teatral santafesina iniciada en 1717, cuando en nuestra ciudad se estrenó la primera obra de teatro netamente argentina: la "Loa" del autor santafesino Antonio Fuentes del Arco, quien desempeñaba en el Cabildo las funciones de "Veintiquatro", dignidad que tenía precedencia de Regidor, por conllevar la "Veintiquatría" la aplicación de la Pragmática de Tasas de 1680, verificando la calidad de los tejidos españoles de paño -denominados "ventiquatrenos", cuya urdimbre era de 24 centenares de hilos- con el fin de aplicar las gabelas pertinentes.
Se ha dicho por los analistas más cavilosos que el teatro es una intensidad tempo-espacial de gente que vuelve a presentar (representar) trozos de vida de otra gente sobre un escenario, mientras el público asistente vive una especialísima pasividad, sintiendo que su actualidad vivencial es succionada por la boca del escenario hacia una órbita irreal y deleitable.
Tales planos de la creación artística en la esfera dramática, musical y/o danzada volverá a potenciarse en nuestro medio provinciano, una vez que se lleven a cabo los trabajos edilicios y ornamentales que se necesitan para reflotar ese emblemático eje cultural que es el Teatro Municipal Primero de Mayo, de Santa Fe.
Jorge Reynoso Aldao