El surubí, tan codiciado como vulnerable


Es una especie amenazada y su mayor enemigo son las represas.

El surubí pintado (Pseudoplatystoma coruscans) es uno de los peces más codiciados del río Paraná, buscado tanto por pescadores deportivos como comerciales. Es sin duda el pez que históricamente más dinero ha movilizado en las provincias de Chaco y Corrientes y en la región norte de Santa Fe y Entre Ríos. Ya sea debido a los populares concursos, a la pesca deportiva que atrae al turismo o a las pesquerías comerciales, el interés económico sobre esta especie es enorme.

Una serie de características de su desarrollo biológico, comportamiento y requerimientos ecológicos hacen que esta preciada especie sea también altamente vulnerable. A causa de las diversas presiones a las que ha sido sometido durante la última década, el surubí pintado muestra actualmente un marcado indicio de riesgo de extinción, que compromete su recuperación e incluso su subsistencia si no se toman las medidas adecuadas de forma urgente.

Las principales causas de la disminución de su abundancia vienen de la mano del hombre. El peor efecto lo producen las represas de Itaipú y, mayormente, Yacyretá porque impactan directamente en la reproducción de una manera irreversible. Siendo el surubí pintado una especie migradora que realiza grandes desplazamientos en primavera hacia las cabeceras de los ríos con fines reproductivos, luego de lo cual larvas y adultos migran corriente abajo, la interrupción de tales movimientos afecta severamente a la especie por impedir el acceso a su más importante área de desove en el Alto Paraná.

Se ha estimado que las represas redujeron a la mitad el área de reproducción disponible, por haber acortado las migraciones en casi 800 kilómetros de río, considerando que el límite, antes de su construcción, estaba en los saltos del Guairá ubicados en Brasil. En consecuencia, según nuestros recientes estudios, habrían provocado la disminución en más del 80% de las larvas de surubí pintado que pueblan el Paraná Medio.

LA PESCA

Otro impacto muy importante, pero reversible si se lo toma a conciencia, es la muy alta presión de pesca. En el río Paraná, la actividad pesquera ha sido desde siempre multiespecífica, es decir, que por lo general no se seleccionan las especies sino que se extraen todas las que se atrapan. Tanto cuando se calan redes sabaleras o se hacen arrastres quedan atrapadas otras especies y cuando se pesca con espinel también queda atrapada cualquiera que se alimente de la carnada. El surubí pintado es factible de ser capturado tanto por redes como espineles y tramperos que son las artes de pesca que mayor presión transmiten al sistema por ser las más ampliamente utilizadas en la pesca comercial.

La pregunta es, ¿todas las especies resisten por igual las altas presiones de pesca? La respuesta es no. Cada especie tiene una capacidad de recuperación diferente para soportar las mortalidades extraordinarias. Esta capacidad está dada por características como tasa de incremento poblacional, velocidad de crecimiento, fecundidad, edad de reproducción y longevidad que son parámetros íntimamente ligados al tamaño que son capaces de alcanzar los peces.

Las características de desarrollo biológico del surubí pintado lo definen como una especie longeva, de una baja capacidad de recuperación y muy vulnerable. Éstas son: el desarrollo lento fundamentado en el coeficiente de "velocidad de crecimiento" bajo, edad de maduración igual o mayor a 5 años y edad máxima superior a 25 años.

De manera comparativa podemos decir que mientras un bagre amarillo a los 6 años se encontraría en su etapa senil terminando su vida, a la misma edad un sábalo es un reproductor adulto que ha desovado durante unas 4 temporadas y se encuentra pasando la mitad de su expectativa natural de vida; un surubí pintado está dejando de ser un juvenil para entrar en su primera posibilidad de reproducirse faltándole por vivir al menos 20 años más. Esto nos brinda una idea de la variabilidad en las historias de vida de los peces del río Paraná y por qué cada especie debe ser tratada de una manera particular al considerar su explotación.

La mayor amenaza para las especies que viven muchos años son las pesquerías multiespecíficas en las cuales las longevas son capturadas de la misma manera y sin distinción que las más abundantes y productivas. Estas pesquerías pueden reducir la población de las longevas a niveles críticos en tanto que las más productivas sostienen la captura.

Según estudios, que realizamos durante el año 2003, la tasa de explotación pesquera actual está muy por encima de lo que las especies, como el surubí, son capaces de sostener. De hecho estamos presenciando su colapso. La mejor evidencia está al alcance de cualquiera. En el décimo concurso "Integración" de pesca del surubí, realizado el pasado 11 de julio en Ituzaingó, con la participación de 176 lanchas que sumaron más de 500 pescadores, se capturó sólo uno (sí, uno) ejemplar que superó la medida reglamentaria (de 1 metro) del concurso.

En un pez con las características del surubí pintado el umbral de reducción de la población desovante que no debería superarse es 85 %. Es decir, el remanente no debe ser menor al 15 % de la cantidad de reproductores en la condición natural, antes de ser sometidos a pesca o cualquier otro impacto. Si la declinación supera este umbral por 10 años o 3 generaciones, la especie será factible de extinción.

En las investigaciones que realizamos, se concluyó que, al menos desde 1997, la abundancia relativa de reproductores de surubí pintado en el Paraná Medio está por debajo del 15 % necesario para garantizar la supervivencia de la especie, siendo entonces 8 los años de permanencia en esta situación crítica. De no revertirse su estado en el corto plazo la especie será factible de extinción.

RECOMENDACIONES

Lo más valioso que tenemos son las poblaciones naturales. Las ideas de repoblamiento a partir de la liberación de juveniles nacidos en cautiverio provenientes de unos pocos reproductores puede ser un error fatal. Los motivos de endogamia, posibilidad de aumentar la frecuencia de genes dañinos y falta de variabilidad son los fundamentos para descartar esta posibilidad, que sería aplicable sólo como prueba en lugares donde la erradicación de la especie fue total.

No podemos mirar atrás y pensar en cuando no había represas. La energía es necesaria y si bien se podrían haber realizado hidroeléctricas que causaran un menor impacto, las obras ya están construidas. Vale que sirvan de ejemplo para mejorar el planteo y diseño de futuras megaobras hidráulicas.

Lo que estamos en condiciones de hacer es cuidar las poblaciones que quedan. Para esto, tenemos que aplicar algunos conceptos y cambiar nuestra manera de considerar la pesca. Es primordial cumplir con la longitud mínima reglamentaria de 85 centímetros, pero este comportamiento tiene que ser masivo y llevado a cabo tanto por pescadores deportivos como comerciales. Cada juvenil de surubí pintado "vale oro" para la supervivencia de la especie y debe volver al agua cuando es capturado. Considerando que la mortalidad natural es muy baja porque al ser de tamaño grande casi no tiene predadores naturales, las posibilidades de cada ejemplar de llegar a adulto y reproducirse son muy altas. Por el mismo motivo es que conviene esperar a que crezca hasta las longitudes de rendimientos óptimos cuando mide unos 106 cm, alcanza un peso de alrededor de 10 kilos y ya se reprodujo al menos 3 veces, con lo cual también se duplicaría la captura total en biomasa por temporada sin poner en riesgo el recurso. No tiene ninguna racionalidad extraer el pez pesando 2 kilos, como es habitual de observar, cuando puede sobrepasar los 50.

La implementación de reservas subacuáticas en áreas de reproducción es otra importante herramienta a aplicar para la conservación que se está llevando a cabo en varios lugares del mundo y es recomendada por prestigiosos científicos como método para resguardarse de los errores en el manejo de pesquerías. En tal sentido, la provincia de Santa Fe cuenta con un Sitio Ramsar (Jaaukanigás) que abarca una porción del río Paraná donde se comienza a reproducir el surubí pintado. Esa reserva debería ser intangible para la extracción de la especie y permitirse sólo excepcionalmente la captura deportiva con devolución para que los pescadores lugareños actúen como guías turísticos de pesca en compensación. Sin embargo, el río Paraguay es la principal área actual para la reproducción de los grandes migradores y es donde deberían apuntar los esfuerzos de conservación, aunque escapa a la jurisdicción exclusiva de nuestro país por lo que podría ser de difícil aplicación.

Pero la herramienta más duradera que nos queda por aplicar es la educación de los adultos, jóvenes y sobre todo los niños, para que aprendan a interferir a conciencia los recursos naturales, a darle divulgación y no callar los problemas de degradación ambiental, para que podamos resolverlos o tomar decisiones en conjunto a partir de los conocimientos de especialistas científicos, ya que los errores que cometemos hoy afectarán en nuestro futuro o en el de nuestros hijos, un futuro muy cercano.

Martín I. PeñaBiólogo - Coeditor de la revista ECO Lógica