Niños que requieren mayor atención
Las dificultades de atención que evidencian algunos chicos pueden ser indicadores de algún trastorno. Es en la escuela donde aparecen más claramente estos casos y es allí cuando la consulta al profesional se hace necesaria.

Uno de los motivos de consulta más frecuente en la práctica de la neurología infantil son los trastornos de conducta, con o sin repercusión sobre el aprendizaje. Habitualmente son derivados por docentes, psicólogos y psicopedagogos, que integran los gabinetes escolares y constituyen el primer eslabón en la detección de los problemas adaptativos y de escolaridad en este grupo de edades. Esto ha incrementado la demanda en las interconsultas neurológicas.

Desde hace algún tiempo se conoce un cuadro denominado trastorno de la atención, el cual puede manifestarse con o sin trastornos de conducta. Se caracteriza por una dificultad del niño para mantener una actitud de atención en sus actividades de la vida diaria, sobre todo en las referidas al nivel escolar.

Es común también, que estos niños acompañen ese estado de inatención con trastornos de la conducta que pueden relacionarse con dificultades para relacionarse con su medio, hiperactividad o, por el contrario, apatía e inactividad con poca motivación para desarrollar actividades que son propias de la niñez.

Este cuadro era conocido como Síndrome de Disfunción Cerebral Mínima y se llamó así por la ausencia de lesiones orgánicas demostradas por los diagnósticos, y que obedecía -en la mayoría de los casos- a una secuela por injurias al cerebro.

Hoy se sabe, y se han reinterpretado estos síntomas, como Síndrome de Trastornos de la Atención con o sin hiperactividad. Como todo síndrome, puede obedecer a distintas causas, pero su expresión final es el manifiesto conflicto entre el desarrollo adecuado de las capacidades adaptativas y pedagógicas del niño, motivos por los cuales es en la escuela donde primero da señales de la existencia de este cuadro.

El diagnóstico es clínico y requiere la evaluación en conjunto de un equipo interdisciplinario, que puede ser apoyado con tratamiento médico y con el cual se obtiene buena respuesta.

Sin embargo, los trastornos de conducta con o sin relación a trastornos de aprendizaje son también señales precoces de alteraciones que comprometen el desarrollo y la maduración del Sistema Nervioso Central. Para descartarlas requieren una evaluación y exámenes complementarios realizados por personal especializado.

Trastornos del sueño

Otras causas de trastornos de atención y del aprendizaje lo constituyen los trastornos del sueño. Dormir toda la noche no es sinónimo de buen dormir.

Las alteraciones del sueño las vamos a encontrar reflejadas en la actitud y conducta durante la vigilia. El niño, a diferencia del adulto, no muestra los síntomas de cansancio, somnolencia y fatiga, sino que se muestra irritable, malhumorado, desatento, síntomas que influyen directamente en el rendimiento escolar y la vida cotidiana.

Los trastornos del sueño son muy frecuentes en la infancia y se calcula que cerca de un 7% de los niños en edad escolar lo han sufrido alguna vez.

Los trastornos más frecuentes son los cuadros de apneas obstructivas, que se producen cuando se interrumpe la entrada del aire a los pulmones, provocando reacciones de despertar y alteración de la arquitectura normal del sueño. Los síntomas de este cuadro son los ronquidos, que son siempre indicadores de proceso patológico de la infancia, la intranquilidad de dormir, los movimientos bruscos y sacudidas, dificultades para despertarse a la mañana.

Otros trastornos del sueño en la infancia lo constituyen las alteraciones de conductas del sueño, como son el sonambulismo (realizar conductas automáticas mientras se duerme), el síndrome de sueños vividos (ejecutar acciones mientras duerme), los terrores nocturnos, la enuresis (orinarse en la cama), la somniloquia (hablar dormido), los cuales entre otros, son causantes de alteraciones durante la vigilia.

No queremos terminar sin señalar como causa de trastornos de conducta y fracaso escolar, las alteraciones de la dinámica sociofamiliar, las cuales deben ser siempre tenidas en cuenta no sólo para el diagnóstico sino también para la intervención terapéutica.

Por todo lo anterior, siempre que detecten algún signo de alteración de la conducta, acompañado o no de trastornos escolares, debe consultarlo a su pediatra, y en los casos de así requerirlo, hacerlo evaluar por el neurólogo infantil.

Dr. Armando H. Rosales