Hombres, mujeres e instituciones de la Educación (segunda parte)


Monumento a Sarmiento que se emplazara en el patio interno de la escuela del mismo nombre, antes de ser trasladado para construir el nuevo edificio. Colección Birri. Archivo El Litoral.. 

Por Cristina Schafer de Meneghetti

Instituciones de ayer y hoy

Las primeras escuelas secundarias -normal, comercial, industrial...- de dependencia provincial o nacional, y aun las de actividad transitoria, señalaron etapas sucesivas en la evolución de la educación santafesina. Recorrer estas instituciones -muchas con continuidad funcional- nos conectará con más de un siglo de historia.

La obra del normalismo

Uno de los hechos más significativos de las últimas décadas del s. XIX fue la creación de escuelas normales destinadas a la formación de maestros santafesinos, vieja aspiración del Dr. Gálvez.

La primera Escuela Normal Nacional instalada en Santa Fe (1886) tuvo vida efímera y su director fue Nicolás Villafañe.

Comenzó funcionando en un edificio de los Padres Jesuitas, en las calles 25 de Mayo y Gral. López. Ante la necesidad de contar con un inmueble más adecuado para su funcionamiento, el Dr. Gálvez le concedió la media manzana del viejo Cementerio de San Antonio. Luego, su cese por ser transferida a Rosario (1893) anuló el traslado.

En 1894 se creó la Escuela Normal de Señoritas en Santa Fe, cuya dirección ejerció Macedonia Amavet. Funcionaba en la casa de Eugenio Alemán, calle 3 de Febrero, entre 9 de Julio y 1� de Mayo.

Merece citarse, aun cuando se hallaba fuera de los límites ciudadanos, la Escuela Normal Mixta de la Nación de Esperanza, inaugurada en 1896, la que según palabras de su primer director, Froilán Soria, tenía la misión de argentinizar a Esperanza. Desarrolló sus actividades en la casa de Alfredo Defagot y posteriormente en la Casa de los Italianos -hoy Centro Cultural-, hasta la construcción de su edificio propio, de estilo renacentista italianizante (1906).

En 1906, tuvo lugar la creación de la Escuela Normal Nacional Mixta de Santa Fe, a cargo de la prestigiosa educadora Augusta Tiffoinet. Funcionaba en la casa del Dr. Néstor de Iriondo -calle San Martín, entre Corrientes y Juan de Garay-, contigua al Polo Norte, la que posteriormente fue adquirida por el Jockey Club para la instalación de su sede social.

El crecimiento de la escuela impuso su funcionamiento en tres locales separados y la necesidad de contar con instalaciones apropiadas. Se iniciaron gestiones que culminaron con la construcción del edificio neocolonial de calle Saavedra, inaugurado en 1936. Luego, en 1950 se le asignó el nombre de Gral. San Martín.

Numerosos establecimientos dirigidos por hermanas religiosas como el Colegio del Huerto, el de las Hermanas Adoratrices, el Colegio del Calvario, el de las Hermanas Franciscanas de Guadalupe -en Santa Fe- y el de la Misericordia -de Rafaela- adquirieron el carácter de institutos incorporados a la Escuela Normal, egresando sus alumnas con el título de "maestra normal nacional".

Por su importancia en la zona, debe destacarse la creación de la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda, que respondió a un proyecto presentado por el diputado provincial Carlos Arguinbau. Su inauguración data del 9 de marzo de 1909.

Estas escuelas tenían por objetivo la formación de maestros preparados para educar a jóvenes rurales, combinando los aspectos científico-culturales con las tareas del campo.

Nuevas escuelas

Producto del proceso inmigratorio, surgió una generación portadora de nuevas ideas, especialmente en el ámbito pedagógico que luchó por dotar a Santa Fe de establecimientos acordes con los nuevos tiempos. De este grupo de educadores de fines del s. XIX y primeras décadas del XX pueden mencionarse a Isidro A. Gómez, Salvador Vigo, Antonio Juliá Tolrá, Isidro Aliau, Sergio Reinares, Manuel Beney, Eudocio Giménez, Amadeo Ramírez, Enrique Muzzio, Amadeo Gervasoni y la figura estelar de Domingo Silva.

A Domingo Silva le cupo -como presidente del Consejo de Educación- la organización de las escuelas dentro del nuevo espíritu experimental y agrícola, de carácter regional y con planes integrales. Sostenía la creación de "escuelas talleres", con una pedagogía activa, orientada a introducir la experiencia práctica como respuesta a las exigencias industriales y comerciales del país.

Como antecedente de estas "escuelas talleres" funcionaban ya en nuestra ciudad, en 1879, Escuelas Nocturnas para Artesanos, dependientes de la Municipalidad, a cargo de los maestros Román Alonso y Alfonso Grilli.

La Escuela Graduada de Varones N� 1, instalada en el Barrio Sur en 1896 y dirigida por el maestro Amadeo Ramírez, fue el embrión de la actual Escuela Profesional Nocturna Leandro N. Alem. A la escuela le fueron anexados cursos nocturnos para obreros, luego enseñanza de Telegrafía y Encuadernación; creándose en 1900 la sección Tipografía, dirigida por Virgilio Colmegna, pionero en la aplicación de modernos procedimientos gráficos de impresión.

En 1923 se anexó la sección Dactilografía, y años después el curso de Radio-Comunicaciones y el de Dibujo Comercial.

Respondiendo a estas ideas, Domingo Silva proyectó la creación de la Escuela de Comercio, la que organizó en 1899 y fue inaugurada un año después. El dictado de los cursos de la Escuela Superior de Comercio Domingo G. Silva comenzó en el local de la Escuela de Varones N� 1. Años más tarde, se trasladó al chalet de Eugenio Alemán, para ocupar luego el local de calle San Martín entre Moreno y Corrientes, mudándose finalmente al edificio de calle Vera y 4 de Enero.

En sus comienzos formó Tenedores de Libros y dependientes idóneos de comercio. Luego surgieron las carreras de Perito Mercantil y Contador Público. Además se llevó a cabo la incorporación de mujeres: las primeras se matricularon en 1913.

Proyectada su nacionalización, la que obtuvo en 1936, la institución se reorganizó de acuerdo con su nuevo carácter. Absorbida por la UNL, la escuela perdió el curso de Contadores.

Varios fueron los establecimientos de enseñanza análoga que estuvieron bajo su jurisdicción, a los efectos de su incorporación: Colegio Jobson, de Santa Fe; Colegio San José, de Rafaela; y Sagrado Corazón, de Paraná.

Fruto de intensas gestiones realizadas, entre otros, por el Dr. Manuel Menchaca y el gobernador Rodolfo Freyre ante autoridades nacionales, para fundar un colegio acorde con las nuevas corrientes pedagógicas, se creó el Colegio Nacional Simón de Iriondo, en 1906.

Provisoriamente, se instaló en el chalet de calle Tucumán y Urquiza, propiedad de Eugenio Aleman. En 1915, gracias a la acción de "los tres Manueles" (Manuel Menchaca, Manuel Frutos y Manuel Beney), fue colocada la piedra fundamental del edificio, que terminó de construirse en 1927 en los terrenos ocupados por la antigua Capilla de San Antonio y que el Obispado vendiera a la provincia y después ésta cediera a la Nación. Temporalmente, ocupó una vieja casona que miraba al oeste en calle San Martín, entre Moreno y Corrientes. Luego se trasladó a la casa de Benito Freyre, situada sobre la vereda de enfrente.

Tiempo después, se creó la sección femenina y se oficializó el bachillerato nocturno, sobre la base de los cursos libres para adultos, cumpliendo con el mismo plan de estudios del colegio al que estaba anexado. En 1936 se le impuso el nombre de Simón de Iriondo.

Su primer rector fue el educacionista Avelino Herrera y el vice, Enrique J. Muzzio. Entre sus profesores, formaron parte: Julio Busaniche, Ramón J. Lassaga, Nicanor Molinas, José V. Parpal, Enrique Sandoz, Alfredo Bello, José Amavet, entre otras destacadas figuras santafesinas.

Al frente de la institución estuvo María Dolores Rojas de Torregiani, primera mujer que ejerció el cargo de directora y accedió a la docencia por concurso (1968).

Por su parte, la Escuela Industrial Superior tuvo su origen en el taller de trabajo manual educativo, inspiración de Enrique Muzzio, inaugurado en 1902. Estos talleres especializados en madera, hierro y modelado funcionaron en la Escuela Graduada de calle 9 de Julio.

Atendiendo a la corriente educativa que sostenía la necesidad de escuelas agronómicas e industriales dentro de una enseñanza regional, se creó la escuela industrial basada en el taller del Prof. Muzzio.

El proyecto de construcción de un edificio adaptado a las necesidades de la escuela industrial central se hizo realidad con la colocación de su piedra fundamental, en 1905. Su inauguración se realizó bajo la crítica de aquellos que opinaban que la magnificencia del edificio no estaba acorde con ese "suburbio" del norte de la ciudad, en el que estaba emplazado. En 1908, el local incorporó a los talleres.

En 1909, se firmó el convenio de nacionalización de la Escuela Industrial Superior, destinada al cultivo de las ciencias aplicadas a la industria.

Al crearse la UNL en 1919, la Escuela de Química Industrial y Agrícola se concibió sobre la base de la Escuela Industrial.

Estas son algunas de las señeras instituciones oficiales que marcaron el camino para futuras creaciones, en una ciudad que se diseminaba fuera del paisaje urbano tradicional.

Colegios religiosos

La educación moderna y contemporánea no puede desatender la importante acción educadora de los colegios congregacionales, dedicados a la enseñanza de varones y de niñas, a pesar de la corriente anticlerical que pretendió dominarla después de la sanción de la ley 1.420.

El Colegio de la Inmaculada Concepción, antiguo establecimiento educativo de la Cía. de Jesús, que había quedado trunco con la expulsión de la orden en 1767, fue reinstalado en 1862. Comenzó su segunda etapa tomando posesión del templo y el edificio que desde siempre les había pertenecido, frente a la Plaza del Congreso. Había que reconstruir todo. En 1915 empezó a levantarse el nuevo edificio, y en el '18 desplegó su fachada sobre la ahora llamada plaza 25 de Mayo.

De la misma manera que crecía el edificio aumentaba el número de alumnos a extramuros de la ciudad de Santa Fe; tanto pupilos como los de escolaridad normal o externos, como el edificio y los docentes. Junto a los maestros jesuitas hubo una legión de destacados maestros civiles.

La educación jesuítica, esencialmente humanista, sustentada en principios cristianos y ortodoxos, tenía como norma fundamental la formación de sus alumnos. La nueva entidad educativa de tipo secundario no era un establecimiento nacional, era provincial, aunque sus títulos de bachiller fueran admitidos en todas las universidades argentinas.

En su afán educativo, los hijos de Loyola no limitaron su labor a las cátedras del bachillerato, abriendo en su local institutos de otras especialidades, dirigidos por teólogos y juristas ignacianos.

Una de sus creaciones, la Academia Literaria (1867), formó un brillante cenáculo de jóvenes con espíritu y educación literaria. Desaparecida en 1885 como consecuencia de la clausura del colegio, fue restablecida en 1913.

En 1868, en su sede se crearon las aulas de la Fac. Mayores, las que se organizaron en 1871 como Fac. de Jurisprudencia, base de la Universidad de Santa Fe creada por Gálvez, que al nacionalizarse se transformó en la actual UNL (1919).

En el colegio funcionaron además instituciones de cultura religiosa, científica, artística, deportiva, y el Museo Histórico, con notables esculturas, tallas, pinturas y variada orfebrería indígena, originaria de las misiones rioplatenses.

En los primeros años del s. XX, la ciudad expandía su ejido urbano hacia el norte, este y oeste, creándose barrios que rápidamente se hacían populosos. En el barrio Candioti, poblado en su mayoría por familias pertenecientes al personal de la Cía. Francesa de Ferrocarriles, instalaron su residencia en 1905 los Hermanos de las Escuelas Cristianas, congregación de origen francés, fundada por el beato San Juan Bautista de La Salle. Los padres lasallanos comenzaron a levantar el edificio del Colegio La Salle Jobson en un terreno cedido al Obispado por su propietaria, Gerarda Candioti, el que en 1904 fue traspasado a los Hermanos, imponiéndole el nombre de Jobson, según voluntad de la donante. Frente a él se construyó el Templo de San Juan Bautista.

La institución no sólo acreditó su acción educadora entre el vecindario, sino que extendió su popularidad por toda la provincia como Escuela Superior de Comercio, con un cómodo internado y una escuela primaria infantil gratuita.

En 1918 los cursos comerciales fueron reconocidos y avalados por el gobierno provincial, haciendo lo propio el Consejo de Educación, respecto de los estudios primarios.

El gobierno de la Nación reconoció los estudios del Colegio en 1939, incorporándolo a la Escuela de Comercio Domingo G. Silva.

Sus egresados, con una sólida preparación teórico-práctica, se desempeñaron con eficiencia en establecimientos comerciales, bancarios y oficinas estatales.

Para neutralizar la corriente laicista del Congreso Pedagógico de 1882 se amplió la educación católica de la mujer -centro y eje de la familia-, justificándose la instalación de colegios religiosos para niñas.

Procedente de Génova, llegó a Santa Fe, en 1863, la congregación de las Hermanas Hijas de Nuestra Señora del Huerto, las que habilitaron un colegio de niñas con escasa subvención oficial. Esta filantrópica congregación desarrollaba en su acreditada institución, junto a la instrucción y a las reglas de vida moral, nociones de economía doméstica y principios de arte plástico decorativo.

Asimismo suplió la falta de escuelas municipales para el sexo femenino, contándose internas, medio pupilas y externas entre sus alumnas. La inauguración de sus cursos de estudio para el preparatorio normal la encontraron en un amplio edificio con modernos departamentos, sobre calle San Jerónimo.

En 1887 el padre Bustamante, rector del Colegio Jesuita de Santa Fe, en conocimiento de que el de Nuestra Señora del Huerto, único donde las niñas santafesinas podían recibir formación católica, no tenía capacidad para recibirlas y para contrarrestar la corriente laical, propuso crear otro. Lo encomendó a las Hnas. Adoratrices del Santísimo Sacramento, Congregación eminentemente argentina, nacida en la ciudad de Córdoba en 1885, por iniciativa del mismo P. Bustamante.

Obtuvo el apoyo al proyecto de Mons. José M. Gelabert, por parte del político Dr. Gálvez y la inapreciable ayuda de Gregoria Maciel, que ingresó como religiosa y donó todos sus bienes a la Congregación.

El colegio abrió sus puertas en 1888, en una casa de la hermana Gregoria, ubicada frente a la plaza 25 de Mayo, predio que hoy ocupa el Palacio de Tribunales.

El actual edificio fue construido en un terreno cedido por el gobierno "a extramuros de la ciudad", sobre lo que después sería el Bv. Gálvez. Comenzó siendo un colegio primario con clases particulares de dibujo, declamación y manualidades, incorporándose la Sección Normal para la formación de maestras en 1919.

Sucesivamente se instalaron: el Jardín de Infantes, Liceo Bachillerato, Sección Comercial, Sección Comercial Nocturno. En 1969 se estableció el Bachillerato con Orientación Pedagógica y dos años después el Profesorado de Nivel Elemental.

En 1889 arribó a Santa Fe un grupo de Hnas. Esclavas del Corazón de Jesús, con la intención de fundar un colegio, respondiendo a la solicitud del cofundador de la orden Pbro. Dr. David Luque; proyecto que se concretó ese mismo año, cuando tomaron posesión del edificio que el Gdor. Gálvez había construido para lazareto en el oeste de la ciudad, y cedido para establecer el colegio. Entre 1890 y 1925 se construyó la Capilla y se terminó el edificio escolar. En 1938 se le asignó su incorporación oficial.

Muchas asociaciones integraron la comunidad del colegio. Sociedad de ex alumnas, Unión de padres de familias, Grupos Juveniles, Apostolado de la Oración, y el Hogar La Magdalena que albergaba a niñas internas.

En 1901, en Francia se prohibió el ejercicio del magisterio por parte de las religiosas. Se cerraron los establecimientos escolares. El hermano Xenofón, de origen francés, de las Escuelas Cristianas y director del Colegio La Salle, en conocimiento de la situación y a solicitud del entonces director de la Compañía del Ferrocarril Francés en Santa Fe, señor Courau -quien le había manifestado su inquietud de establecer una escuela francesa para niñas, como también de enseñar la lengua gala a sus obreros y empleados- gestó la salida de Gramat (Francia) de un grupo de Hnas. de la Congregación de Nuestra Señora del Calvario, fundada por el P. Pedro Bonhomme.

En Gramat, las hermanas se prepararon estudiando el castellano. Las destinadas a Santa Fe llegaron en 1907 y se instalaron en un chalet de planta baja de calle Santiago del Estero sin pavimentar, y un año después alquilaron una de las casas del señor Rodelli, en Rivadavia entre Santiago del Estero y Obispo. El creciente número de alumnas hizo imperiosa la construcción de un edificio más amplio, porque las casas alquiladas resultaban insuficientes.

Se diligenció la compra de un terreno entre las calles Urquiza, Suipacha, Francia (entonces San José) y Junín al norte, que todavía no estaba trazada.

En 1915 se iniciaron las clases en el nuevo y actual edificio, perdiéndose algunas alumnas externas, por su lejanía del centro. Pero al crecer rápidamente el barrio también se acrecentó el alumnado.

Se enseñaba el francés al mismo tiempo que la lengua nacional, y cuando la Alianza Francesa se estableció en Rosario, todos los años se presentaban sus alumnas para rendir con éxito los exámenes. También se daban lecciones de piano y clases de declamación. Las exposiciones de labores y pinturas pronto adquirieron renombre en la ciudad.

En algunos períodos se adoptó la modalidad del alumnado mixto, "saben mucho cuando van al Colegio de los Jesuitas..." escribió una hermana, implantándose nuevamente en el 2004. Contó con alumnas externas, pupilas y pensionistas, nutriéndose de jóvenes del interior de la provincia.

En 1926 obtuvo la incorporación oficial de los tres primeros años de la enseñanza secundaria.

El colegio acompañó la evolución de los planes de estudios oficiales y de las terminalidades de Perito Mercantil y Maestra Normal, pasando por el BAD y PTBI, llegando a la EGB y Polimodal.

En los últimos años se implementaron espacios curriculares de idiomas extranjeros -inglés y francés- y de informática, como también talleres opcionales de Teatro y Conjunto Vocal Instrumental.

Tradicionalmente se celebra el día del colegio el 15 de setiembre, fecha en que se festeja a María y se produce el reencuentro de las ex alumnas convocadas.

Las Hermanas Francesas de Nuestra Señora del Calvario ejercieron su magisterio -aquel que le fue prohibido en Francia- fuera de los límites ciudadanos, habiendo instalado un colegio en Gálvez, y otros más allá de las fronteras provinciales.

Por sus galerías transitan en la memoria las hermanas que también ejercieron la docencia.

Otros colegios religiosos se fueron creando, al ritmo de la traza urbana que se alejaba del centro, resolviendo problemas educacionales en distintos barrios de la ciudad, como el Colegio San José de Varones, Colegio San José Hnas. Franciscanas Guadalupe, Colegio Ntra. Sra. de Guadalupe, Colegio Ntra. Sra. de Fátima, Colegio Salesiano Don Bosco, Colegio Mons. Macagno.

Hombres y mujeres de la educación

Aunque la secularización de la educación incluyó a mujeres y varones, primando el elemento femenino, fueron en su mayoría los "maestros" los que trascendieron y adquirieron renombre, por sus saberes académicos o por acceder a cargos públicos en la esfera de la educación. Rescatar nombres de las anónimas docentes del aula fue más difícil.

Isidro Aliau (1829 - 1906): nació en España. Diplomado de maestro se trasladó a la Argentina (1855), radicándose en Rosario donde instaló una escuela particular. Asumió la dirección del Liceo y la Escuela de Artes y Oficios. Designado Inspector Gral. de Escuela, escribió un reglamento en 1876. Presidió el Censo Escolar de la provincia ordenado por el Gobierno Nacional y fue colaborador en El Boletín de Educación y de la Revista Escolar.

Domingo G. Silva (1859-1915): nació en San José del Rincón. Alumno de la escuela del P. Castañeda, abandonó los estudios para contribuir económicamente en su hogar. Fue un autodidacta que unió el periodismo a su pasión de enseñar. A los 16 años, fundó una escuela para adultos en Santa Rosa, y escribió La Aurora, periódico manuscrito semanal que repartía entre los vecinos de la costa. Incorporado a la vida ciudadana, fue presidente del Consejo de Educación; inspector general de Escuelas; rector del Colegio Nacional, profesor de la Universidad de Santa Fe y Convencional de la Reformadora de la Constitución Provincial de 1900. Fue el propulsor de la creación de la Escuela de Comercio que lleva su nombre. Eximio periodista, fundó los diarios Unión Provincial, El Heraldo, El Santafesino.

Enrique Muzzio (1866-1951): entrerriano de origen, se graduó en la Escuela Nacional de Paraná. En Santa Fe fue director de la Escuela de Graduados de Varones (1891). Instaló un taller de carpintería que se transformó en Taller Central (1893). Director de la primera Escuela Normal de Maestras, presentó a Domingo Silva el proyecto de creación de la Escuela Industrial, siendo nombrado su director-organizador.

Sergio Reinares (1874-1965): nacido en España, residió desde 1881 en nuestro país. Obtuvo los títulos de maestro en la Escuela Normal de Santa Fe 1891; profesor de Enseñanza en Idioma Castellano en Bs. As. y Escribano Público en la Facultad de Derecho (UNL). Desempeñó los cargos de inspector Seccional y General de Escuelas, director de la escuela Leandro Alem y de la escuela Rivadavia. Testimonian su actividad docente numerosas publicaciones en diarios y revistas locales y de Capital Federal. De sus obras, "Santa Fe de la Vera Cruz..." fue premiada por la Comisión Nacional de Cultura.

Luis Borruat (1878-1952): nacido en Suiza, se radicó en Santa Fe, graduándose luego de maestro en la Escuela Normal Provincial, en 1900. Se desempeñó en la docencia en escuelas de Santa Fe y del interior. Ocupó el cargo de inspector general de enseñanza normal y especial (1922) y desde allí implantó la reforma escolar que abarcaba aspectos estructurales de la escuela y de los contenidos curriculares. Sostenedor de la escuela activa, experiencia europea innovadora, cosechó opositores en nuestro medio.

Marta Elena Samatan: nacida en Chile en 1901, llegó a Santa Fe en 1905. Maestra en 1918 no dudó en intervenir en la gran huelga de maestros de 1921. La enseñanza en sus distintos niveles y el rol de la mujer en la sociedad atraparon su atención. Socia fundadora y primera presidenta de la Comisión Directiva de la Asociación del Magisterio de Santa Fe, puso la institución al servicio de la educación popular y de los educadores. Luchó por reivindicar el magisterio santafesino.

Rosa Winschelbaum (1912-1995): se recibió de maestra en 1930 en la Escuela Normal de Rafaela, iniciándose en Moisés Ville, su pueblo natal. Representante rosarina de la Escuela Nueva o activa, puso su sabiduría al servicio de una mejor educación; desarrolló una intensa actividad gremial, llegando a la Secretaría de Cultura de Amsafé provincial. Defensora de la escuela pública y símbolo de la docencia, fue declarada ciudadana ilustre de Rosario.

De los que contribuyeron a cimentar las bases de la educación en Santa Fe, muchos son conocidos; otros permanecerán refugiados en el anonimato.