Las puertitas del Sr. Trillo
Un autor prolífico y versátil. Creador de El Loco Chávez, Alvar Mayor, Las puertitas del Sr. López, Clara de Noche y Cybersix, la mayor parte de la producción actual de Carlos Trillo está dirigida al público infantil y al europeo. Una charla sobre el cómic en nuestro país y en el mundo y, de yapa, imágenes inéditas.

En la vida de Carlos Trillo nunca faltaron las historietas. Cuando era chico, sus padres se las arreglaban para que tuviese una por día: Patoruzito, el Pato Donald, Hora Cero, Misterix alimentaban sus horas y su imaginación, junto a los radioteatros de Tarzán. Muchos años después, la situación no cambió, aunque ahora son criaturas propias las que brotan de su imaginación desbordada, crecen, se multiplican y llenan el mundo.

Y son muchas más de las que hemos podido ver por aquí. Después del cierre de Puertitas, la revista que editó en los '90 para recoger parte del material que publicaba en Europa -junto a Guillermo Saccomano, Carlos Meglia, Horacio Domingues, Enio, Vitacca, Saborido-, se conoció una serie de historias de terror (dibujadas por García Seijas y Risso) en una colección de videos de Perfil; su trabajo para el público infantil en la revista Genios; la efímera tira CaZados (con O'Kif, en la contratapa de Clarín) y Clara de Noche, coguionada por Maicas y con dibujos de Jordi Bernet (en el suplemento No de Página 12). Ahora, una nueva colección de libros de La Revistería dará la oportunidad de apreciar otra de sus obras, Sarna (dibujada por Sáenz Valiente para el mercado francés), protagonizada por un torturador. En tanto, antes de fin de año se reeditará Alvar Mayor (con Enrique Breccia) y empezará a salir, en cinco tomos, la saga de la esclava Fulú (Risso).

Pero, mientras tanto, Trillo seguía (sigue) escribiendo sin parar y publicando en otros países. Valga como ejemplo decir que, de Cybersix (otro de sus personajes conocidos aquí, dibujado por Meglia), se publicaron en Europa 48 libros de 96 páginas. Eso, como parte de una amplísima galería que abarca todos los géneros, los mezcla, los revierte y, si hace falta, los inventa. Y que le permite abordar otras realidades culturales, con conocimiento de causa.

%sEntre fumettos y bande dessinnée

"El mercado italiano se diferencia del francés en que ellos cuentan como se contaba acá cuando había revistas: de cerca. Porque nuestros dibujantes esquivan los fondos y resuelven las historias, como en las viejas tiras norteamericanas, con muchos primeros planos. En eso, Mandrafina es un campeón: con dibujar sólo caritas, se entiende todo. Eso no funciona en el mercado francés donde, por una educación que tiene su lector, hay que poner siempre la cámara 100 metros más atrás. Y mostrar todas las ventanitas y las macetas en las ventanas, y cómo es la puerta de entrada. Y no equivocarte cuando cambiás de lugar la cámara. El dibujante tiene que ser un virtuoso", cuenta, en diálogo con Nosotros, después de compartir un panel en la Feria del Libro, junto a Rep y Bianfa.

"Para entrar en el mercado francés hay que dibujar de lejos y con muchos detalles. Hay que tener mucha documentación: no te equivoques nunca en un dato realista. Por ejemplo, puede pasar que un editor me llame para decirme: la Quinta Avenida es mano para el otro lado. O, si un avión sale de noche y llega de día, se la ve llegando mientras sale el sol. Y te dice: si el avión va de Seattle a Nueva York, el sol sale para el otro lado.

"Otra vez, el personaje llegaba a la mañana a Berlín y tomaba un avión a Roma. El dibujante hizo un avión de Lufthansa y el editor llama y dice: Lufthansa viaja a la tarde a Roma. El que viaja a la mañana es Alitalia y con otro modelo de avión. Son estrictos en esas cosas que el lector puede llegar a conocer", agrega.

Entre Europa y la Argentina

Dice que una de las responsabilidades del guionista es tomar en cuenta las habilidades específicas del dibujante y explotarlas al máximo, tarea en la cual -según Juan Sasturain- Trillo es un maestro. Pero el recibimiento de sus historias también suele depararle sorpresas.

"El europeo te lee distinto, no como lo leíste o lo pensaste vos. Con Mandrafina hicimos una historieta que se llamaba Cosecha Verde (aquí editada en Puertitas y recopilada en tomo por Colihue), que era una especie de parodia del radioteatro en una republiqueta tropical. Pero con la dictadura militar argentina no tiene nada que ver, para nosotros. Bueno, nos dieron un premio al mejor guión del año, en Angouleme, por la aproximación a los años de plomo de la dictadura militar. Es decir: su lectura era la de un marciano sobre nuestra historieta. Y esto pasa muchas veces, que a los europeos les gusta o no les gusta algo hecho por nosotros, por razones distintas que si las leyera alguien de aquí", cuenta.

Trillo admite alguna expectativa en cuanto al mercado argentino, ya que "por lo menos ahora hay algunos proyectos", aunque no muestra demasiado optimismo.

"Las revistas desaparecieron porque no las compraba nadie. Entonces, el que haga algo va a tener que pensarlo muy bien. Yo veo mucha gente que dice `Ah, pero si saliera de vuelta Fierro'. Y Fierro cerró porque no se vendía, no por otra cosa. O `qué lastima que no sale más el D'Artagnan'. Y, vendía 2 mil ejemplares, �cómo iba a seguir saliendo?

"Es muy curioso, porque uno tiene la memoria de que alguna vez la leyó y no conserva la memoria de que la dejó de leer. Pero bueno, algo pasó ahí que se arruinó el contacto. No sé, fueron mal dirigidas, o mal interpretadas por los autores... nunca voy a terminar de saber dónde estuvo la falla. Porque, cuando te dicen: `Y, es la televisión', los videojuegos y qué sé yo... Y bueno, en Francia hay álbumes que venden 6 millones de ejemplares y tienen más televisión y videojuegos y computadoras que nosotros. Los italianos tienen revistas mensuales que venden medio millón de copias, cada vez que salen, con editoriales muy importantes, con mucha pujanza", compara.

  • Trillo pone naturalmente en sus frases el cuidado de quien ama la palabra y ha hecho de ella una mágica herramienta. Y se entusiasma cuando empieza a contar una historia; o mejor, a describir a un personaje, del cual las historias empiezan a salir, tanto si se trata de "La Familia Samborombón" o del señor Guastavino, ese oficinista que acusa las huellas de haber asistido a las faenas represivas que su padre realizaba a domicilio. Por ahí andan, también, superhéroes para adultos, monstruos para chicos, fracasados nobles, filósofos de café, benefactores cínicos, villanos patéticos, psicópatas de toda laya, individuos artífices y víctimas de su destino, seres grises iluminados por un destello de gloria o de tragedia, o irremediablemente condenados a la intrascendencia.

    Trillo confiesa que las ideas van apareciendo a medida que las cuenta. Y uno puede imaginar a esa horda de criaturas agolpándose e interactuando, vehemente, infatigablemente, mientras su creador los retiene con aparente impasibilidad. Hasta que, una vez más, abre la puerta.

    Otros formatos

    Las incursiones de personajes del autor en la TV comenzaron con El Loco Chávez que, según el mismo Trillo cuenta, fue prohibido en épocas de gobierno militar porque "desobedecía al jefe y le gustaban las mujeres".

    Sin mayor suerte, luego fue el turno de Cybersix, encarnada por Carolina Pelleritti, que "daba bien el tipo, pero -al menos en ese tiempo- era una actriz horrible". Cybersix también se convirtió en un dibujo animado, que aquí se transmitió por HBO. Y muchos vieron -incluyendo los autores, que llegaron a enviar una carta a la cadena Fox- sospechosas similitudes con el personaje y la trama de fondo en Dark Angel, la serie de James Cameron.

    Alberto Fisherman filmó una celebrada versión de Las puertitas del Sr. López, con Lorenzo Quinteros, Mirtha Busnelli y Katja Alemann. Trillo también aportó la idea para otra película de Fisherman: Ya no hay hombres.

    En tanto, la serie Custer -sobre una mujer que vende su vida a la TV, anticipándose a los reality y a The Truman Show- fue montada en teatro en dos oportunidades en nuestra ciudad, en una puesta de Ulises Bechis.

    En primera persona

    "El Loco Chávez tiene una parte inicial que era espantosa, porque empezó siendo algo muy distinto de lo que la mayoría de la gente conoce. Las primeras historias ocurrían en el extranjero, y el protagonista era un corresponsal: ni se nos pasaba por la cabeza que la historia pudiera transcurrir en Buenos Aires. Entonces sucedía en Estados Unidos, y en una tira aparecía Hichtcock y en otra, un superhéroe que era el Hombre Pato. La segunda aventura transcurre en Noruega y, en una historia, un tipo se transformaba en tortuga. Pero de verdad �eh? Hasta que un día lo hicimos volver a Buenos Aires, bajó en Ezeiza y, cuando tomó el colectivo, se escandalizó por el precio del boleto: `�Qué, es de oro?', preguntó.

    "Ahí empezamos a hablar de las cosas de acá. Descubrimos una forma de contar diferente, emparentada con el sainete, la comedia de costumbres. Y hablar de las minas, del café, de escaparse del trabajo, del jefe. Encima ílas minas que dibujaba Altuna!. Así que la historieta funcionó bien. Pero nos costó un trecho.

    "Y yo tengo la sensación de que la gente no tomaba en cuenta si la trama que se desarrollaba duraba seis meses o dos años. Nadie reparaba mucho en sus aventuras. Lo que quedaban eran situaciones, diálogos.

    "Una cosa muy curiosa que nos pasó es que también los lectores encontraban muchas cosas que nosotros no habíamos puesto. Algunos nos comentaban, durante la dictadura, `Ché, que valientes que son, las cosas que se animan a decir'. Y nosotros, a lo más que llegamos es a poner `Qué caras están las mandarinas'. Pero la gente necesitaba buscar metáforas, encontrar en algún lado lo que no se podía decir. Recuerdo que, cuando Altuna se fue a España, justo cuando empezaba la guerra de Malvinas, dejó tiras dibujadas para tres meses. Y los que las leían estaban convencidos de que estábamos tratando la guerra, porque había un señor de apellido anglosajón que -mediante una estafa- pretendía quedarse con el departamento de un jubilado amigo de Malone. Pero eso fue escrito y dibujado meses antes".

    Muestrario

  • Colaboraciones en Patoruzú semanal (1964/68).

  • La familia Panconara, una familia muy rara; El topo Gigio y El hada Patricia, para García Ferré.
  • Tony Avila, el detective poeta, una serie de cuentos policiales humorísticos para la revista Siete Días, con Alejandro Dolina.
  • Artículos y guiones paródicos en Satiricón.
  • Con Alberto Breccia: Un tal Daneri, El viajero de gris, Buscavidas.
  • Con Horacio Altuna: El Loco Chávez (1975-87), Charlie Moon, Merdichesky, Las puertitas del señor López, Slot-Machine, El último recreo.
  • Con Enrique Breccia: Alvar Mayor (1977-82), El peregrino de las estrellas.
  • Con Domingo Mandrafina: Historias mudas, El contorsionista, Spaghetti Brothers (aquí Fratelli Centobucchi), El Husmeante, Dragger, Cosecha Verde, El Iguana, Viejos Canallas.
  • Con Jordi Bernet: Custer, LIGHT & BOLD; Ivan Piire; Cicca Dum Dum; Clara de noche.
  • Con Eduardo Risso: Fulu; Simon, una aventura americana; Chicanos; Video Noir; Boy Vampiro (NN); Borderline; historias de terror; Los misterios de Luna Roja.
  • Con Carlos Meglia: Irish Coffee, Livevil, Cybersix.
  • Con Ernesto García Seijas: El Negro Blanco (1987-96), Brujas.
  • Con Horacio Domingues: Hyter de Flok, Franca Stein.
  • Con Juan Bobillo: Martin Holmes, Sick Bird, Chocolate con fritas.
  • Con Walter Fahrer: Yo no me llamo Wilson.
  • Con Peni: Neferú.
  • Con Lucas Varela: El cuerno escarlata, El señor Guastavino y su muñeca.
  • Guiones para Domingues, Pez, Ignacio Noé, Marín y Juan Bobillo de la revista Genios.
  • Con Vitacca: Marvin de Chicago.
  • Libros: El humor gráfico, El humor escrito y Las historietas, tres libros de la colección Historia Popular del Centro Editor de América Latina (1969).
  • Historia de la historieta argentina (Ediciones Record, 1980), con Guillermo Saccomano.
  • Emerio Agretti