Los caminos de la vida

Los personajes de "Familia rodante" hacen un alto en el camino. FOTO: AGENCIA TÉLAM.. 

Por Laura Osti

La abuela Emilia cumple años y lo festeja en su casa, ubicada quizás en algún sitio del conurbano bonaerense. Primero, con sus amigas, y después con sus dos hijas y sus respectivas familias. La vieja casa tiene patio; está llena de gatos, gallinas, patos, plantas y hasta una huerta. La cámara sensible de Guillermo Nieto se entretiene en primerísimos planos sugestivos y elocuentes.

En medio de los festejos, suena el teléfono. Emilia atiende una llamada de una hermana que vive en un pueblo de Misiones. Hace muchísimo tiempo que no se ven. La abuela recibe una invitación que la compromete: se casa una sobrina, a quien no conoce, y ha sido designada madrina de la boda. Hay que ir, no queda otra. Y Emilia "arrea" a toda la familia en este proyecto. Así empezará la aventura que Pablo Trapero (Mundo grúa, El bonaerense) filmará a lo largo de miles de kilómetros, a bordo de una vieja Chevrolet Viking modelo 1958, capaz de albergar a 12 personas en su interior: Familia rodante.

"Mezcla de film coral y road-movie tercermundista", define algún comentarista. El relato toma como figura central a la mujer mayor, personaje que ejerce un tácito liderazgo, capaz de influir de manera constante, a veces con maña y a veces con sutileza, sobre todos los integrantes del clan.

Eso no impide que durante el viaje, que es largo y bastante accidentado, vayan aflorando diferentes conflictos que se tejen entre los viajeros, algunos nuevos y otros de vieja data.

�Qué consigue Trapero con esta nueva realización? En principio, explorar otros aspectos de la vida cotidiana de personajes que se ubican en la clase media baja de nuestro país. Esa clase media que merodea los suburbios, que está más en contacto con la tierra y con tradiciones que se van desdibujando en el tiempo. Personajes que se mueven como náufragos en un mundo donde no hay mucho de qué agarrarse, como no sean los afectos más cercanos, aun conflictivos y complejos. Y si todo eso se acumula en una convivencia hacinada en una camioneta, durante varios días, con calor, roces y contratiempos, las cosas en algún momento van a estallar.

El guión es sencillo, pero sugerente, aunque la cámara siempre logra decir más que las palabras. No sólo se concentra en el microclima familiar a bordo de la Chevrolet, sino que registra los paisajes, personajes y pueblos que se van encontrando en el camino.

El resultado final es una mezcla de amarguras y alegrías, de logros y frustraciones, de amores y rencores. Todo amontonadito en la olla de un puchero que alimenta pero que también puede llegar a indigestar. Y así, atando y desatando, la vida continúa.

En Familia rodante, Trapero vuelve a trabajar, como en sus realizaciones anteriores, preferentemente con actores no profesionales, entre los que se destaca Graciana Chironi, la protagonista y abuela del director. Y da un paso más en la construcción de una estética muy rica y personal.

Familia rodante

Idem. Argentina-Francia-España-Italia-Gran Bretaña-Brasil/2004. Guión y dirección: Pablo Trapero. Intérpretes: Graciana Chironi, Liliana Capurro, Ruth Dobel, Federico Esquerro, Bernardo Forteza, Laura Glave, Leila Gómez, Nicolás López, Sol Ocampo, Marianela Pedano, Carlos Resta y Raúl Viñoles. Fotografía y cámara: Guillermo Nieto. Música: Hugo Díaz, León Gieco y Juanjo Soza. Edición: Ezequiel Borenstein, Nicolás Goldbart. Sonido: Martín Grignaschi. Dirección de arte: Sergio Hernández. Duración: 103 minutos. Apta para todo público.

Calificación: Muy Buena.