La historia de Luis Ferreira tiene todas las características de la de un hombre que ha vivido, que siempre ha intentado tomar a la vida por el mango, tratando de dominar sus ribetes. Desde muy joven, cuando cursaba todavía la escuela secundaria, se interesó por la música -más específicamente por el folclore- y el destino lo fue llevando por distintos caminos.
Primero fue guitarrista y primera voz del trío Guadalupe 3, que un tiempo más tarde pasó a llamarse Las Voces de Guadalupe. Después se lanzó, con gran valentía, a desarrollar una carrera como solista. No por capricho sino por convicción, y tuvo mucho éxito. Luego transitó una nueva etapa grupal con el tradicional grupo folclórico y ahora incursiona en los fantásticos caminos de la poesía, en donde también cosecha premios y halagos. Una historia que merece ser contada.
Corría el año 1976 cuando Luis Ferreira cursaba sus estudios secundarios en el entrañable colegio Nuestra Señora de Guadalupe, ubicado detrás de la histórica Basílica santafesina, en Patricio Cullen y Padre Genesio. En los recreos, el rector de la institución educativa, el profesor Alberto Estrubia, sacaba unos enormes parlantes al patio y pasaba folclore: Los Chalchaleros, Jorge Cafrune, Los Tucu Tucu, Los Trovadores y Los Cuatro de Córdoba amenizaban el momento del descanso en los días de clase. Algunos alumnos se acercaban a escuchar y, entre ellos, estaba Ferreira.
"Nosotros tratábamos de imitarlos y así surgió la intención de agarrar la guitarra y empezar a cantar -cuenta Luis-, fundamentalmente para salir de la calle, de la posibilidad de caer en alguna reunión de tinte político y para canalizar inquietudes por el lado de la música, en este caso el folclore. Así fue como empecé a estudiar con Santiago Aicardi a fines de 1976, principios de 1977".
En ese entonces se armó Guadalupe 3, con Jorge Cicolini en bombo y segunda voz y José Luis Garelli en guitarra y tercera voz. Ferreira era primera voz y guitarra. Esta formación después fue Las Voces de Guadalupe, mientras corría el año 1978.
Acerca de los primeros tiempos, el cantautor santafesino recuerda que iban "a comer pizzas a la casa del Negro Estrubia, a tomar unos vinos y él nos decía: muchachos, tienen que buscarle alguna variante, no pueden cantar al unísono, tienen que buscar arreglos corales. Y nos ponía Los Fronterizos para que escucháramos, ya que era un grupo que le agradaba mucho".
Las Voces de Guadalupe fue cambiando algunos integrantes. La formación inicial se extendió hasta el año 1982. En 1981 fueron apadrinados por Los Cuatro de Córdoba en un festival que se realizó en Monte Vera. "Ellos nos decían: ustedes no saben adónde se metieron; se van a morir de hambre".
En 1982 se desvinculó José Luis Garelli y se incorporó Sergio Echagüe como tercera voz y guitarra. En el año 1984 Ferreira terminó la universidad y se fue a Buenos Aires con el grupo a cantar en las peñas. "Allá vivíamos de la música. Incluso yo había empezado la Licenciatura en Historia y la dejé para irme seis meses a Buenos Aires", recuerda.
En aquel momento pasaron cosas que, como bien admite Luis, ninguno de ellos entendía, pero que el tiempo les ayudó a interpretar, como lo que ocurrió con Sergio Echagüe. "Sergio no se hallaba en Buenos Aires, entonces se volvió y quedamos con Cicolini. Obviamente nos tuvimos que volver. En 1985 se integra Adrián Trevisán, con violín y requinto, que era similar a la guitarra pero afinado en una quinta justa, instrumento que se utiliza mucho en folclore cuyano".
En 1987 empezaron con las giras por Córdoba, hecho que fue muy importante para el grupo, porque comenzaron a ganar espacios en el norte cordobés. En ese momento todos los festivales de esa región eran muy atractivos para el folclore.
En 1991, Luis Ferreira comenzó a interesarse por lograr otro estilo y otro perfil, situación que planteó en el seno de la agrupación. La no coincidencia de sus compañeros con su decisión generó el pedido de receso para probar los temas propios. Y ése fue el primer alejamiento de Las Voces...
Ahí se inició una etapa exitosa. "En ese momento me presenté en algunos concursos a nivel regional y nacional con temas propios".
"Soy simplemente un cantor" y otras obras fueron presentadas al Ministerio de Educación de la provincia y se aprobaron como obras didácticas musicales. "Raíz que despierta", una composición que consta de varios temas, fue aprobada en una resolución de 1994.
La parte más importante del periplo como solista comenzó cuando en 1991 se presentó en la etapa previa al festival de Jesús María (el Pre Jesús María), donde terminó compartiendo el primer premio con un joven cantor de Santiago de Estero.
"Me presenté con una temática propia, poco conocida en aquel momento e incluso ahora. Pero yo ya había decidido tratar de buscar un estilo distinto dentro del folclore nacional. Intentar darle a Santa Fe un espacio, más allá de los grandes autores e intérpretes como Orlando Veracruz o Miguel Angel Morelli, y de poetas como Julio Migno y José Pedroni, y de mucha otra gente que está componiendo bien. La idea es la de mostrar cuál es la identidad de los santafesinos desde lo histórico, lo folclórico y lo geográfico, a través de la música".
Su premio en el encuentro previo al típico festival cordobés le otorgó el derecho de participar de la edición principal de 1992, en calidad de concursante. Pero evidentemente agradó mucho su espectáculo porque, como él señala, "en 1993 volví a participar, pero esta vez como artista contratado. En ese año también gané la Fiesta Nacional del Ferroviario que se hizo en Laguna Paiva, siempre con esa temática distinta".
"En el año 1995 me agarró la nostalgia de cantar en grupo y me reintegré a Las Voces de Guadalupe. En ese momento éramos cuatro: estaba Jorge Cicolini en bombo y voz; Daniel Paniagua en guitarra, voz y teclado; y Alfredo Dietz en primera guitarra y segunda voz. Yo seguía siendo guitarra y primera voz". Así recuerda Luis su regreso al grupo que lo había despojado del anonimato, un retorno con el afán de volcar toda su experiencia como músico solista, nuevamente en un órgano colegiado del folclore.
En ese momento graban el primer CD, titulado "Este violín que tengo", que fue editado en 1997 por la compañía cordobesa Cristal Music, y contaba con algunas composiciones del Chango Funes. "Pero no se logró el estilo que yo pretendía y por el que bregaba, así que en 1999 me retiré definitivamente".
Su abandono definitivo del grupo se conectó cronológicamente con su regreso a la actividad solista, época en la que se puso a componer con Gustavo Bravo, encargado de darle música a sus inspiradas letras. Y sus pretensiones crecieron junto con su profusa actividad compositiva.
"En 2000, junto con Gustavo Bravo, ganamos el Pre Cosquín en Gálvez, que en realidad era un `pre-pre', con un tema inédito: `Violín de los siglos', un gato. Ese tema cuenta la historia de un hombre pardo, llamado Francisco Parreño, que vivió aquí en Santa Fe y era esclavo. En 1806 compró su libertad haciendo violines para vendérselos al Cabildo, que a su vez se los entregaba a los aborígenes, quienes en una especie de trueque les devolvían cautivos que tenían retenidos y que al Cabildo le interesaba recuperar". Este logro los habilita para el Pre Cosquín Córdoba, en 2001, donde fueron finalistas.
En noviembre de 2001 lo vuelven a intentar y ganan el Pre Cosquín Esperanza con el rasguido doble "Emoción de vivir", de Ferreira y Bravo. Eso los lleva nuevamente a Córdoba, donde en enero de 2002 gana ese tema interpretado por el mismo Bravo y Raúl Escobar.
En la actualidad, Ferreira toca con un "hermano del alma", como él mismo lo llama, que es Favio Guerra (toca percusión) y otros músicos que lo acompañan "cuando la parte económica lo permite": José Villarruel y Julio Cansina, ambos en guitarra.
En el presente Luis Ferreira se ha volcado hacia otra rama del arte. Escribe poesías "intentando continuar el estilo poético de Atahualpa Yupanqui, por supuesto salvando las enormes distancias". Y ya tuvo varios halagos: su obra "Caminar" obtuvo la mención de honor en Junín País 2004. En el certamen literario organizado por la Municipalidad de San Justo, Santa Fe, obtuvo el tercer premio con "Déjame abrazarte guitarra". "Ambas poesías son versos que tienden a revalorizar todo el acervo popular y tradicional", cuenta.
Además, logró la mención de honor en un certamen organizado por la Editorial Los Cuatro Vientos en Capital Federal.
Acerca de su profesión fuera de la música, Luis Ferreira desandó su experiencia de vida universitaria y laboral. "Yo me recibí en diciembre de 1983 y en enero de 1984 ya estaba trabajando como profesor de Historia en los cursos de ingreso de la Universidad Nacional del Litoral. Ese año empecé a trabajar en el Diario El Litoral, donde me desempeñé hasta el año 1988 como colaborador permanente en el suplemento El Litoral Escolar. Yo me ocupaba en la parte de procesamiento del material histórico. El director era Félix Caropresi y la persona que conducía desde el diario era José Luis Vittori.
En marzo de 1985 entré en la Macagno. Luego en el Instituto 4035 Brigadier López, luego en Nuestra Señora de Guadalupe, posteriormente en la escuela 2067 Omar Rupp de Alto Verde, donde actualmente estoy trabajando, y en el Instituto 4023 Los Colonizadores de Santo Domingo".
Alejandro GalettoJuan Carlos [email protected]