Para Flora Lacave los únicos que tiraron fueron policías
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Rosario.- Flora Lacave, la única rehén que sobrevivió a la Masacre de Villa Ramallo, dijo que no escuchó que los delincuentes que la llevaban cautiva en un auto dispararan contra la policía y aseguró que antes de salir del predio del banco como escudo humano, los ladrones la obligaron a advertirle a los efectivos que ella era la mujer del gerente.
A lo largo de 23 minutos de una estremecedora declaración ante el Tribunal Oral Federal 1 de Rosario, que juzga a ocho policías bonaerenses por el hecho sucedido entre el 16 y 17 de septiembre de 1999, Lacave contó cómo fue la salida del Banco Nación de Villa Ramallo, donde estuvo cautiva y que culminó en la masacre.
La esposa del asesinado gerente Carlos Chaves dejó en claro que ella no escuchó que los tres delincuentes que la llevaban como escudo humano, junto a su marido y el contador Carlos Santillán, dispararan desde el interior del auto.
"Yo no escuché", contestó de forma terminante Lacave a la pregunta del tribunal integrado por los jueces Otmar Paulucci, Laura Inés Cosidoy y Santiago Harte.
La mujer, que resultó herida durante el hecho, reveló además que la policía debía estar al tanto que en el auto en el que huían los delincuentes había rehenes porque ella misma se lo advirtió a los efectivos.
Es que -recordó- cuando ella y los demás rehenes salieron del predio del banco en el auto Volkswagen Polo de su marido con los ladrones, éstos la hicieron bajar para abrir el portón con la consigna de gritarle a la policía: "No tiren, yo soy la esposa del gerente", lo que obedeció.
Lacave explicó que luego fue obligada a sentarse en el asiento delantero del acompañante, sobre las rodillas de uno de los delincuentes, Carlos "Negro" Martínez, y mirando hacia el conductor, que era su esposo.
La viuda recordó que cuando el auto comenzó su marcha y pasó el portón del garaje, Martínez le dijo "baje la ventanilla señora", con la intención de que la policía pudiera ver que había rehenes.
"Cuando salimos comienzan a sentirse los primeros tiros, como si fueran piedras, provenían desde afuera, del lado del acompañante (...) siento que me pegan un balazo en un dedo y el auto sigue su marcha", relató la sobreviviente.
Lacave recordó que en ese momento, en el interior del auto había un silencio absoluto, que se quebró cuando su marido dijo: "No tires hijo de ..." (sic), tras lo cual gritó "me diste, hijo de...".
"Le vi la cara, cuando cerró sus ojos me di cuenta de que había muerto (...)", relató la esposa del asesinado gerente, con la voz entrecortada y al borde del llanto.
"Le toqué la cara, bajé la vista y le vi la mano dada vuelta y ahí me di cuenta de que estaba muerto", explicó.
La mujer añadió que cuando el auto se detuvo y ella quedó adentro herida, se acercaron dos policías, uno de los cuales le dijo al otro: "Rematá a ese hijo de..." (sic), a lo que su compañero respondió: "No, es la señora" y el primero respondió: "Bueno, tirala al piso".
Lacave dijo que fue luego trasladada a un hospital para ser asistida y que al tomar contacto con un médico le dijo: "Nos tiraron como a perros".
Luego de su exposición, el tribunal le preguntó si estaba en condiciones de ver el video de la secuencia de los 36 segundos y medio en los que el auto salió del banco, recibió 48 impactos y se detiene.
La mujer dijo que sí, vio el video y en ese momento aclaró que ella no escuchó balazos que hayan partido del interior del auto, como afirmaron la mayoría de los policías que declararon en la causa, incluso los imputados.
La declaración de la mujer se produjo durante el debate en el que son juzgados por el homicidio de su esposo, el suboficial principal Oscar Parodi y, por el del contador Santillán, el sargento Ramón Leyva. Las pericias balísticas determinaron que de sus armas partieron los disparos mortales.
Además, el cabo Carlos Aravena, los cabo primero Sergio Susperreguy y Ramón Sánchez, el sargento Sergio Garea y el sargento ayudante Martín San Miguel, están imputados de tentativa de homicidio, porque sus disparos dieron en el auto, pero no en las personas.
Un octavo policía, el comisario inspector Omar Isaías, es juzgado pero por incumplimiento de los deberes de funcionario público, acusado de no haber preservado la escena del crimen de donde desaparecieron un handy con el que los delincuentes escuchaban la frecuencia policial y una ametralladora Uzi.
La denominada Masacre de Villa Ramallo se produjo entre el 16 y 17 de setiembre de 1999 cuando tres ladrones intentaron asaltar la sucursal del Banco de la Nación Argentina de esa ciudad del norte bonaerense y tomaron seis rehenes, tres de los cuales fueron liberados mediante negociaciones.
Tras 20 horas, los delincuentes quisieron escapar con los tres rehenes restantes como escudos humanos a bordo del Volkswagen Polo del gerente que fue baleado por la policía.
El gerente Chaves y el contador Santillán murieron en el acto, al igual que el delincuente Javier Hernández. La esposa del gerente, Lacave, y el ladrón Carlos "Negro" Martínez, fueron heridos, y el único ileso, el asaltante Martín Saldaña, luego apareció ahorcado en una comisaría. (Télam).
El segundo juicio por la denominada "Masacre de Villa Ramallo" entrará la semana próxima en la etapa de alegatos y, si no se registran imprevistos, el veredicto podría conocerse dentro de 15 días. Sólo restan desfilar unos pocos testigos que terminarán esta semana. Un vocero precisó que la semana próxima podrían realizarse los alegatos y la otra, si no hay demoras, dictarse el veredicto.