Marilú, madre e hijo
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La actriz argentina radicada en París Marilú Marini presentó dentro del ciclo Tintas Frescas la obra "Incrustations", de Chantal Thomas, con dirección de Alfredo Arias.
Tal como ocurrió cada vez que la actriz integró la programación de alguno de los festivales que se realizaron en Buenos Aires, el espectáculo también sorpresivamente estelarizado por Jorge Luz se hizo en castellano.
"Es un texto que está en movimiento porque, en realidad, no se trata de un espectáculo sino de una lectura", se apresuró a aclarar Marini en diálogo con Télam.
"Queremos hacer participar a la gente de algo muy íntimo como es la preparación de un espectáculo, la cocina del teatro -agregó- y eso crea una situación de fragilidad que, al mismo tiempo, provoca una energía que hace atractiva la propuesta".
Precisamente, "Incrustations" será estrenado en París en octubre o noviembre del año próximo.
Marini es responsable también de la traducción del texto que se caracteriza por un inteligente juego de humor y un color cercano a la tragicomedia.
La obra plantea una relación pasional, terrible, monstruosa entre una madre y su hijo que para sobrevivir transforma y aniquila situaciones y personas alrededor de ellos.
"Es un tipo de relación que uno puede percibir en la realidad concreta -señaló-. Esas madres que uno ve los domingos comiendo a solas con sus hijos, en las que uno siente que hay posesión, complicidad, sometimiento, amor y odio al mismo tiempo, todas relaciones muy fuertes".
Sin llegar a ser patológicas, son relaciones cotidianas que forman parte de un cuadro clínico pero que aparecen con frecuencia incorporadas a la realidad concreta.
Los personajes de "Incrustations" son la madre, el hijo, la esposa, un compañero de oficina de la esposa y el conserje de un hotel al que llega la esposa. Son cinco personajes interpretados por un actor y una actriz.
Entre ellos se plantean situaciones que transcurren en distintos ámbitos: el interior de una casa, un bar, una oficina, en una playa, en el hotel y en un cementerio.
La mayor dificultad surge cuando se trata de trasladar al idioma castellano un texto escrito en francés que gira en torno al humor.
Los mismos problemas tuvo que encarar Marini con la traducción de "Los días felices", de Beckett, que se presentó esta temporada en el porteño teatro San Martín.
"Pienso que el atractivo consiste en encontrar una forma diferente a la lengua original que permita hacer llegar el pensamiento del autor, aunque se tenga que transformar el texto original", explicó.
"La fidelidad no consiste en respetar las palabras -aclaró-, sino en el sentido de la situación que plantea el autor".
El espectáculo de Beckett logró un rotundo éxito en su paso por Buenos Aires. "Como yo tenía ya incorporada la obra en francés -explicó Marini- no me resultó difícil incorporar la versión en castellano. La clave estuvo en que al traducir el texto respeté el ritmo becketiano y el aliento poético que estaba dado en la rítmica de la escritura".
La respuesta del público porteño marcó uno de los puntos más altos de la temporada teatral. "El público fue de una generosidad muy grande -reconoció la intérprete- y de una notable identificación y complicidad".
"El humor ácido, esa ironía terrible sobre las cosas más trágicas de la vida que tiene Beckett es un ingrediente muy particular del humor argentino", afirmó a manera de explicación.
Finalmente la consagrada intérprete acotó: "Las reacciones que en Francia podían ser de orden intelectual o metafísico sobre el destino del hombre, acá eran reacciones sobre algo concreto, más visceral, que la gente reconocía a través de toda la historia del país y por las situaciones que tuvieron que pasar desde finales de 2001". (Télam).
Leonor Soria