Francia en el siglo XVI
Existe tal cantidad de hipótesis planteadas por los historiadores para justificar la supuesta plaga de hombres lobo que asoló a Francia durante los siglos XVI y XVII y es tan elevado el número de procesos judiciales y de relatos desprendidos de éstos últimos que bien podría pensarse que el período constituye algo así como la edad de oro de la licantropía. Aparentemente, toda forma de perversión que se registrara -asesinos seriales y casos de canibalismo incluidos- encontraba su chivo expiatorio en los presuntos licántropos.
En términos meramente estadísticos, suele decirse que hubo unos treinta mil procesos por licantropía. Dejando de lado la discusión sobre la veracidad de esa cifra, puede sostenerse que tuvieron lugar numerosos hechos de violencia, la mayor parte de los cuales ocurrió en el este de Francia; más precisamente en la región conocida como Franco-Condado.
El Franco-Condado comparte unos 230 kilómetros de frontera común con Suiza. Provincia del extremo occidental del Sacro Imperio Romano, en la actualidad cuatro son los departamentos que la definen: el Territorio de Belfort, el Alto Saona, Doubs y el Jura, con su macizo homónimo. Su relieve es básicamente montañoso, aunque casi la mitad está cubierto por densos bosques. Durante siglos fue una región salvaje y eminentemente pastoril, con una gran población de lobos. La iglesia y la superstición hicieron el resto.
"De acuerdo con las crónicas y los registros judiciales -anota la historiadora Kathryn Edwards-, durante los siglos XVI y XVII, el Franco-Condado estaba infestado de hombres lobo. El primer caso registrado ocurrió en 1521, cuando tres hombres fueron condenados a muerte por destrucción de propiedad y asesinato bajo la forma de lobos". Se trataba de Pierre Bourgor, Michel Verdung (o Udon) y Philibert Mentot, conocidos desde entonces como los "hombres lobo de Poligny". Su historia fue referida por primera vez por Johann Weyer, quien, en palabras del investigador inglés Rossell Hope Robbins, "la desechó, considerándola un delirio producido bajo la tortura". Los tres sujetos involucrados fueron juzgados en diciembre de 1521 por el fraile dominico Jean Boin (o Bomm), Inquisidor General de Bensan�on. Según Robbins, las sospechas recayeron sobre esos tres hombres luego de que un viajero, que atravesaba el distrito de Poligny, fuera atacado por un lobo; el hombre hirió a la bestia y siguió su rastro hasta una choza, donde descubrió a una mujer que le limpiaba las heridas a Verdung. Durante su confesión, Michel Verdung contó cómo había hecho para que Pierre (Bourgot) le fuera fiel al Diablo.
Después confesó Pierre Bourgot. En 1502, una terrible tormenta dispersó sus rebaños. Cuando los buscaba, se encontró con tres jinetes negros, a quienes les contó sus penas. Uno de los jinetes (cuyo nombre más tarde resultó ser Moyset) le prometió a Pierre consuelo y ayuda si lo servía como amo y señor, y Pierre aceptó la oferta esa misma semana. Muy pronto halló a sus ovejas. En un segundo encuentro, al enterarse de que ese amable desconocido era un sirviente del Diablo, Pierre negó a Cristo y le juró fidelidad, besando la mano izquierda del jinete, que era negra y fría como hielo. Al cabo de dos años, Pierre comenzó a volver al cristianismo. En ese momento, Michel Verdung, otro sirviente del Diablo, recibió instrucciones para hacerle a Pierre la marca del Diablo en el dedo del pie. Alentado por la promesa del oro satánico, éste último asistió al sabbat, donde todos llevaban una vela verde que ardía con una llama azul. Entonces Verdung le dijo que se desvistiera y le pasó un ungüento mágico por el cuerpo. Pierre se convirtió en lobo. Luego de dos horas, Verdung le aplicó otro ungüento y Pierre recuperó su forma humana. Según confesó (bajo tortura), como hombre lobo atacó a varias personas. Se arrojó sobre un niño de siete años, pero el muchachito gritó y Pierre tuvo que ponerse sus ropas y convertirse nuevamente en hombre para que no lo descubrieran. Confesó haberse comido a una niñita de cuatro años, cuya carne le pareció deliciosa; también le rompió el cuello a otra nena de nueve años y se la comió. Como lobo, copuló con lobas verdaderas y, según señaló (Henri) Boguet, los "tres hombres experimentaron tanto placer como si hubiesen copulado con mujeres".
Los tres, claro, fueron quemados".