Partido Demócrata Progresista, 90 años al servicio de la República

El nacimiento del Partido Demócrata Progresista tiene su origen por la acción cívica de un gran argentino: Lisandro de la Torre. Nacido en Rosario el 6 de diciembre de 1868, desde niño sorprendía a sus maestras por su llamativa inteligencia.

Recibido de abogado muy joven en Buenos Aires, no ejercería su profesión, la lucha cívica lo atraía. Por aquel entonces, presidía Juárez Celman, siendo la especulación y el desconocimiento de la voluntad popular las constantes. Ese gobierno y el país se derrumbaban tras la máscara de la prosperidad.

Cuando estalló la Revolución del Parque en 1890, Lisandro con sus 22 años pelea, junto a Leandro Alem y Aristóbulo del Valle, e integra la Unión Cívica. La imprevista muerte de Del Valle y el posterior suicidio de Alem, junto con las diferencias con Hipólito Yrigoyen, lo alejan de aquella fuerza opositora.

Se dedica al periodismo, regresa a Rosario, y en 1898 funda el periódico La República, y será su jefe de redacción Florencio Sánchez.

En esos años, Rosario era el segundo centro económico de la república, pero el sur de la provincia se encontraba expoliado por el centralismo porteño y para reivindicar logros de igualdad es que De la Torre funda en noviembre de 1908, la Liga del Sur, y en 1911, Lisandro es elegido diputado provincial.

En vísperas de las elecciones nacionales de 1912, Yrigoyen entrevista a De la Torre ofreciéndole disolver la Liga del Sur y quedar al frente de la provincia de la Unión Cívica Radical. Existían demasiadas suspicacias entre los dos para que aquel ofrecimiento prosperara. Lisandro continúa al frente de la Liga, y en las elecciones nacionales obtiene una banca como diputado nacional.

UNA FIGURA EN CRECIMIENTO

Sobre la base de la Liga del Sur, el 14 de diciembre de 1914 en el hotel Savoy de Capital Federal, se realiza la reunión constitutiva del Partido Demócrata Progresista. Integran la junta del novel partido: Lisandro de la Torre, Joaquín V. González, Indalecio Gómez, Carlos Ibarguren, José María Rosa, Enrique Thedy, Alejandro Carbó, Carlos Rodríguez Larreta, Mariano Demaría y Luciano Molinas.

Los principales postulados eran: transparencia y austeridad en los actos de gobierno, auténtico federalismo, autonomías municipales, defensa del pequeño productor agropecuario, defensa de la industria nacional, y luchar por la libertad plena del hombre sin distinción de ideologías, razas o credos. Estas posturas molestan a los grandes terratenientes de la época y a los monopolios enquistados en el país. La defensa de estos postulados, desde su banca en el Congreso de la Nación, Lisandro la hace con encendida fuerza y convicción, y su presencia en el escenario político del país se agiganta. "He aquí el hombre que los argentinos deberían seguir", diría el presidente de Francia George Clemenceau, en su visita a la Argentina.

Llega en año 1930, y es derrocado por un golpe militar el presidente Yrigoyen, haciéndose cargo del gobierno de facto el general José Uriburu, quien le ofrece a De la Torre el Ministerio del Interior, y con él prácticamente los destinos de la república. Pero, Don Lisandro le contesta: "Está Ud. confundido General, fui adversario político del ex presidente Yrigoyen, pero sólo creo en los gobiernos elegidos por el pueblo".

Uriburu convoca a elecciones nacionales para el 8 de noviembre de 1931, la Democracia Progresista y el Partido Socialista unen sus fuerzas, formando la Alianza Demócrata Socialista con la fórmula Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto. El seguro triunfo de esta unión fue impedido por el fraude electoral manifiesto y violento, que impidió, de esta manera, un rumbo distinto al país.

Se consigue, no obstante ello, el triunfo en la provincia de Santa Fe, resultando electo gobernador el Dr. Luciano Molinas, y obtienen bancas de diputados nacionales: Francisco Correa, Mario Antelo, Gerardo Constante, José Carreras, Luis Mattos, Enzo Bordabehere, Carlos Columbres, José N. Antelo, Mario Mosset Iturraspe, Avelino Sellarés, Gregorio Parera, Vicente Pomponio, Valentín González, Rodolfo Vionnet, y Julio Noble.

Don Luciano Molinas asume sus funciones el 20 de enero de 1932; la Legislatura de Santa Fe procede e designar senadores nacionales a De la Torre y Francisco Correa. El gobernador Molinas, como lo había prometido en su campaña, instauró la Constitución de 1921, ejerció una verdadera independencia del Poder Judicial, (no se designaban jueces a amigos políticos), otorgó autonomía a municipios y comunas, gobernaba con austeridad, y las prioridades eran salud, educación, justicia y seguridad.

Los senadores De la Torre y Correa hacían sentir sus voces en defensa de Santa Fe, y comenzaron una ardua y peligrosa investigación de los monopolios foráneos que imperaban en el país, protegidos por el gobierno del presidente Agustín P. Justo. Las críticas al conservador gobierno nacional se hacen con mayor insistencia. De la Torre propone e impulsa una comisión investigadora.

Llega el fatídico año 1935 para la Democracia Progresista. El 2 de febrero, muere repentinamente a los 56 años el senador Correa; "Tenía la mente clara y el alma luminosa", según el decir de don Lisandro al despedir a su amigo. Bordabehere ocuparía la banca que deja Correa, quien se aboca de lleno a colaborar con De la Torre en la Comisión Investigadora, que continúa su tarea implacable, pese a las trabas impuestas del gobierno nacional a través de los ministros Federico Pinedo y Luis Duhau, seriamente comprometidos con los negociados de las carnes.

ASESINATO POR ENCARGO

Lisandro de la Torre consigue el arresto del gerente del frigorífico Anglo, y este episodio conmueve a los obreros que sospechaban los negocios, y le entregaron datos al senador.

Ante la sorpresa del personal de Aduana, Lisandro consigue las pruebas de los negociados, escondidas en el barco Norman Star, listo a zarpar con su carga de carnes. Con documentación en mano, llegan De la Torre y Enzo Bordabehere a la Asamblea del Senado aquel 23 de Julio de 1935. El ambiente en el recinto era de una tensión tempestuosa y el público que ingresaba a las barras era controlado rigurosamente.

Comenzado el debate la voz sonora de Lisandro resuena en el recinto, las pruebas son irrefutables. El Ministro Duhau se levanta de su mesa y con gruesos epítetos increpa a De la Torre. El debate sale de su cauce normal, y se produce un gran tumulto. Desde las barras se levanta el brazo de un hombre corpulento con un arma (¿había sido controlado?), y dispara tres veces. Las balas impactan en la espalda de Enzo Bordabehere, que en ese momento se había colocado al lado de Lisandro. Fue, sin lugar a dudas, un asesinato por encargo. El matador, Valdez Cora, era un comisario retirado, amigo del ministro, quien estuvo detenido muy poco tiempo. "Se conoce el nombre del matador, faltan los nombres de los asesinos", declaró apesadumbrado Don Lisandro.

Los restos de Bordabehere fueron trasladados en tren a su ciudad de Rosario, donde una multitud calculada en 70.000 personas, se agolpó en la estación Rosario Norte para trasladar a pulso la caja mortuoria, las 20 cuadras distantes hasta la Jefatura de Policía. Sólo un hombre de excepción como Bordabehere podía producir esa formidable manifestación de dolor. A los tres días de aquel hecho trágico, Lisandro de la Torre se bate a duelo de pistolas con el ministro Pinedo.

Para culminar con su siniestro plan, el conservador gobierno de Justo propone y obtiene del Senado de la Nación, la intervención del ejemplar gobierno del Dr. Luciano Molinas en Santa Fe, el 3 de octubre, todo en aquel año 1935. El argumento era la instauración en Santa Fe de la sabia Constitución del '21.

Lisandro estaba abrumado, luchando solo contra el gobierno del fraude, y en enero de 1937, presenta su renuncia indeclinable a su banca de senador nacional. Toda su lucha no tenía razón de ser: "He aquí bosquejada mi larga y estéril vida pública, ni las oligarquías, ni las dictaduras, ni el desorden demagógico me han tenido a su servicio, y por eso no he llegado a ninguna parte".

Se recluye en su campo de Pinas, hace forestación y ganadería, pero una larga sequía frustró aquel esfuerzo. Finalmente vendió a precio bajo aquel campo que tanto quería, para afrontar algunas deudas que había contraído. Finalmente el 5 de enero de 1939 decide poner fin a su vida, disparándose un tiro al corazón, en su modesto departamento de Esmeralda 22 en Buenos Aires.

DESPUÉS DE LISANDRO

La desaparición de Lisandro caló muy hondo en los demócratas progresistas que pese a todo intentan concretar el resurgimiento partidario. En 1949, conducen el partido Horacio Thedy y Luciano Molinas, acompañados de nuevos y destacados dirigentes. Llevan adelante una constructiva oposición al presidente Perón, y se oponen a la reforma constitucional que otorgaba la reelección presidencial. Anunciaban un gobierno autoritario, cuyos resultados perjudicarían a los verdaderos intereses republicanos. El Partido Demócrata Progresista continuaba bregando por un auténtico federalismo de las provincias, y un régimen de autonomías en municipios y comunas.

Desde 1955, con un nuevo gobierno de facto, corto tiempo en democracia y nuevo gobierno de facto, y hasta 1972, la Democracia Progresista había tenido gran participación en la llamada "Hora del Pueblo" con el Dr. Horacio Thedy como protagonista principal. En 1973, llega nuevamente Perón al gobierno, y luego de su muerte en 1975, lo suplanta su esposa Isabel Martínez. El desorden y el caos se apoderan de la Nación, el funesto López Rega es el hombre que domina a la presidenta. La triple A comienza su accionar desintegrador y criminal. Un sombrío panorama se abate sobre la República. Los rumores de golpe de Estado se escuchan y se leen por los medios periodísticos. La Democracia Progresista propone en diciembre de 1975 formar una Comisión de Apoyo a la presidenta Isabel Perón. Para tal fin se reúnen Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, con el Dr. Rafael Martínez Raymonda, quien para aquellos años sucedió a Horacio Thedy en la conducción del PDP. Esta comisión pretendía colaborar, proponiendo algunas reformas de gobierno, y principalmente intentar quitar los poderes que ejercía López Rega. El peronismo demoró su participación en la comisión, recién a fines enero de 1976, Bittel participa de una reunión y habría dicho "es demasiado tarde, el golpe ya está en la calle".

El Dr. Deolindo Felipe Bittel había acertado en su manifestación, finalmente el golpe fue realidad en marzo de 1976, y con él la proscripción de los partidos políticos.

En el orden provincial, el PDP antes de este golpe, había tenido un destacado resultado en las elecciones de 1973, la fórmula Natale-Verdú obtuvo un destacado segundo lugar, e impuso el ballotage, o segunda vuelta, al Frejuli encabezado por Sylvestre Begnis-Cuello. El PDP incorporó como diputados provinciales a Boveris, Barberis, Morán, Caballero Martín, Blando y Cardinale. En tanto Ingaramo, Armas, Cafaratto y Marchetti como senadores provinciales ejercían el control del gobierno de turno.

Sin lugar a dudas, aquel golpe de 1976 jugó en contra de la democracia pero el PDP fue muy perjudicado, más aún cuando dos de los máximos dirigentes, creyendo en una salida democrática rápida, deciden colaborar.

Todos los partidos políticos (disueltos) lo hicieron, pero no prestaron a sus dirigentes de primera línea. Llega nuevamente la democracia en 1983 y al PDP le cuesta reponerse.

Debemos reconocer como error político integrar la Alianza de 1989 con el Ing. Alsogaray, y más aun cuando éste y su hija María Julia colaboran estrechamente con el presidente Menem.

El partido, como institución, no criticó con vehemencia la tremenda corrupción del menemismo, salvo algunos dirigentes en forma aislada. Estos hechos, más la repetición en las candidaturas, jugaron en contra del crecimiento partidario. Además, las desapariciones físicas de dos prestigiosos hombres como los profesores Enrique Muttis y Mario Verdú, conspiraron desfavorablemente.

Otro factor a tener en cuenta fue la instauración de la ley de Lemas, de la cual el PDP fue el único partido que orgánicamente se opuso a su sanción. Decíamos que iba a atomizar la función de los partidos políticos, que esa ley electoral era inconstitucional y tramposa. Lamentablemente, los hechos nos dieron la razón.

En la elecciones de 1989, nuestros candidatos a intendentes en Santo Tomé, Gálvez, Arroyo Seco y Cañada de Gómez fueron los más votados, pero la trampa funcionó a la perfección, lo mismo ocurrió con varias listas comunales. Estos hechos ajenos a la conducción y sumados a los propios errores, hicieron que el PDP concurra en dos alianzas diferentes en las elecciones del 2003.

Es indudable que existen dos proyectos distintos. Los delegados al Congreso Partidario, que deberá convocarse en el 2005, tendrán la decisión y oportunidad de que todos los demócratas progresistas encaucemos al partido por el camino que jamás debió perder y volver a los principios que nos indicara el gran Lisandro de la Torre.

Héctor Jullier