Tragedia en un boliche de Buenos Aires
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Al cierre de esta edición, las cifras hablaban de 175 personas muertas y más de 700 heridas por un incendio desatado anoche en una discoteca de Buenos Aires durante un recital de rock, en una de las peores tragedias en la historia argentina.
La hecho ocurrió en la discoteca República Cromagnon, provocado por una bengala de mano lanzada contra una tela que se encendió y propagó el fuego a carteles y cables de iluminación, durante un recital del grupo de rock Los Callejeros.
El incendio de ese local, ubicado en el barrio comercial Once, es uno de los más mortíferos registrados en una sala de fiestas desde 1977 en el mundo (ver aparte) y el de mayor dimensión en el país.
El fuego rápidamente alcanzó el escenario y dejó a oscuras a la discoteca, que en pocos segundos se convirtió en una caldera en la que cientos de jóvenes y hasta niños intentaban desesperadamente ganar la calle mientras otros perdían la vida carbonizados, asfixiados o simplemente aplastados.
"Era la primera canción del grupo, pero de pronto una bengala incendió una tela en el techo y comenzó el incendio. La gente gritaba y corría de forma enloquecida. Nadie entendía nada", aseguró Felipe, un joven de 24 años que pudo contar la historia.
"Viví un infierno. La organización fue una mierda. Las puertas de emergencia estaban bloqueadas", subrayó otro joven que no se identificó, mientras buscaba todavía esperanzado a un amigo que lo había acompañado al recital.
Varias de las personas que lograron salir vivas del incendio comentaron que la tragedia alcanzó mayores dimensiones porque sólo había una puerta de ingreso al local nocturno y otras laterales estaban cerradas.
Decenas de jóvenes que lograron escapar de las llamas se tendieron sobre la calle y las veredas aledañas a la discoteca para ser atendidos por policías, bomberos y hasta vecinos que ingresaron varias veces en el local para sacar a la mayor cantidad de personas.
La horrorosa escena aumentó su nivel de dramatismo cuando familiares de los jóvenes comenzaron a agolparse en las puertas de la discoteca para reencontrarse con sus seres queridos o averiguar a qué hospital habían sido trasladados.
En medio de la confusión y de cifras de muertos y heridos que cambiaban a cada minuto, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió centralizar la información en uno de sus centros comunitarios, adonde se han desplazado ahora los familiares y amigos de las víctimas.
Horas después de comenzada la tragedia, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, se unió a los policías y bomberos que continúan con las últimas tareas de remoción de los escombros.
El número de muertos posiblemente aumente de forma considerable debido a que muchos de los heridos que permanecen en más de una decena de hospitales públicos y sanatorios privados de Buenos Aires están graves, según admiten las autoridades.
Entre las víctimas, coinciden varios sobrevivientes, hay muchos niños e incluso bebés, en tanto que se informó de que 18 policías y cinco bomberos debieron ser internados en un hospital con heridas de diversa consideración.
"Esto es un desastre", alcanzó a decir el ministro Fernández mientras recorría el local siniestrado. "Ha sido una noche terrible", declaró el jefe de Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra, quien detalló que la discoteca, de unos 1.500 metros cuadrados de superficie, está habilitada desde 1997.
"El local tenía la habilitación teórica, pero en la práctica sólo había dos puertas y las otras estaban atadas con alambre. Los jóvenes estaban condenados a una trampa mortal", insistió el funcionario en rueda de prensa.
"Si la puerta de emergencia hubiera estado abierta, se habría evitado la muerte de mucha gente", sostuvo, y estimó que el cierre "fue una irresponsable decisión empresarial tomada -estimó- para evitar que se metiera gente sin pagar".
En las primeras horas del día, se vivían escenas desgarradoras en numerosos hospitales de la capital, donde se agolpaban decenas de personas que querían saber sobre la suerte de hijos, sobrinos, novios y hermanos que habían asistido al recital. (EFE/AFP/Télam).
Uno de los jóvenes que sobrevivió a la tragedia desatada en el boliche República de Cromagnon del barrio de Once, y que dijo haber quedado "justo debajo del fuego", confirmó hoy que la mayoría de las víctimas estaban en el piso de arriba, una especie de platea que se convirtió en una trampa mortal.
"Algunos se tiraban desde el primer piso de la desesperación. Allí justo había muchos nenes, mujeres, algunas embarazadas", relató Andrés, de 22 años, quien confirmó que el incendió fue originado por varias bengalas que impactaron en el techo del local.
Andrés, quien esta mañana se encontraba a las puertas del Hospital Ramos Mejía a la espera de recibir noticias sobre el estado de salud de algunos amigos que ingresaron heridos al establecimiento, contó que "en cinco minutos se prendió todo el techo", mientras que la banda de rock Callejeros recién comenzaba a tocar su primera canción.
"Iban por la mitad del primer tema cuando lo que vi fue una bengala que salió hacia arriba y se empezó a prender el techo, que tenía media sombra y telgopor", puntualizó el joven.
Andrés insistió en señalar que todo fue cuestión de minutos: las corridas, las avalanchas, la desesperación de todos por acceder a la salida.
"Yo estaba lejos de las puertas de salida y todos empezaron a correr hacia las puertas: una sola estaba abierta, la del frente que era angosta, mientras la otra, la del costado, estaba cerrada. Era un caos. Todo era humo". (DyN).
En cantidad de víctimas fatales, esta tragedia supera a los atentados terroristas de 1992 y 1994, cuando dos coches bombas volaron la Embajada de Israel y una mutualista judía de Buenos Aires, respectivamente, con un saldo global de 114 muertos y centenares de heridos.
Y trae además a la memoria colectiva un hecho de características similares, aunque de menor magnitud, ocurrido el 20 de diciembre de 1993, cuando 17 jóvenes murieron a causa de un incendio que destruyó la discoteca Kheyvis, a las afueras de la capital.