La fiesta derivó en el horror
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"Sacaba cadáveres de niños y de adolescentes, los cuerpitos no se movían en la oscuridad, un horror, hasta que no pude más", lloraba un hombre canoso, de piel morena, sentado en la vereda, en medio de un pandemonio en la puerta de la disco porteña, frente a plaza Once, donde murieron al menos 175 personas y más de 800 sufrieron heridas.
El socorrista espontáneo hundía sus manos en los cabellos, parecía querer arrancárselos, mientras alrededor había un caos de gritos de terror y muchachos llevaban colgados del hombro a otros, inanimados como maniquíes.
"íAyuda, por favor, se muere!", clamaba un adolescente de barbita y pelo largo, sin camisa y descalzo, cuando arrastraba por el suelo a una muchacha de unos 20 años, entre la multitud enloquecida, mezclado entre policías y bomberos.
Los 30 grados de temperatura en la calle del verano porteño se elevaban a más de 50 grados dentro del local de República Cromagnon, de la que brotaba gente en tropel, como una manada.
"íMi hijo, dónde está mi hijo!", bramaba una mujer rubia de unos 40 años que empujaba a policías que intentaban en vano detenerla. La mujer avanzó como una poseída en las penumbras de la calle estrecha de la disco pero se desplomó desmayada.
Unos 1.000 sobrevivientes con rostros desencajados, formaban una masa de cuerpos sudorosos, ennegrecidos por el hollín de la humareda, que levantaba los brazos al cielo como implorando. Otros se abrazaban arrasados por el dolor, la angustia, la impotencia.
"íTopo!", í"Roberto!", "íYanina!", eran gritos desgarradores de llamada a jóvenes perdidos que resonaban en la marejada humana.
La música de rock and roll del grupo Los Callejeros había retumbado a todo trapo cuando empezó la fiesta, con una muchedumbre dispuesta a saltar y bailar hasta el amanecer.
"Muchos estaban borrachos y en lugar de correr hacia las salidas, corrieron hacia las dos plataformas de arriba, donde están los baños. Allí se asfixiaron, los pisotearon", narró con los ojos desorbitados Roberto Gutiérrez, un mozo de un bar de la zona que se lanzó hacia adentro a ayudar.
Los camilleros de las ambulancias colocaban mascarillas conectadas a tubos de oxígeno a los que salieron con vida y si uno se abría paso a los empellones, podía verse el recinto de la muerte, más pequeño que un estadio de básquetbol.
"Todo empezó cuando la gente disparó unas bengalas de mano al techo de tela y de goma. Comenzó a quemarse la goma, pero casi sin fuego, lo que lanzaba era un humo terrible, te ahogabas, te morías respirando eso", balbuceaba Cecilia Arce, una niña de apenas 15 años, apoyada contra una pared, exhausta.
El suelo era resbaladizo y se olía la muerte, mezclada con el hedor de monóxido de carbono que se desprendía del techo.
"Esto es un desastre, un desastre", dijo el ministro de Interior, Aníbal Fernández. El responsable de la seguridad del Estado tenía la mirada perdida.
Afuera, en una vereda vecina al terraplén del ferrocarril, se alineaban los cadáveres, con las caras pudorosamente tapadas con sus ennegrecidas camisetas.
El Papa Juan Pablo II expresó hoy su "profundo dolor" por la tragedia en el local República de Crogmanón, donde murieron al menos 175 personas.
"Estoy apenado por la dolorosa noticia de los numerosos muertos, entre los cuales hay tantos jóvenes", aseguró el Papa, en un mensaje de pésame enviado al arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, monseñor Jorge Mario Bergoglio.
Juan Pablo II expresó además sus condolencias a las familias de las víctimas y envió su bendición a los heridos.
También la familia real española envió un telegrama de condolencia al presidente Néstor Kirchner, para expresarle su dolor y el del pueblo español por las víctimas de la tragedia.
Lo propio hizo el presidente de Alemania, Horst Koehler. "En nombre del pueblo alemán, deseo expresarle a usted y a los familiares de las víctimas mi sentido pésame y mi compasión", reza el texto del jefe de Estado germano.
En tanto, el gobierno francés, a través del portavoz del Ministerio de Exteriores, Hervé Ladsous, expresó la "emoción" de Francia ante "el drama que golpea a este país amigo". Indicó además que hasta el momento no tiene información sobre la posible presencia de extranjeros entre las víctimas, pero señaló que la embajada y el consulado de Francia en Buenos Aires están "movilizados".
Catorce bebés y niños de hasta seis años se encontrarían entre los muertos en el incendio del boliche, todos dentro de un baño improvisado como guardería. Muchos de los chicos que estaban allí eran hijos o parientes de los músicos de Callejeros y de otras bandas que actuaban en el lugar. Otros eran simplemente hijos de matrimonios jóvenes que concurrieron como espectadores al recital de rock.
Este mediodía, el intendente Martín Balbarrey firmó un decreto por el cual la ciudad de Santa Fe se adhiere al duelo dispuesto por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En Capital Federal la medida regirá por tres días e incluye que las banderas deberán permanecer a media asta, el cierre de locales bailables y la prohibición de organizar fiestas públicas.