La muestra del artista León Ferrari que desde su inauguración, el 1° de diciembre, desató una polémica entre artistas y distintas agrupaciones católicas, volvió a exhibirse desde ayer en el Centro Cultural Recoleta, después de permanecer cerrada durante 18 días tras una medida cautelar interpuesta por la jueza Elena Liberatori.
La polémica retrospectiva del artista plástico abrió sus puertas a las 14 y desde entonces desfiló un público heterogéneo y numeroso, a razón de 400 personas por hora, según estimaciones de las autoridades del espacio cultural.
La muestra había sido clausurada el 17 de diciembre, luego de que se hizo lugar a un recurso de amparo interpuesto por la Asociación Cristo Sacerdote, que entendía que en la exposición había 49 obras "que causan una herida a los sentimientos religiosos de los creyentes, que no se encuentran obligados a soportar".
Tras la clausura, el gobierno de la ciudad presentó una apelación en la que calificó al fallo de la jueza Liberatori como un "lamentable caso de censura judicial".
EL DESENLACE
El martes pasado, finalmente, los jueces Horacio Corti, Esteban Centenaro y Carlos Balbín, miembros de la sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario, decidieron dejar sin efecto la medida y autorizaron la reapertura de la exposición, argumentando que la conducta de Ferrari "no es un delito ni una contravención".
Los jueces resolvieron que las obras de Ferrari vuelvan a ser exhibidas en su totalidad pero con un cartel en la entrada que alerte a los visitantes sobre el contenido de la muestra y el posible impacto que algunas representaciones pueden generar en sus sentimientos religiosos.
Por su parte la Asociación Cristo Sacerdote ya anticipó que no apelará la reapertura dispuesta por la Justicia, porque considera que "quedó acreditada en el ámbito judicial y en la opinión pública la ofensa a los sentimientos religiosos".
León Ferrari, retrospectiva 1954-2004 se inauguró el 30 de noviembre en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. Esa misma noche, uno de los presentes intentó destruir una de las obras, que incluyen imágenes de Cristo y la Virgen dentro de una licuadora o la figura de Jesús crucificado sobre un avión de combate.
Poco después, el cardenal Jorge Bergoglio consideró la muestra una "blasfemia" y llamó a los fieles de la Iglesia Católica a repudiarla.