En la madrugada del martes, el sacerdote Luigi Giussani falleció en la ciudad de Milán, debido a una insuficiencia circultoria y renal. El fundador del movimiento eclesial Comunión y Liberación, tenía 82 años y había contraído una grave pulmonía.
Giussani o "il Gius", como le llamaban los miembros italianos del movimiento, fue uno de los grandes renovadores de la espiritualidad del laicado en el último tercio del siglo XX. Su movimiento tiene sede en casi setenta países de todo el mundo.
La dolorosa noticia fue hecha pública por el sacerdote español Julián Carrón, llamado hace unos meses a Milán por Luigi Giussani para ayudarle en la guía de Comunión y Liberación.
Días atrás, Juan Pablo II -quien sabía de su enfermedad- le manifestó a través de una carta que "en este momento de gran sufrimiento, deseo dirigirle un saludo afectuoso, asegurándole mi cercanía espiritual". El Santo Padre, además, bendijo especialmente al fundador y a todos los miembros de Comunión y Liberación. Al anoticiarse del fallecimiento, el Papa encomendó al cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio, presidir en su nombre los funerales que tendrán lugar en la catedral de Milán mañana a las tres de la tarde.
Giussani había nacido en 1922 en Desio, un pueblo de los alrededores de Milán. Su madre Ángela fue quien lo introdujo en la fe, en tanto de su padre, Beniamino, le transmitió la vocación por preguntarse el por qué de las cosas. En 1954 formó Comunión y Liberación, presidió el Consejo General y la Diaconía Central, órgano directivo de la Fraternidad de CL, asociación reconocida por el Pontificio Consejo para los Laicos en 1982.