Ariel Tarico: todas las voces, todas
Con sólo 20 años, el santafesino Ariel Tarico comparte la mesa de un estudio de radio en Mitre, con grandes personalidades del periodismo y del humor argentino. Además, integra la dupla con David Rotemberg y el afamado micro "Los Fernández", que se transmite en esa misma emisora. Su rubro, el humor político. Su herramienta, la imitación de voces.

Una boca con mil voces y un rostro que es muchos rostros. La inmensa desenvoltura en el diálogo, inusual para sus 20 años. Ariel "El Lento" Tarico cuenta la historia de su vocación, logros y fracasos. Aristóteles decía que imitar es connatural al hombre. Pero hay quienes nacen con una aptitud especial para encontrar en las propias cuerdas vocales la vibración ajena. Si, además, la imitación combina humor, crítica social y otros ingredientes, el resultado queda anidado en el imaginario colectivo.

Primeros pasos

La historia incesante que hoy se teje en las radios de Buenos Aires, dio sus primeros pasos en Santa Fe. En el colegio Dante Alighieri, en la sala de algún tío que compraba la revista Humor y en el sofá desde donde Ariel presenciaba cómo Gianni Lunadei y el "Gordo" Mesa escribían un capítulo del humor argentino.

El legado paterno, las páginas que hoy ya son sepia y programas que actualmente se reproducen en el canal Volver, fueron convirtiendo un pasatiempo lúdico en una pasión vocacional.

-�Cuáles fueron las influencias que despertaron tu vocación?

-En lo gráfico, fueron Humor y Fontanarrosa. A los 5 años, abrí un libro de Fontanarrosa y me apasionó. En cuanto a lo actoral, yo veía todos los programas humorísticos. Me impactó mucho Gianni Lunadei, cuando trabajaba con el "Gordo" Mesa. A mi viejo también le gustaban tanto el dibujo como la locución y la imitación. Siempre jugábamos a eso y yo tenía la aptitud dormida, que de vez en cuando aparecía. Es una aptitud a la que yo no le daba mucha importancia, porque me gustaba el dibujo. Pero como ahora pasó a primer plano lo que hago en radio, el dibujo quedó como un hobbie.

-�Recordás tus primeras imitaciones?

-No recuerdo el comienzo preciso, pero sí que se intensificó en la secundaria, imitando a amigos y profesores. El otro día me encontré a mi profesora de Historia y me dijo: "Pensar que empezaste imitándome a mí". En los campamentos, los talleres de teatro, imitaba siempre a los profesores.

-Ibas al colegio Dante Alighieri... Habrás incursionado en imitaciones en italiano.

-Da piccolino ho studiato l'italiano..., claro. Después, empecé a sumar nuevas voces y en 1999 llegué a LT 10. Al secundario lo terminé en el 2001, así que combinaba el colegio con la radio.

Del aula a los micrófonos

-�Y cómo fueron tus primeros pasos en la radio?

-Escuchaba el programa de Pilo Monzón de los sábados. Fui a la radio, me presenté y le dije que me interesaba imitar voces. Era muy chico, tenía 14 años. Me vieron con desconfianza. Entonces, agarré el teléfono un día y pedí hablar con Pilo haciéndome pasar por el "Turco" Alaniz. Y se la creyó, hasta que le dije que era yo: "Ah, sos vos... Venite el sábado".

Después de Rogelio (Alaniz) vino la ministra Stanoevich, y se fueron sumando otros. Cuando estaba terminando mi secundario, dejaba grabado para "El termómetro", porque de mañana iba a la escuela. Y lo mismo con el programa de Guillermo Tepper. Cuando terminé la secundaria, fue el gran salto; estaba toda la mañana en la radio con Luis Mino. Mi trabajo se perfeccionó e incorporé más voces. Fueron 5 años de carrera ahí.

-Por ese entonces, ya estabas en la edad del despertar vocacional y de la elección de una carrera. �No quisiste comenzar algún estudio relacionado con lo tuyo?

-Empecé Locución en el año 2002 en el Instituto N° 12. Eso me ayudó muchísimo para educar la voz, incorporar material nuevo. Uno tiene que ser como una esponja, asimilar todo lo que te sirva para mejorar tu perfil como profesional. Mientras tanto, estaba con Luis Mino, pero ya iba mechando con Radio Rivadavia en Buenos Aires en la última etapa de "El Rapidísimo" de Héctor Larrea. Ése fue mi debut en Buenos Aires. La carrera se truncó recién el año pasado, cuando me fui a Buenos Aires definitivamente. Me falta un año, quizá alguna vez la retome.

En las radios capitalinas

El estudio de radio y sus locutores viven un dinamismo muy grande antes de estar listos para salir al aire. Los relojes cambian sus agujas por unas que corren a tiempo feroz. Las paredes convierten al frío cemento en una membrana acústica que bebe los sonidos que no se tienen que escuchar. Los ojos se vuelven especialmente vulnerables al cartel que enciende las letras "aire". Y Ariel, para entrar al estudio, cambia la voz.

-�Cómo fue tu llegada a Buenos Aires?

-Después del contacto con Larrea en Rivadavia, empecé a colaborar telefónicamente con distintos programas de Rivadavia. Hasta que en enero del 2004 y hasta mayo, iba los sábados a un programa que iba de 7 a 10 y salía en vivo. Después surgió la posibilidad de Mitre, que fue a través de un casting. Había que enviar un CD y yo quedé. Empecé a trabajar en "Hoy por hoy", con el recordado Néstor Ibarra, hasta que falleció. Hicimos el micro "Los Fernández" con (David) Rotemberg, que es muy exitoso. Pero también tuvo la repercusión que tuvo porque Néstor le daba la entidad necesaria.

-Llegaba alguien nuevo al estudio de Ibarra en Mitre y, de alguna manera, a ocupar un lugar en el que antes funcionaba la dupla Rubio-Rotemberg. �Eso condicionó el recibimiento que te dieron en el medio?

-Rubio y Rotemberg marcaron un sello en lo que fue humor radial. Rubio está ahora en la tele, tuvieron un problemita entre ellos dos, en todos los reportajes me preguntan por él. Al principio, tanto Rotemberg como yo teníamos una desconfianza natural a lo nuevo. Yo llegaba del interior y tenía un poco de los temores normales y, por su parte, él debe haber pensado "de qué la va este pibe". Yo estaba a prueba, fue todo un proceso. Después empezamos a trabajar juntos. Me incorporaron a la oficina de él con su equipo. Al mes, juntamos nuestro laburo; ya empezamos a formar una dupla, aunque conservando cada uno su perfil. Él es alguien reconocido en el medio y yo me estoy formando. Ahora trabajamos simultáneamente al aire y hay buena onda y compañerismo.

Un gran golpe

-La muerte de Néstor Ibarra debe haber sido difícil en lo personal y también en lo profesional, debido a que tu herramienta es el humor y no se puede hacer uso de ella en un suceso así, que además se sumaba a otra tragedia, como fue lo ocurrido en República Cromagnon.

-A pesar de no tener una relación muy estrecha con él, porque no alcanzó a conocerme mucho -fueron sólo unos meses-, me pegó muchísimo. Cuando falleció, lo sentí muy cercano. En la radio se vivió como algo muy fuerte porque era el conductor emblemático de la mañana. Fue un golpe muy duro. Sobre todo porque, cuando él conocía bien tu laburo, era capaz de defenderte, de reconocerte al aire. Encima, veníamos de la semana de Cromagnon. En esos casos, cuando la información requiere más espacio de lo habitual, se decide no hacer humor, por una cuestión de respeto al dolor, a las víctimas. Entonces, fue una semana en que no hicimos nada. Después retomamos, con una voz crítica con respecto a lo sucedido y a los responsables de lo que fue la tragedia. Tomamos la voz de Kirchner y, con el tema del referendum, lo empecé a hacer a Aníbal Ibarra.

Adrenalina al aire

-�Cómo coordinan roles y temas para cada una de las salidas?

-En la oficia somos cuatro: Demetrio López y Demian Sterman, (guionistas y productores de la sección de humor), David Rotemberg y yo. Cada uno aporta algo, un tema. Y, según lo que surge, se van barajando distintas posibilidades de cómo salir al aire sobre ese tema. Lo conversamos y se llega a la computadora, donde se elabora el guión.

-�Cómo es el balance guión-improvisación?

-Ahora me sujeto mucho a los guiones. Y antes, cuando era chico, escribía mucho. Después, mezclaba espontaneidad con lo que estaba escrito. El papel como soporte y las charlas previas con la mesa son fundamentales.

-En la atmósfera propia que genera un estudio de radio, predominan el humor, los nervios y otras yerbas.

-Siempre hay adrenalina. Ahora estoy de 6 a 9 en la mesa con Magdalena (Ruiz Guiñazú). Y después, a las 10, seguimos con el bloque de "Los Fernández", en el nuevo programa que conducen Lalo Mir, Fanny Mandelbaum y Ernesto Tenenbaum. Al principio, están la adrenalina, las corridas de salir al aire y la presión de que sea una AM. Después, cuando ya estamos al aire, nos divertimos mucho. Magdalena tiene la mejor onda y es una tipa súper inteligente y abierta, una mujer consagrada dispuesta a reconocer el trabajo humorístico, lo mismo que ocurría con Néstor. Para mí, es un honor.

Asignatura pendiente

-Además de la radio, �hay algún otro ámbito o escenario que te llame la atención? Algunos imitadores llegan al teatro o se interesan por el doblaje de películas y dibujos animados.

-Han surgido muchas cosas gracias al laburo en la radio. Lo más próximo es una obra de teatro junto con Rotemberg, que va a ser como el primer fruto. Uno se va dejando fluir, todo va avanzando. En la radio se puede experimentar mucho más y con más tiempo; te da más tiempo para el proceso artístico. La tele va más hacia lo inmediato, hacia el rating, pero igualmente no descarto trabajar en ese medio.

Qué nos pasa a los argentinos

-Entre las noticias difíciles y a veces dolorosas, siempre encuentran espacio para el humor. �Por qué creés que se canaliza a través del humor lo que nos pasa?

-Creo que hay una cuestión que es muy argentina. Cada vez que hay una tragedia, se suman 10 ó 20 chistes sobre eso y van apareciendo en la calle, entre la gente. Algunos medios, además, están en la onda del humor negro. Siempre se le encuentra una onda humorística a lo que pasa, a lo que nos duele. Es un anticuerpo a lo que nos duele. Nos reímos de los victimarios. Ahora son los responsables de Cromagnón... pero antes lo viví con la inundación acá en Santa Fe. Tuve que hacer humor y, obviamente, me reí de los victimarios, de los responsables, los que quieren evadirse e ir tranquilos por la vida. Quizá nuestros chistes sólo le hacen cosquillas, pero, por lo menos, se dice algo y no se la llevan tan de arriba. Ésa es nuestra esperanza.

Uno más en casa

-Comentarios de los oyentes...

-Muchos. Siempre hay llamados de los oyentes sobre nuestro trabajo. Los e-mails también hacen comentarios positivos, la gente lo recibe muy bien.

-Ahora que diste un gran salto en tu carrera, por el hecho de compartir mesa con grandes personalidades periodísticas y del humor, �cómo te manifestarías con las personas que te dieron tus primeras oportunidades en Santa Fe?

-No tengo más que palabras de agradecimiento, porque ésta es la ciudad donde nací y empecé. Para mi fue un objetivo cumplido. Hice carrera acá, tuve esa posibilidad de lograr un cierto reconocimiento en la ciudad. Por eso, agradezco a todos. Ahora, cuando vengo de vacaciones, me cruzo con amigos, con ex compañeros de trabajo, con los cuales siempre surgen anécdotas. Si hubo malos recuerdos, han quedado tapados por lo maravilloso y porque uno decide guardar las cosas viejas en un cajón. Cuando lo vuelve a abrir, los recuerdos buenos tienen el mismo valor. La gente te escucha y sos un integrante más de la casa. Eso supera cualquier rencor. Cuando vos progresás, se ponen contentos.

Duelo de Fernández

Fragmentos de la nota publicada el martes en Clarín Digital.

  • "Aníbal Fernández habló con su otro yo en un desopilante show radial".
  • "Con esa habilidad que tienen los políticos para no perder la calma, Aníbal Fernández respondió sobre el escándalo de las valijas voladoras (...) hasta entablar, sin despeinarse, un diálogo (desopilante) con `el otro Fernández', el personaje que todas las mañanas caracteriza el cómico Ariel Tarico en `Magdalena tempranísimo' por Radio Mitre.

    (...) "Por fin llegó ese momento en que imitado e imitador se cruzaron en un show radial de una veracidad tal, que no se distinguía con claridad quién era quien".

    (...) "Es un lujo, me siento halagado por su nivel profesional, es un trabajo excelente', alabó el verdadero Fernández a su imitador. Y todos rieron".

    Virginia Gutierrez