El general que supo conducir ferrocarriles

Hace pocos meses, en octubre del pasado año, nos dejó el general Juan Carlos De Marchi, ardoroso e inquebrantable defensor de los ferrocarriles, que había ejercido la presidencia de la empresa estatal desde el mes de enero de 1967 hasta marzo de 1971. No sólo fue un piloto de tormenta incomparable, sino que les dio a los ferrocarriles, en su tiempo, una dinámica fuera de lo común impulsando una renovación desconocida en años anteriores.

Nacido en Buenos Aires el 17 de junio de 1919, decidió en marzo de 1936 ingresar como cadete al Colegio Militar de la Nación y egresó en 1939 como subteniente de Infantería. Se incorporó luego a la Escuela Superior Técnica, donde obtuvo el título de ingeniero militar. Con el grado de mayor se desempeñó como jefe del Arsenal Esteban de Luca. Tiempo después, ascendido a teniente coronel, fue designado jefe del Ente Constructor de la Dirección General de Ingenieros (organismo constructor de obras civiles) y fue profesor de la Escuela Superior Técnica en la materia Mecánica de Armamento Portátil. Entre otros numerosos cargos, fue nombrado hacia finales de 1964, con el grado de general de brigada, director del Colegio Militar de la Nación hasta 1966.

PRESIDENTE DE LA EMPRESA FERROVIARIA ESTATAL

Pero su actuación más destacada la llevó a cabo a partir del 10 de enero de 1967, cuando se hizo cargo de la presidencia de la empresa Ferrocarriles Argentinos, en cuyas funciones en 1968 ascendió a general de división. En 1970, un año antes de su alejamiento al frente del organismo del Estado, desarrolló el Plan de Mediano Plazo para una inversión de 850 millones de pesos en 5 años. Allí dio comienzo a una verdadera reestructuración ferroviaria. Adquirió numeroso material tractivo e incorporó un importante parque de locomotoras diesel para todos los ferrocarriles, con lo cual modernizó distintos niveles de operatividad. Logró las innovaciones necesarias que trascendieron a su gestión, alcanzándose la puntualidad y eficacia que tanto requería el público usuario. Para ello consideró fundamental la intervención humana, capacitando al personal ante las nuevas tecnologías que se iban abriendo paso.

De raigambre ferroviaria -su padre lo fue-, trabajó intensamente para convertir en realidad su objetivo, viajando e incluso piloteando las locomotoras, introduciéndose en los problemas operativos, intercambiando opiniones con su personal técnico, con los maquinistas y operarios de las distintas disciplinas que componían la compleja empresa estatal de los ferrocarriles.

Comprensivo y ecuánime, no utilizó su influencia castrense para imponer disciplina; todo lo hacía a través de la persuasión. Prueba de ello, en oportunidad de inspeccionar talleres en Santa Fe y, al observar que el fichero del personal minutos después de las 6 de la mañana -hora de entrada- aún no se había completado, dijo con sonrisa: "Es propio de argentinos la impuntualidad", dejando sentado que nada escapaba a su interés y, con más razón, el cumplimiento horario, esencial para el correcto funcionamiento de una empresa.

CONGRESO PANAMERICANO DE FERROCARRILES

Siendo aún presidente de Ferrocarriles Argentinos, en 1969 fue nombrado secretario general de la Asociación Latinoamericana de Ferrocarriles (Alaf). Un año antes había presidido el Congreso Panamericano de Ferrocarriles llevado a cabo en Buenos Aires y, a partir de 1974, ya en forma permanente. Organizó 10 congresos panamericanos en distintos países del continente; se recuerda en especial el que presidió en Lima (Perú) al reconocerse a nivel mundial la supremacía económica del ferrocarril.

Es de hacer notar que la ACPF fue fundada el 11 de octubre de 1907 por decreto del gobierno argentino como Congreso Sudamericano con sede permanente en Buenos Aires y adquirió en el año 1941 carácter panamericano, siendo su fundador el Ing. Santiago Brian, acompañado por un grupo de capacitados profesionales llamados "los 12 apóstoles de la ingeniería argentina". Esto demostraba que la Argentina fue pionera en los grandes proyectos latinoamericanos, cuando por entonces dábamos comienzo al liderazgo en la expansión ferroviaria.

El general De Marchi, defensor a ultranza del ferrocarril, en las deliberaciones del congreso llevado a cabo en la Isla de Margarita (Venezuela) en 1994, declaró: "La destrucción del medio ambiente, de este invalorable hábitat humano, es el equivalente moral de la guerra; por lo tanto, debemos con todas nuestras fuerzas luchar junto al modo de transporte que representamos para evitar en lo posible continúe su destrucción, como la mejor manera de bregar por la paz". Comparación precisa y contundente de un militar que evalúa los dos dramas latentes en el mundo.

DISTINGUIDA PERSONALIDAD MUNDIAL

El general Juan Carlos De Marchi, entre tantas acciones, conferencias y proyectos para recomponer y reconocer las bondades del ferrocarril, en 1968 y como titular del XII Congreso Panamericano de Ferrocarriles celebrado en Buenos Aires, organizó la mayor exposición ferroviaria de la Argentina y, en 1985, fue declarado miembro de honor de la International Railway Congress Association, como el único americano que recibe esta distinción por los grandes aportes realizados haciendo visitas técnicas a los ferrocarriles europeos, India y Japón, invitado por los más capaces técnicos de aquellos países. Anteriormente, en 1982, en XXIII Congreso Internacional Ferroviario realizado en Málaga (España), cuyo temario trataba sobre mejoras de la eficiencia ferroviaria mediante la incorporación de nuevas tecnologías y automatización, hizo hincapié en las mismas, pese a que en una empresa a la luz de la contabilidad convencional opere a pérdida. En 1997, en una conferencia organizada en Londres, fue invitado a presentar su trabajo: "El redescubrimiento mundial del ferrocarril", por el cual recibió elogios de la prensa internacional, debido a sus conceptos claros y precisos sobre el tema.

Podemos asegurar que con el general De Marchi se completa la trilogía (además de sus antecesores, los generales Mosconi y Savio), ya que supo defender con honor, trabajo y patriotismo los grandes intereses de la República, representados por el petróleo, la siderurgia y los ferrocarriles.

Andrés Alejandro AndreisPresidente del Museo Ferroviario de Santa Fe