Hay en el mundo varios casos de familias vinculadas con el hecho artístico. En Santa Fe tenemos un ejemplo que tiene su inicio hace ya más de veinte años. Gabriela Pertovt y Gabriel Villot se conocieron cuando eran prácticamente adolescentes, allá por 1984, cuando cantaban juntos en el Coro Cantares.
Al año siguiente, ingresan juntos a la Escuela Provincial de Bellas Artes Juan Mantovani y, cuando cursan el segundo año de la carrera, deciden casarse. Gabriel se incorpora al Coro Polifónico de la Provincia en la cuerda de tenor. En 1989 hacen su primera exposición de pinturas y dibujos, comenzando allí una profesión que los acompaña hasta hoy.
Valen los recuerdos cuando están cargados de sensaciones emotivas. Porque también crean junto a otros amigos, en 1989, el recordado y excelente grupo infantil Los Tutisonanti, con el que durante varias temporadas componen comedias musicales para niños, en las que Gabriel y Gabriela actúan, cantan, realizan la escenografía y otros tantos menesteres, propios de quienes deciden emprender tan difícil labor.
En el año 1990 nace su primer hijo, y como los niños traen un pan bajo el brazo, Gabriela obtiene la beca Elizabeth Greenshield, de Canadá.
En la historia de esta familia, 1997 fue un año muy especial: Gabriel gana varios premios y Gabriela, la beca de la fundación Pro-Arte y llega -con un nuevo bebé de 6 meses- el primer viaje a París.
En el 2000 Gabriela inaugura su taller, donde se desempeña como docente. Los años se suceden, y así han ido construyendo juntos una historia de amor y pasión artística, volcándose cada vez más hacia las artes visuales. Participan en concursos, muestras y salones de manera permanente, y el arte los lleva a lugares impensados, siempre con la premisa básica del trabajo: becas, viajes a Canadá y Europa, conocer personas muy especiales, exponer sus obras en ciudades lejanas, visitar museos...
Hoy comparten su vida con sus hijos Gaspar (14) y Gastón (8), quienes también ya se inclinan por la música y el dibujo.
Lo cotidiano para ellos es 8 ó 10 horas por día en el taller, donde la inspiración "debe encontrarnos trabajando. Compartir la profesión es algo muy bueno, muy fuerte, que siempre nos jugó a favor. Es como sintonizar la misma frecuencia. Nunca competimos entre nosotros, el logro de uno (un premio, una beca) es una alegría para toda la familia y lo festejamos entre los cuatro", dicen con sinceridad y orgullo bien ganados.
Días pasados, en la ciudad de Fribourg (Suiza), concluyó la muestra conjunta que Gabriela Pertovt y Gabriel Villot realizaran en el Auberge de Zaehringen, a partir del 13 de enero de este año. Su inauguración contó con la presencia de numeroso público, entre ellos, el embajador en Suiza de la Argentina, Eduardo Seward y su señora esposa, quienes pudieron -además de apreciar las obras expuestas- disfrutar de la velada musical que Gabriel ofreciera interpretando canciones de Guastavino, Ginastera y tangos clásicos, acompañado al piano por Flavia Farioli.
Gabriel no oculta su emoción. "Fue una experiencia muy emocionante poder interpretar canciones tan nuestras, como `Pueblito mi pueblo' (que habla de San José del Rincón) o `Hermano', frente a un público que escuchaba con mucha atención, en un lugar tan distante en lo geográfico como en lo cultural.
"Uno de los asistentes, en un momento, pidió la palabra, agradeciendo el haberlos acercado de tres maneras a la lejana Argentina: con las imágenes de nuestros cuadros, con los sonidos de la música y con los sabores de nuestra comida, ya que el vernissage se completó con empanadas de carne y humita, vino argentino y una cena con un menú típico de nuestro país. Fue sorprendente para nosotros ver cómo el público que asiste a las muestras es tan heterogéneo como curioso y receptivo a manifestaciones tan diversas de las que allí se producen. Como artistas, nos sentimos muy halagados por la atención con que escucharon y por las preguntas que generó la exposición. A tal punto que la clausura de la misma tuvo que ser prorrogada una semana".
Con las valijas casi sin deshacer y los pinceles bajo el brazo, Gabriela Pertovt regresó de exponer en Suiza y partió hacia Ushuaia. Allí, el 3 de febrero pasado quedó inaugurada su muestra individual en el Museo Marítimo ubicado en el ex presidio.
Por segundo año consecutivo, el museo, que dirige el Lic. Carlos Vairo -y que cuenta ya con obras de Gabriela Pertovt en su patrimonio permanente- invitó a la artista santafesina a exponer sus pinturas en la temporada de verano. La sala de arte funciona en el pabellón N° 2, uno de los 5 con que cuenta el viejo edificio que fuera cárcel.
Equipadas con un excelente sistema de iluminación y calefacción, cada una de las salas tiene una capacidad para más de 50 obras de tamaño grande.
Aproximadamente 600 turistas visitan cada día la muestra y demuestran mucho interés por el arte argentino. La mayoría baja de los grandes cruceros que visitan el puerto de la ciudad más austral del mundo, aunque otros también llegan por tierra o en avión. Son australianos, japoneses, europeos, americanos, gente de los lugares más recónditos del mundo.
Gabriela también tiene anécdotas. "Desde el esfuerzo de responder a las preguntas que hacían en inglés, francés o italiano, o explicar cómo estaba trenzado el `tejido criollo' de mis obras, hasta los saludos, escritos en el libro de sala del museo en mandarín o esloveno... Pero una que me emocionó profundamente es la siguiente: un día, llega a la muestra una coleccionista turca, que vive en Europa, y que tras ver en el centro los afiches que anunciaban la exposición, quería adquirir el cuadro que se mostraba en ellos.
"Una vez allí, le gustaron tres, y finalmente, después de mucha deliberación, se decide por llevar dos de los más grandes. Se va muy contenta con sus cuadros pero, ante mi sorpresa, regresa tres horas después, y me dice: estoy en el hotel y sé que no voy a poder dormir si no me llevo el tercero que completa la serie. íImagínense! Para mí, que tanto he luchado por ganarme un lugar en esta difícil profesión de la pintura, la alegría que me produjo. Y se llevó el tercer cuadro".
La Pertovt presentó allí 48 obras (todas realizadas en el año 2004) de su serie "De la Pampa a la Patagonia" y "Los sueños de la vaca", donde entre cintas entrelazadas, escarapelas y barcos de papel, "las vacas" plasman sus deseos de una Argentina más justa y más próspera. Ella dice que vuelve convencida, cada vez más, de que el camino que eligiera hace unos años con su pintura, el del "autoctonismo" como lo denominan algunos críticos, es el que quiere seguir profundizando, "más allá de las modas que a veces tratan de imponerse en las artes visuales".
El celeste y blanco predominante en sus cuadros sigue buscando nuevos rumbos, con una energía incansable que se nutre del placer de hacer lo que ama: pintar. Y aprovecha para invitar a su próxima muestra que se puede visitar hasta el 30 de marzo en Bohnenkamp & Revale Art Gallery (Maipú 979) de Buenos Aires. Después retomará su trabajo en el taller, preparándose para los proyectos de 2006.
Así, siempre juntos, siempre trabajando, con humor y con amor, Pertovt, Villot y sus hijos andan por la vida.