ENCUENTROS DE LA MEMORIA

Dejar testimonio de lo que se perdió para siempre


En el Museo Sor Josefa Díaz y Clucellas, los abuelos se reúnen todos los sábados para repasar escenarios, vivencias, personas que pasaron a lo largo de sus vidas.

ANA LAURA FERTONANI

Un edificio demolido, las lecciones de lunes a sábado, los inmaculados guardapolvos, el bronco sonar de la campana exigente, el tintero de porcelana cargado de azul, la copa de leche, la inquisidora mirada de la señorita... todo eso está guardado en la memoria de Eduardo Bernardi y decide contarlo porque quiere que lo sepan aunque la "historia" no lo registre.

Con él están otros abuelos: Alberto Niel, Juan Rosso, Teodoro Perrone y Mabel Mottet, junto a quien dirige el Museo de la Ciudad Teresita Cataudella. Todos juntos hacen los sábados, en la biblioteca del Museo Sor Josefa Díaz y Clucellas -San Martín 2068-, lo que llamaron "Encuentro de la memoria".

Van por el quinto encuentro y los recuerdos se suceden. Mientras tanto, un grabador registra absolutamente todo: lo que hablan, lo que leen.

La idea surgió de Bernardi y Cataudella. También un sábado se encontraron en la peatonal, en la puerta del Museo de la Ciudad, donde objetos antiguos llamaban la atención de los caminantes y generaban intercambio, ahí surgió la idea de sistematizar esos espacios.

"Porque la memoria que tienen los viejos no está registrada en ningún libro. Los libros de historia no se dedican a la memoria cotidiana de un hombre común, un barrio, juegos, la vida de las mujeres, las costumbres, los oficios, vendedores, tecnología. Nada de eso está registrado y se va perdiendo día a día, con la muerte de los ancianos", señala Cataudella.

Enseguida toma la palabra Bernardi, que esa mañana le dedicó unas líneas al hombre de la víbora que en la década del '40 lo sorprendió en un viaje de compras en Buenos Aires. "Intercambiamos recuerdos, vivencias, los hechos, lugares, personas, acontecimientos que han ocurrido durante el período de nuestras vidas. Los que nos reunimos somos personas viejas, con todo el respeto y cariño. Estamos hablando de 80 años atrás; prácticamente, todo el siglo XX".

Dejar testimonio es lo que los convoca. Entre todos proponen una visión panorámica de lo que no registra la historia.

"No nos damos cuenta de que, día a día, somos partícipes, actores y testigos. Recién cuando pasan los años y vemos que esas cosas han desaparecido es cuando empezamos a pensar y valorizarlas. Queremos rescatar esas vivencias que han sido olvidadas y que son desconocidas", agrega el fundador del espacio.

PATRIMONIO VIVO

"Los ancianos son el patrimonio vivo que tenemos", sentencia Cataudella. Por ese motivo, desde el Museo pretenden concretar una publicación con los registros de los encuentros y escritos de los participantes. Además, ya adelantan que todo tiene su correspondiente transcripción, a la que se puede acceder.

Perrone es "comisario general retirado", se presenta. "Yo hago un racconto de anécdotas que me pasaron a lo largo y ancho de la provincia que pude conocer", se suma.

Eduardo comenta que él habló de los paveros, vendedores ambulantes, y que relató el proceso de la adquisición, la venta y las quejas de los vecinos.

Cuentan que hay abuelos que no pueden trasladarse hasta el centro, por eso Teresita y Eduardo llegan a esos hogares para registrar lo que saben: "Hemos ido a entrevistar una señora que habla del Puente Colgante, del barrio Candioti".

El sábado que viene es el sexto encuentro y ya lo tienen previsto: van a leer un texto que llevó Juan sobre los zuecos, que va a obrar de disparador para hablar de zapatos, alpargatas y zapaterías.

INVITACIÓN

"Acá no se habla de aventuras amorosas o, por lo menos, no se dan los nombres", sonríe Niel. "Sí, vamos a hablar de paseos, bailes y asaltos, también sobre las relaciones entre los sexos", agrega Cataudella. "Las niñas usaban corpiños y fajas que se ataban con hilos", comentan los hombres. "Así los engañaban a ustedes", responde Teresita. Todos ríen motivados por vaya a saber uno qué imágenes, qué recuerdos.

Las puertas están abiertas, pueden ir los que quieran, pero hay restricciones: "Acá no se discuten temas de estricta conciencia, no se discute de política ni religión. La memoria de cada uno es parcial, selectiva y por eso no desmentimos ni contradecimos". También hay un orden para relatar y exponer cuestiones.

"Están invitados todos los viejos y viejas memoriosos. Que vengan, no nos interesa que sean profesionales o barrenderos, nos interesa la memoria que tengan".

La memoria viva

"La vida es una representación teatral que se renueva día a día, en la que cada uno de nosotros cumple una función de actor o espectador. La memoria viva reproduce, en la imaginación o vivencia del narrador, el escenario teatral de su época y lo paraliza para describir, a veces a grandes trazos, a veces minuciosamente, el acto que pretende hacer conocer a sus oyentes o lectora", dice Bernardi. Para él, la memoria viva surge espontáneamente del fondo del corazón de su relator y, entonces, esos pequeños hechos, acontecimientos, vicios e idiosincrasias de todos los días obtienen una verdadera identidad y permanencia histórica.

Estos relatos son considerados patrimonio intangible y la Unesco declaró el 2004 como el año del Patrimonio Intangible de la Humanidad, lo que para Bernardi es encontrar a la sociedad involucrada en la temática o "fenómeno psico-socio-cultural-popular".