El triunfo del lado oscuro

El episodio III es la pieza que completa la saga. Foto: Agencia Télam. 

Por Juan Ignacio Novak

Una galaxia muy lejana, muchísimos años atrás, es el nunca precisado escenario de una de las más grandes aventuras narradas en el cine. La desbordante imaginación de George Lucas dio inicio, a mediados de la década del setenta, a una larga historia que recién ahora descubre un cierre, muy a la altura de las circunstancias.

En esta última entrega, continúan las guerras Clon -iniciadas en el episodio II- y es cada vez más pronunciado el alejamiento entre el canciller Palpatine y el Consejo Jedi, poniendo en jaque los principios de la República. Mientras, el joven jedi Anakin Skywalker se encuentra atrapado en una encrucijada donde el miedo a perder a su amada y su lealtad se debaten en su fuero mas íntimo. Seducido por las promesas de poder del lado oscuro de la Fuerza, se pone al servicio del malvado Darth Sidious y se convierte finalmente en el mítico Lord Vader.

Con una intriga bien mantenida durante toda la película, y una variación constante de secuencias, unas con formidables dosis de acción y adrenalina y otras que van revelando el progresivo conflicto interno de los personajes, Lucas consuma con maestría su célebre fábula sobre el perpetuo conflicto entre el bien y el mal.

Este episodio, junto con el Retorno del Jedi, es el que más profundiza sobre el perfil psicológico de cada uno de los protagonistas. Es también el que propone el máximo despliegue emotivo, alternando con sutileza amistades que se apagan de a poco, lealtades divididas, oscuras luchas internas y enfrentamientos memorables.

Hay un gran trabajo de fotografía y una detallada y espectacular construcción de escenarios, una de las particularidades que definen en gran parte toda la producción cinematográfica de Lucas. Otra de las claves es la completa vigencia que reviste la historia, aun cuando ya han transcurrido casi treinta años desde sus comienzos.

Las actuaciones son muy expresivas y bien estructuradas, sobre todo el bondadoso Obi Wan, recreado por un notable Ewan McGregor -personaje encarnado anteriormente por el gran actor inglés Alec Guinness-, y el atormentado Anakin Skylwaker, interpretado por Hayden Christhensen.

Los seguidores de la saga notarán que hay una amplia presencia de muchos de los personajes históricos de la saga, entre ellos, los risueños androides C3PO y R2D2, que permanecieron inmutables en todos los capítulos, acompañando a los héroes.

Para completar, el Episodio III contiene algunas escenas que permanecerán imborrables, como la del Maestro Yoda enfrentando al maléfico Darth Sidious y la descomunal lucha de espadas láser entre Anakin y su mentor Obi Wan Kenobi entre los torrentes de lava.

Pero, sin duda, la más esperada, la que da el sello a la saga, es aquella secuencia desbordante de emotividad en la que al joven Anakin le es colocado el casco que sellará definitivamente su destino, y la aparición de uno de los villanos más fascinantes de la historia del género: el despiadado Lord Vader.

Star Wars, episodio III: La venganza de los Sith

(USA, 2005), dirección y guión: George Lucas, intérpretes: Ewan McGregor, Natalie Portman, Hayden Christensen, Ian McDiarmid, Samuel L. Jackson, Frank Oz, Anthony Daniels, Christopher Lee, producción: Rick McCallum, producción ejecutiva: George Lucas, música: John Williams, fotografía: David Tattersall, montaje: Roger Barton y Ben Burtt, dirección de arte: Ian Gracie y Phil Harvey, vestuario: Trisha Biggar, duración 146 min.CALIFICACIÓN MUY BUENACOLOCAR CUATRO PUNTOS