La poesía payadoresca
El canto improvisado
Cada 29 de mayo se recuerda el Día del Payador. Esa figura de la cultura popular rioplatense que ejerce el difícil arte de la improvisación, para comunicar sentires y pensamientos en un puñado de versos.

Dentro de la creación lírica popular en sus múltiples variantes, encontramos la poesía payadoresca que el gaucho cantaba, acompañado por una melodía monótona que tocaba en la guitarra. En esta expresión, lo realmente importante era la poesía, puesto que la música era únicamente un auxiliar. Al gaucho que la cantaba se le llamaba payador y la estructura poética era la décima, que son estrofas de diez versos octosílabos.

Los payadores ejercían el difícil arte de la improvisación en público y así, la payada fue, por mucho tiempo, un arte efímero, ya que a sus palabras las llevaba el viento.

La temática de los payadores era variada: el amor, el pago, la historia, la libertad...

Se cree que el payador aparece aproximadamente hacia 1778. Este cantor de los fogones y las yerras en tiempos de paz, acompañó luego las gestas populares en tiempo de guerra.

La presencia del payador está documentada ya desde las Invasiones Inglesas, donde aparece Simón Méndez, apodado "Guasquita", quien resistió a los invasores y acompañó después a Belgrano y a San Martín.

La payada podía ser individual o a dúo. Esta última se llamaba contrapunto y consistía en que ambos oponían sus cantos, en una forma dramática primigenia.

Santos Vega, una leyenda

Un payador famoso fue Santos Vega, quien se presume murió alrededor de 1825, transformándose en leyenda. Cuentan que sólo el diablo pudo vencerlo en un contrapunto y lo mató la tristeza, siendo enterrado al pie de un tala en la zona del Tuyú.

El gaucho, tierno en el amor y valeroso en la lucha, dio lugar a un mito de muerte y resurrección que perpetúa su simbolismo a través del tiempo; vencido por un "forastero" que se trasmuta en serpiente, en tanto el fuego con fauces ardientes devora el ombú, bajo cuya fronda tuvo lugar el contrapunto.

Este payador regresa eternamente. Su sombra con la guitarra a la espalda cruza silente la pampa o, imprevistamente, en forma invisible, hacer sonar las cuerdas de una guitarra que no está pulsando su dueño.

No son pocos los escritores que se han interesado por este gaucho legendario. Y a partir de los versos que le dedicara Mitre en 1838, más de medio centenar de escritores se ocuparon del tema; entre ellos, Rafael Obligado, Ascasubi y Elbio Bernárdez Jacques, quien investigó sobre el lugar donde supuestamente se hallaba la tumba, y escribió tres libros interesantísimos al respecto: "Santos Vega", "La tumba de Santos Vega" y "Fisonomías gauchescas".

De payadas y payadores

Joaquín Lenzina, conocido como "Ansina", fue un payador moreno, hijo de esclavos que Artigas compró para darle la libertad. Su agradecimiento fue tan grande que acompañó al general en todas sus campañas y no lo abandonó cuando éste estuvo exiliado en Paraguay. Permaneció a su lado hasta que le llegó la muerte a su salvador. Sobre el injusto destierro, se conservan estos versos de su autoría: "Con Artigas los orientales/ de la patria hemos salido,/ ídesafiaremos los males, porque obraremos sin olvido!/ íNuestro cielito oriental, limpio y luminoso,/ donde vuela el cardenal/ arrogante y victorioso!.

El circo criollo difundió masivamente este arte popular nacido en la campaña. El estreno de la pantomima "Juan Moreira", inspirada en el libro homónimo de Eduardo Gutiérrez, preanuncia el ingreso de los payadores al arte dramático y también su intervención en el espectáculo, en escenas de pulpería o como broche final de las jornadas circenses.

Gabino Ezeiza, otro payador moreno nacido en Buenos Aires, en el barrio de San Telmo, en 1858, fue célebre por la facilidad y rapidez de sus improvisaciones. Se incorporó al circo de los Podestá y se dice que fue él quien introdujo el canto por milonga que aún tiene vigencia.

Entre sus creaciones figura "Saludo a Paysandú", que dedicó a esa localidad uruguaya, y dice así: "Heróico Paysandú yo te saludo/ hermano de la patria en que nací;/ tus hechos y tus glorias esplendentes/ se cantan en mi patria como aquí./ Los bardos que tenemos en el Plata/ que escalan el Olimpio en su canción,/ dedican a este pueblo de valientes/ su grande y más sublime inspiración./ Heróico Paysandú yo te saludo,/ la Troya americana porque lo es,/ saludo a este pueblo de valientes/ y cuna de los bravos `Treinta y Tres'.

En Paysandú, un busto instalado en una plaza, le rinde homenaje a este payador, como un modo de agradecerle la notoriedad que le diera a esa población, más aún que al acontecimiento histórico al que alude.

Entre los excelentes payadores, cuyas creaciones quedaron incisas en el alma del pueblo, no podemos dejar de mencionar al recordado "cantor de las madres", José Bettinotti, nacido en Buenos Aires en 1878, quien alcanzó gran notoriedad y murió muy joven, a los 37 años. Su vida es evocada en la película "El último payador", cuyo guión pertenece a Homero Manzi y protagonizó Hugo del Carril.

El día

El 29 de mayo ha sido instituido como Día del Payador, fecha en que se conmemora a todos los payadores que, anónimos o famosos, del pasado o del presente, cantaron y cantan con sabor de pueblo, porque este arte perdura, ya que se inserta como una necesidad básica del hombre: la de compartir pensamientos, valores, ideales y sentimientos, con otros que las expresan como voceros de su comunidad.

De allí la supervivencia y la continuidad del canto que no acaba y que viste con cintas celestes y blancas, símbolo de argentinidad, a las guitarras que dieron y dan una nueva acústica al sentir patriótico y al contenido social de nuestro pueblo.

Zunilda Ceresole de Espinaco