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Por Lorena Menaker
La situación educativa es "catastrófica". Sin medias tintas, María Elena Arzeno comienza una conversación sobre el problema educativo, que transitó reflexiones acerca de qué es lo que aprenden los chicos en la escuela hoy, cuál es el rol de los educadores y especialistas del campo en un contexto y la necesidad de volver a pensar la práctica pedagógica con nuevas categorías.
Comienza explicando que han cambiado drásticamente las condiciones sociales que nos permitían pensar como pensábamos: "El saber que teníamos acumulado -que fue muy operativo en algún momento- ha devenido impotente, lo que nos hace sentir desolados y perplejos frente a lo que está ocurriendo. Para los que estamos vinculados por nuestras prácticas con la educación nos resulta muy complejo, porque nuestro saber ya no es operativo en situaciones tan perturbadas como en las actuales".
-Según su criterio: �cuál es el rol de la escuela en el nuevo contexto?
-En las jornadas concluimos que la escuela sigue funcionando como un lugar en el cual los chicos pueden construir lazos sociales. En situaciones de tanta dispersión y fragmentación social, la escuela es un lugar donde se puede constituir un nosotros.
María Elena Arzeno propone pensar si los conocimientos que los chicos adquieren en la escuela no son operativos en el contexto de vida o para seguir funcionando dentro del sistema educativo. Afirma que hablar de sistema educativo constituye hoy "una exageración absoluta".
-Por el momento, no sé nombrarlo de otra manera. Pero no hay sistema educativo: un nivel no se articula con el siguiente. Los maestros se quejan porque no reciben del nivel inicial lo que ellos esperan, la escuela secundaria se queja porque los chicos no saben lo que se supone van a recibir; y la Universidad está recibiendo lo que pasó por el EGB y Polimodal, chicos que están a una distancia sideral con lo que la Universidad supone que va a recibir. Este, como todos los niveles del sistema, sigue siendo absolutamente tradicional. La afirmación de que los chicos no saben nada es resultado de una manera de entender lo que los chicos deberían haber aprendido.
María Elena Arzeno afirma que si uno no ejercita una mirada contextualizada, puede caer en el riesgo de patologizar lo que escapa a la norma.
-Este es el tipo de lectura que se impone en las instituciones escolares. Uno podría imaginar que el 80 % de los problemas de aprendizaje de los niños es patológico si el prisma de lectura es la adecuación del sujeto a la norma. Me parece que en esto tenemos una gran responsabilidad los que trabajamos en educación: pensar en cada situación qué es lo que hay y no en función de lo que creemos debería haber, porque eso ya no existe más.
Según la especialista, está sucediendo que los chicos ya no experimentan como el punto culminante de su educación el ingreso a la Universidad: "Para ellos es un lugar más".
-Estamos viendo que los estudiantes programan su propio aprendizaje: estudian un poco acá, otro por allá, hacen un curso en otro lugar. A lo mejor esto es lo más pertinente para las situaciones actuales, antes que la larga formación universitaria. Lo que se valora en el mundo actual es la resolución rápida y eficaz de problemas. Si pensáramos desde esta perspectiva, tendríamos que armar una escuela muy diferente de la que tenemos ahora. Antes decíamos que los chicos no iban a la escuela porque no tenían zapatillas o porque no comían; estos problemas siguen existiendo, pero no es la única razón: a los chicos no les interesa ir a la escuela, porque es un lugar donde no se puede pensar.
María Elena Arzeno es Lic. en Ciencias de la Educación. Se ha dedicado a la práctica psicopedagógica en el ámbito clínico e institucional. Ha sido supervisora de numerosos servicios hospitalarios y se ha desempeñado como asesora de la enseñanza y el aprendizaje del lenguaje escrito en la escuela Sholem Aleijem. Es coautora en el área de lenguaje de los libros "Mirar con lupa". Desde hace doce años, es docente de posgrado en el Centro de Investigación, Formación y Asistencia Psicológica y Psicopedagógica. Es autora del libro "Pensar, aprender, subjetivar. De la Psicopedagogía a las prácticas de pensamiento".