Con el desarrollo, la obesidad es ahora un problema para los chinos

EFE

El despegue económico que permitió a China acabar con la hambruna endémica en el país amenaza ahora a casi 200 millones de personas, que se encuentran al borde de la obesidad por su mala alimentación, excesivo consumo y vida sedentaria.

China tiene 90 millones de personas obesas, es decir aquellas que superan en un 20 por ciento su peso ideal, y la cifra podría ascender a 200 millones en menos de una década, según los expertos.

En las mayores ciudades del país, el 30 por ciento de la población sufre ya sobrepeso, en comparación con el 21 por ciento en 1992, cuando Pekín dio gas a su política de "crecimiento y apertura" para sacar definitivamente de la miseria a su población.

"Es uno de los ejemplos más sorprendentes de la prosperidad china", defiende el rotativo "China Daily", al reconocer, al menos, "la ironía" del destino.

En los últimos 25 años, con la mayor fabricación de automóviles, lavadoras y computadoras, aumentó la capacidad adquisitiva del ciudadano chino, que hoy dispone de una media nacional de 1.200 dólares estadounidenses (1.050 euros) anuales.

Con ese desarrollo cambiaron los hábitos alimenticios en los hogares y un nuevo estilo de vida, más moderno y estresante, se impuso en las ciudades chinas, donde cada vez menos tienen tiempo para pasear por el parque o hacer tai chi.

La tradicional dieta a base de verduras y arroz ha dado paso a platos de abundante carne y aceites, cargados de hidratos de carbono, grasas y alto número de calorías.

La Sociedad de Nutrición China recomienda, por ejemplo, un consumo diario de 25 gramos de aceite vegetal, pero el ciudadano medio de Pekín utiliza 83 gramos, según una reciente encuesta.

Respecto de la carne, los ciudadanos chinos consumieron el año pasado 64 millones de toneladas, casi el doble de lo que se comieron en la década de los años 80.

La creciente competitividad en la sociedad y las largas jornadas de trabajo empujan a muchos a ingerir, casi sin casi masticar, cualquier cosa en un restaurante de comida rápida, y no les deja tiempo para hacer ejercicio.

Desigualdades

La obesidad no afecta a todo el país por igual, sino que son precisamente las zonas "más desarrolladas" quienes van a la vanguardia del consumismo y la obesidad, y el norte de China por delante del Sur, donde se cocinaba más al vapor que en el wok.

Uno de los grupos que más preocupan a los médicos son los niños y jóvenes, ya que su desequilibrada nutrición puede dificultar su crecimiento normal, por la falta de hierro y calcio, opinó Deng Aimin, subdirector del Hospital Liuhuaqiao de Cantón.

Un 10 por ciento son obesos ya hoy, y la cifra aumenta un 8 por ciento anualmente, informó la agencia Xinhua.

Si la mayoría de sus padres crecieron en un país pobre, con escasa variedad dietética y hambrunas que causaron millones de muertos, los jóvenes de hoy encuentran tiendas de comida rápida en más de un centenar de ciudades y tienen dinero para comprarla.

Demasiados dulces y hamburguesas, y una vida sedentaria dedicada a estudiar y a jugar al ordenador propician la obesidad infantil, que a su vez trae diabetes, enfermedades cardiovasculares, apnea del sueño e incluso depresión, opinó Chen Chunming, director del Instituto Internacional de Ciencias Vitales.

Creen los expertos que sólo una dieta equilibrada, combinada con un poco de ejercicio podrá poner freno a esta epidemia, de la que están tratando de sacar provecho las empresas farmacéuticas y cosméticas locales.

Curas "de noche" de dudosa composición y nulo fundamento científico han aparecido como setas en el mercado chino, prometiendo soluciones milagrosas e incluso adelgazamientos "sin tener que dejar de comer".

No sólo los obesos recurren a estos métodos, sino también mucha más gente que desea perder peso, porque ser flaco es lo que se usa en China, donde un 70 por ciento de la población desearía perder unos kilos.

Pero el culto al cuerpo es algo que sólo puede permitirse los más ricos, con tiempo para ir al gimnasio y dinero para pagarlo mientras los obesos son rechazados por una sociedad en la que, quizás pronto, serán mayoría.